Condenaron a Padovani por guardar droga para un clan paraguayo: la conexión con el crimen de «Dolarín» Guastini
El Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) 2 de La Plata sentenció a 6 años de prisión a Marcelo Fabián Padovani, alias «Pelado», «Grandote» o «Tuki», y a 3 años y 6 meses a Silvina Ramírez Villamayor por tráfico ilícito de estupefacientes, en la modalidad de tenencia con fines de comercialización, y vinculados a una organización narcocriminal asentada, principalmente, en la localidad de Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, según el fallo al que accedió Encripdata.
Todo comenzó en la cárcel de Güemes, Salta. Bajo reserva de identidad, un preso aportó información sobre una organización que operaba en Yacuiba, Bolivia. Tras la certificación de diversos expedientes, los investigadores detectaron la presencia del clan Ramírez Villamayor, de origen paraguayo, en el sur de la provincia de Buenos Aires.
A Padovani, aunque su apodo se repetía en las «escuchas» telefónicas, los detectives de la División Homicidios de la Policía Federal (PFA) lo buscaban por el crimen de Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», un capo del narcolavado ejecutado el 28 de octubre de 2019 a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes. Cuando allanaron su casa de Bernal el 24 de junio de 2021, hallaron un «ladrillo» de cocaína.
En consecuencia, el juez Juan José Anglese indagó a Padovani por el «homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego» y el juez federal Federico Villena hizo lo propio por «formar parte de una organización criminal que funcionó principalmente en la localidad de Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, entre agosto de 2017 y junio de 2021».
Durante la instrucción de los expedientes, alias «Pelado» primero hizo uso del derecho a negarse a declarar, pero después solamente reconoció lo evidente: el kilo de cocaína en su habitación. Entonces, explicó que se lo había dado una persona que «lo contrató como seguridad, simplemente, porque realizaba operaciones de cambio de dinero, y que ese muchacho era el dueño y le solicitó que por favor le guardara el paquete».
Pero las «escuchas» indicaban otra cosa.
Sobre el crimen de Guastini, en cambio, la situación era más compleja: según la reconstrucción hecha por un equipo de fiscales, Padovani cumplió dos funciones aquella mañana, primero «alertó al ejecutor y al resto del grupo que era inminente el paso de Guastini» y tras el asesinato «brindó apoyo a la moto en la huida» y, en una zona donde no había cámaras de seguridad, hizo subir al sicario al auto y lo llevó hasta el Obelisco, en el centro porteño, donde finalmente se bajó para perderse entre la gente.
En otras palabras: dio un aporte esencial para la consumación del hecho o incluso tuvo codominio funcional del mismo. Aunque no se haya bajado del auto, ese rol lo equipara al sicario en cuanto a la pena en expectativa: cadena perpetua.
Para los fiscales Karina Gallo (Quilmes), María Clarissa Antonini (UFI especializada en drogas), Sergio Mola (Lomas de Zamora) y Diego Iglesias (Procunar), hubo acuerdo previo, división de tareas y precio o promesa remuneratoria por asesinar a «Dolarín». El motivo: «Alguna consecuencia de las relaciones que Guastini poseía o bien su posición como colaborador judicial».
Y soltaron una hipótesis: «En una de las audiencias brindadas, Guastini afirmó que él había posibilitado que desde su financiera se comenzase el seguimiento para que se llevara a cabo el secuestro del material estupefaciente, y narró que una de las personas que había estado involucrada había sido Baeta, hoy detenido en el marco de esa investigación». Se refirió así al robo de media tonelada de cocaína a narcotraficantes en el 2013, es decir, «Leones Blancos», operación por la que en abril del 2023 fue destituido el fiscal Claudio Scapolan.
Adrián Gonzalo Baeta, alias «Palermo», era subteniente de la Delegación de Investigaciones (DDI) de Drogas Ilícitas de Quilmes y a la vez amigo de Guastini.
«Tal mención -remarcaron- no puede ser analizada de manera aislada en tanto de la computadora personal de Baeta se extrajeron varias fotos del cuerpo de Guastini, aparentemente tomadas minutos después del hecho, y fotos de su lápida. Circunstancias que, sin lugar a dudas, deben ser investigadas con mayor profundidad. Pero para ello deviene preciso comenzar a desandar lo ocurrido el día de los hechos» con Padovani como «el primer ‘eslabón’ de una larga cadena de responsabilidades».
Baeta nunca fue indagado por esto.
Sin embargo, en estos cuatro años no pudieron individualizar a los otros tres involucrados en el crimen, ni siquiera al sicario que ejecutó a Guastini a cara descubierta y su sonrisa quedó registrada por las cámaras de seguridad.
Ya elevado a juicio, Padovani, a través de su abogado, y el fiscal Rodolfo Molina acordaron un juicio abreviado, es decir, reconocer el delito imputado a cambio de una rebaja de la pena. En la audiencia de visu, el acusado informó, como últimas labores antes de la detención, trabajos de colocación de cortinas roller y cobranzas. El juez José Antonio Michilini, del tribunal, homologó todo el 29 de diciembre del 2023.
Pero no será hasta noviembre de este año cuando Padovani vuelva a sentarse en el banquillo de los acusados, con jurado popular, esta vez para saber quién mandó a matar a «Dolarín» Guastini.