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El hilo invisible entre el crimen y el poder

Empieza el juicio contra Padovani, el único detenido por el crimen de Guastini, el «arrepentido» del narcolavado

Empieza el juicio contra Padovani, el único detenido por el crimen de Guastini, el "arrepentido" del narcolavado

Empieza el juicio por el crimen de Guastini. Crédito: Encripdata.

Este lunes, un tribunal de Quilmes dio inicio formal al juicio por jurados contra Marcelo Fabián Padovani, más conocido como «Pelado», «Grandote» o «Tuki», por el crimen por encargo de Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», un capo del lavado argentino que a cambio de ser condenado a solo 3 años de prisión en suspenso por tráfico de divisas del narcotráfico internacional, en sus últimos días de vida estaba entregando información sobre traficantes, pero también sobre la Policía Bonaerense, hasta que alguien ordenó callarlo para siempre.

El juicio va a ser rápido: este lunes, las partes eligieron a los jurados. Entre el martes y el jueves van a debatir la evidencia sobre la responsabilidad penal del imputado como partícipe necesario. El viernes, finalmente, el tribunal va a emitir el veredicto -culpable o inocente- y la sentencia -los fundamentos-. Padovani ya carga con una condena a 6 años de prisión por tener un kilo de cocaína en su casa. La fiscal de juicio es María de los Ángeles Attarian Mena y la familia de la víctima, como particular damnificada, está representada por el abogado Fernando Arias Caamaño.

La mañana del 28 de octubre de 2019, a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes, un grupo comando sorprendió, acorraló y asesinó a Guastini. Dos años después y tras la salida del primer fiscal del caso, Karina Gallo (Quilmes), María Clarissa Antonini (UFI especializada en drogas), Sergio Mola (Lomas de Zamora) y Diego Iglesias (Procunar) llegaron hasta Padovani porque, básicamente, usó un Ford Kinetic a nombre de su esposa para la emboscada. Los detectives de la División Homicidios de la Policía Federal (PFA) lo arrestaron el 24 de junio de 2021 en Bernal.

De este «homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego» participaron, al menos, tres personas más, pero, tras cinco años, los investigadores no pudieron identificar a ninguno. Ni al conductor de la Toyota Hilux que le bloqueó el paso a la víctima ni al sicario que, sintiéndose impune, actuó a cara descubierta. Mucho menos a quien encargó el crimen del «arrepentido».

Como reconstruyeron los fiscales, para cometerlo hubo acuerdo previo, división de tareas y precio o promesa remuneratoria.

El motivo: «Alguna consecuencia de las relaciones que Guastini poseía o bien su posición como colaborador judicial».

Y soltaron una hipótesis: «En una de las audiencias brindadas, Guastini afirmó que él había posibilitado que desde su financiera se comenzase el seguimiento para que se llevara a cabo el secuestro del material estupefaciente, y narró que una de las personas que había estado involucrada había sido Baeta, hoy detenido en el marco de esa investigación». Así, se refirió a la operación Leones Blancos, el robo de la mitad de un cargamento a traficantes en el 2013, hecho por el que diez años después fue destituido Claudio Scapolan, el fiscal del caso.

«Tal mención -remarcaron- no puede ser analizada de manera aislada en tanto de la computadora personal de Baeta se extrajeron varias fotos del cuerpo de Guastini, aparentemente tomadas minutos después del hecho, y fotos de su lápida. Circunstancias que, sin lugar a dudas, deben ser investigadas con mayor profundidad. Pero para ello deviene preciso comenzar a desandar lo ocurrido el día de los hechos» con Padovani como «el primer eslabón de una larga cadena de responsabilidades».

Adrián Gonzalo Baeta, alias «Palermo», era subteniente de la Delegación de Investigaciones (DDI) de Drogas Ilícitas de Quilmes y a la vez amigo de Guastini. Baeta fue a juicio por Leones Blancos, pero nunca fue indagado por esto.

Para los fiscales, Padovani cumplió dos funciones aquella mañana: primero «alertó al ejecutor y al resto del grupo que era inminente el paso de Guastini» y tras el asesinato, «brindó apoyo a la moto en la huida» y, en una zona donde no había cámaras de seguridad, hizo subir al sicario al auto y lo llevó hasta el Obelisco, en el centro porteño, donde finalmente se bajó para perderse entre la gente.

En otras palabras: dio un aporte esencial para la consumación del hecho o incluso tuvo codominio funcional del mismo. Aunque no se haya bajado del auto, ese rol lo equipara al sicario en cuanto a la pena en expectativa: cadena perpetua.

Entre muchos otros casos, Guastini entregó información sobre la organización liderada por Carlos Sein Atachahua Espinoza y sobre la operación Leones Blancos. Además, era informante de la Secretaría de Inteligencia (SIDE). Hoy, dos tribunales llevan adelante los juicios contra el clan peruano, acusado de lavar alrededor de 10 millones de dólares del narcotráfico, y contra Baeta y otros policías, por el robo de 500 kilos de cocaína en plena autopista Panamericana. El proceso contra Padovani completa la trilogía.

Para este debate, Encripdata accedió a la lista preliminar de testigos. En las últimas horas, las partes acordaron prescindir de dos importantes. El primero: el testigo de identidad reservada que vinculó a la Bonaerense con el ajuste de cuentas a Guastini.

El otro: Baeta, que estuvo en «Leones Blancos» y en la escena del crimen.


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