Encripdata

Un paso adelante

Decomisan la cueva financiera de un capo del narcolavado y una misteriosa casona de un espía de la SIDE

Ya tiene fecha el juicio por jurados contra el único detenido por el crimen de Guastini

Ya tiene fecha el juicio por el crimen de Guastini. Crédito: Ministerio de Seguridad.

-Estoy haciendo algunas cosas, viste, arranqué ahora porque tenía un montón de quilombos, en octubre tuve que resetear, firmé dos acuerdos de arrepentido, uno en un juzgado de Morón y otro ahí en Penal Económico donde tenía el quilombo de las valijas, precisamente, tuve que firmar por todos los que tenía atrás como imputados, tenía 17 imputados.
-Claro.
-Me iban a cocinar en el juicio.
-Olvidate.
-Llegar a juicio con 17 imputados atrás, se había muerto ‘Coco’, estaban todos los que estaban atrás de ‘Coco’, que estaban todos desbandados.
-Sí, sí, sí.
-Estaban todos haciendo cola para cocinarme. ‘Coco’ venía mal, a ‘Coco’ no había plata que le alcance.
-Yo me caí, yo no tenía la espalda que tenía ‘Coco’, yo me caí por falta de espaldas.
-‘Coco’ bancaba a todo el mundo, bancaba 30 bocas.
-Bueno, a mí me pasaba exactamente lo mismo, y pasó lo que pasó, yo hoy ya sé lo que no tengo que hacer.
-Y se murió y todos los que estaban atrás de él, que él los manejaba, viste, se me desbocaron todos, entonces, no me quedó otra que sentarme, tengo gente que son uruguayos, españoles, a uno de los españoles lo mataron en España, mucho quilombo en la causa, entonces, tuve que sentarme y pararla, eso fue en octubre, todavía me falta firmar el acuerdo con el tribunal oral, que lo estoy tratando de estirar por todo el decomiso de los bienes.

En esa charla grabada por él mismo, Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», le explicaba a un policía devenido en ladrón por qué se había convertido en un «arrepentido» del narcotráfico internacional. Corría junio del 2019 y ya sabía por el acuerdo de colaboración que no pasaría un solo segundo en la cárcel, tal vez su mayor miedo por los que lo esperaban adentro, pero tampoco quería perder el imperio que había sabido construir.

Pero ese momento finalmente llegó: el juez Jorge Alejandro Zabala, del Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 1 porteño, ordenó en abril decomisar trece propiedades de la organización narcocriminal y los colocó a disposición de la Agencia de Administración de Bienes del Estado (AABE), como pudo confirmar Encripdata con base a documentos oficiales.

Se trata de nueve unidades funcionales que formaban parte de la cueva financiera de Guastini -con entrada tanto por la calle Florida como por Lavalle-, un punto neurálgico de la city porteña por la que pasaron narcotraficantes de diversas latitudes de América Latina y también de varias regiones de Europa, desviados de la Policía Bonaerense y doblados de la Secretaría de Inteligencia (SIDE / AFI). Desde allí, por ejemplo, viajó a la velocidad de la luz el dato para hacer «Leones Blancos«, el robo de media tonelada de cocaína, que hizo caer al ahora exfiscal Claudio Scapolan.

También pasaron al Estado el departamento 7 E de la calle Petrona Eyle 355, del edificio Aleph construido por el Grupo Faena en Puerto Madero, con un boleto de compraventa por 2,3 millones de dólares; la casona de la calle Alem 1280, Banfield, firmado por 3,3 millones de pesos -390 mil dólares al tipo de cambio oficial del 5 de noviembre del 2014-; el lote 3 de la zona XXV de La Herradura, barrio cerrado de Pinamar, comprado por 37 mil dólares; y el galpón de la avenida Antártida Argentina 3001, Zárate, conseguido por 900 mil pesos -156 mil dólares al 26 de septiembre del 2013.

Cada una de esas propiedades tiene su historia detrás: por caso, Guastini se terminó quedando con un galpón de Zárate luego de que una organización narcocriminal internacional quedó al descubierto por intentar mandar desde allí 839 kilos de cocaína hacia España. De esa maniobra formaron parte los argentinos Horacio Aníbal Bérgamo y Liliana Trinidad Falcón.

La casona de Banfield la puso a nombre de Paraíso Construcciones SA, una empresa que en los papeles pertenecía al financista Hugo Díaz y la esposa Natalia Puccar, pero que en la realidad era suya.

Como Díaz arrastraba sus problemas con barras de Boca, Independiente y Lanús hasta la cueva, Guastini se encargó de «desaparecerlo» para siempre. Como reveló Encripdata, «Dolarín» ordenó enterrar el cuerpo desmembrado en alguna parte de su casa quinta de Abbott. Después, como los investigadores lo relacionaron con la desaparición, decidió exhumar los restos para hacerlos cenizas.

Para la Justicia, Díaz sigue desaparecido, con la investigación archivada.

Para la familia, en cambio, está muerto, con la sucesión patrimonial en marcha.

Guastini hizo registrar la casona de Banfield y el lote de Pinamar a nombre de su cuñado, un agente de la Secretaría de Inteligencia (SIDE / AFI). Alias «Mandril«, el espía en cuestión, deberá enfrentar un juicio por extorsión patrimonial y documentaria porque aunque en los papeles sus anteriores dueños entregaron el inmueble en parte de pago por una deuda de 1,5 millones de dólares, los investigadores sospechan que fue por un cargamento perdido.

«Dolarín» también tuvo sus problemas: sus «mulas» perdieron 1.524.715 de euros y 1.443.030 de dólares en diversos aeropuertos. Dos de sus valijeros, los españoles David Ávila Ramos, alias «Maradona», y Juan José González Morito, alias «Juanito», estuvieron toda una temporada en el piso del Aleph y en la casona de Banfield, respectivamente, hasta que los dejaron volver a Marbella.

Consciente de que los investigadores le seguían los pasos tras las caídas de sus «mulas», «Dolarín» aprovechó la Ley 27.260 de Sinceramiento Fiscal para blanquear la tenencia en el país de varios de esos inmuebles por un total de 39.172.450 pesos, alrededor de 2,5 millones de dólares, según la cotización oficial del 12 de abril de 2017.

En septiembre de 2019, este tribunal condenó a Guastini a 3 años de prisión en suspenso por haber sido el jefe de una asociación ilícita dedicada al contrabando de divisas. La pena para él y sus «mulas» fue baja, precisamente, por el acuerdo de colaboración.

Al mes siguiente, el 28 de octubre del 2019 a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes, un sicario lo sorprendió por la izquierda y le disparó tres veces antes de que pudiera desfundar su Glock. Tras el encargo cumplido, el asesino se hizo fantasma. Eran las 8.20 de la mañana.

A las trece propiedades decomisadas se suman 890.952 dólares y 570.085 euros perdidos por los «valijeros». Hace rato que están en cuentas bancarias generando intereses a favor de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. El imperio de Guastini era mucho más vasto: algunos bienes los heredó la familia, pero otros fueron a parar a los Monos de Rosario.

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