Los Menores 47
-‘Negro’, escuchá, fijate cuándo puede venir Maurito y no sé a quién más me vas a prestar. Porque quiero hablar con ellos.
-Mañana, pero ese es un gato, te mando otros dos que son más grandes y seguros.
-Bueno, ves, eso manejalo vos, como yo lo conozco al otro, no sé.
-Sí, mañana.
-Sí, ‘Negro’, el nene de Marcos le contó al Gabi lo que pasó ese día, hasta el chofer se bajó a tirar, estoy de los pelos…
-Todavía no podemos saber quiénes tiraron.
-Sí, ‘Negro’, ya sabemos quiénes son. Uno es ‘el Huesito’ y el otro no me acuerdo. Hablá con Juan, él sabe los nombres. Y ‘el Pototo’, sabés quién es, el del 7. Y un hijo de Marcos, ‘el Enano’.
-¿Ellos tiraron? Yo no creo, pero bueno.
-‘Negro’, sí, fueron ellos. Se fueron todos a la mierda. Hay uno al que le dieron un departamento, ya nos dieron la dirección y todo, en el centro. ¿Por qué se van a ir si ellos no fueron? Si vos no tenés nada que ver con nada, no te vas a andar escondiendo. Fueron ellos.
-Bueno, bueno, decile a Juan que me pase foto de las casas.
La tarde del 23 de abril de 2022, varios jóvenes se bajaron de una camioneta y descargaron sus armas contra un Audi estacionado en la calle Schweitzer y Colombia, en el barrio Larrea, Rosario. Marcos Camino y su bebé Ciro murieron en el acto. Su pareja, Micaela Bravo, diez días después en el hospital. Solo se salvó el nene de 6 años, que alcanzó a salir del auto y entrar a la casa de la abuela.
Seis meses después, esa abuela le pidió prestado a Brian Emanuel Villalba, alias «Negro», asesinos a sueldo para vengarse: «El de afuera, que no está viviendo lo que estamos viviendo nosotros, que nos mataron a dos personas y un angelito, no va a saber el dolor que se siente. Yo no te estoy pidiendo que vos hagas justicia por mi hijo sino que me presentes gente que se dedique a esto».
Como pudieron reconstruir los investigadores, dos días antes, una organización narcocriminal asentada en el barrio 7 de Septiembre se presentó en la casa de las víctimas. Buscaban expandir su negocio hacia Larrea. Para eso, a Camino, excuñado de Villalba, le exigieron que empezara a vender para ellos. Él se negó. En consecuencia, los sicarios los ubicaron en la puerta de la casa de la abuela.
El triple crimen de Larrea fue el primer hecho de homicidio que las autoridades le atribuyeron a Los Menores, un brazo armado de Matías Ignacio Gazzani, de 28 años, según documentos oficiales a los que accedió Encripdata. En los años siguientes sumaron otros siete, entre ellos los de los policías Ricardo Héctor Medini y Sergio Adrián Jones, el 12 de diciembre de 2023 en la puerta de Club de Taquito, un pequeño complejo deportivo que a la noche funcionaba como cantobar.
En esa disputa por el barrio 7 de Septiembre y alrededores, los Gazzani también sufrieron bajas: Leonel Jorge Morel, alias «Coki», fue asesinado en 2021; Jonatan Almirón, alias «Joni Puerco», en 2023. Sin embargo, para marzo de este año, cuando ordenaron la captura del jefe, las autoridades tenían una lista de 47 miembros de Los Menores, algunos menores de edad, pero otros pasando los 30.
En marzo, además, un menor de edad ejecutó al playero Bruno Bussanich en una estación de servicio. Después, se fue al shopping, compró alfajores y se cortó el pelo. Al principio, en las redes sociales publicaron nombres de miembros de Los Menores, pero lo hicieron para desviar la investigación. Era el cuarto asesinato de un trabajador al azar en diez días en Rosario, un «acto de terrorismo» según el Gobierno. Hoy, los números del Plan Bandera, con mayor control sobre las cárceles y la calle, muestran una reducción drástica de los homicidios dolosos. Pero las organizaciones criminales se regeneran rápido afuera.
Un fiscal explicó a Encripdata que los Gazzani y los Villalba en realidad han funcionado como pequeñas oficinas de encargos -desde narcomenudeo hasta homicidio- al servicio del mejor postor, es decir, que por la dinámica de las organizaciones más pesadas de Rosario, un día podían vender para los Riquelme y los Romero, como los primeros, y para el peruano Julio Rodríguez Granthon, los segundos, y al otro día podían eliminar a antiguos socios.
Y por arriba de todos ellos, Los Monos, en sus ya varias facciones.
La mafia de Rosario.
El 10 de agosto, Rosario Central le ganó el clásico de la ciudad a Newell’s. El jefe de Los Guerreros, Andrés Bracamonte, alias «Pillín», no estaba en la tribuna porque arrastraba desde 2018 el derecho de admisión, pero sí en los alrededores del Gigante de Arroyito, su segunda casa desde 1999. Como sea, un tiratiros abrió fuego contra él y su pareja. Como las 28 veces anteriores, sobrevivió. Ella también.
Mientras la fiscalía abría un expediente, «Pillín» Bracamonte hizo su propia investigación. En esa tarea, vio su nombre publicado en La Nación. En octubre, entonces, le pidió aclararle algunas cosas al autor de la nota, Germán de los Santos, coautor de Los Monos y Rosario. Café de por medio, el periodista llegó a preguntarle quién lo quería matar: «Hay un pibe que está prófugo desde marzo. Nadie lo encuentra. Se dice que está en Buenos Aires, pero lo vimos varias veces paseando por Rosario en un Mercedes Benz».
Ni la Policía Federal, primero, ni la Gendarmería, después, lo podían encontrar.
Y ya llevaban ocho meses jugando a las escondidas.
Este 9 de noviembre, y aunque seguía teniendo prohibido acercarse a la cancha, Bracamonte se hizo presente para controlar la tribuna desde afuera. Tras la derrota con San Lorenzo, «Pillín» emprendió la retirada en una Toyota Hilux blanca manejada por su mano derecha, Daniel Attardo, alias «Rana».
Según los testigos, tres personas encapuchadas los alcanzaron a pie, les acertaron cinco disparos a cada uno y salieron corriendo, ayudados por la oscuridad de la noche, del ocasional corte del alumbrado público y la llamativa ausencia de policías.
En aquella nota, Bracamonte se refería a Gazzani, el jefe de Los Menores.
El tiempo y la próxima venganza dirán si ese presagio escribió su final.
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