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Un paso adelante

Culiacanazo: ahora sí detuvieron a Ovidio, hijo del Chapo Guzmán

Culiacanazo: detuvieron a Ovidio, hijo del "Chapo" Guzmán. Crédito: Encripdata.

Soy ‘el Ratón’
Soy Ovidio, soy Guzmán, hijo del ‘Chapo’
Soy hermano de Alfredito y de Archivaldo
Y, por cierto, me disculpo
Por lo del ‘Culiacanazo’
Yo no peleé
Pues la vida de mis hijas fue primero
Y agradezco a la plebada el ‘jueves negro’
Se rifaron por mi cuero
Con todos los del Gobierno

Casi sin buscarlo, Ovidio Guzmán López agigantó su figura el 17 de octubre de 2019 cuando el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, que llevaba menos de un año de «abrazos y no balazos» en el Palacio Nacional, ordenó soltarlo, solo cuatro horas después, para que «los Chapitos» pusieran fin a los narcobloqueos en la capital de Sinaloa. El «Ratón» terminó ese «jueves negro» como lo había empezado: en libertad. Y más fuerte. Los plebes no tardaron en popularizar el narcocorrido en su honor mientras Estados Unidos ponía precio por su cabeza: 5 millones de dólares. Hoy fue otro jueves negro, pero esta vez solo para él: el Ejército, esta vez sí, lo arrestó y no lo largó.

El verdadero jefe de «los Chapitos» no era él, que por toda resistencia aquella vez solo atinó a levantar las manos cuando el Ejército le pateó la puerta de su rancho, sino su hermano Iván Archivaldo Guzmán López, más violento, pero Ovidio era, para los medios locales y extranjeros, la cara del narco que le torció el brazo a un país entero. Eso no se borrará nunca de la historia mexicana, pero hoy, a partir de su captura, empieza a quedar en el pasado.

No fue gratis. La ciudad que lo vio nacer el 29 de marzo de 1990 se convirtió, otra vez por él, en un campo de batalla: sus hombres se rifaron el cuero. En cercanías al aeropuerto internacional dispararon a todo avión, militar o comercial, que se animara a volar sobre la zona. Como aquel 17 de octubre, el objetivo era provocar el terror para que el Estado se rindiera de nuevo. Las autoridades cerraron la terminal, suspendieron las clases y recomendaron a la población no salir de casa hasta tanto retomaran el control de la capital, la cuna de Ovidio y Los Mochis.

Y aunque «los Chapitos» les disparaban desde tierra, la Operación Relámpago de la Fuerza Aérea fue todo un éxito: el «Ratón» fue ingresado a la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada, en Ciudad de México. En la capital mexicana, López Obrador será el anfitrión desde el 9 de enero de la X Cumbre de Líderes de América del Norte, momento en el que seguramente Joe Biden lo felicitará por, esta vez, no soltar al «Ratón».

El secretario de la Defensa Nacional, general Luis Cresencio Sandoval, confirmó la noticia y la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana Rosa Icela Rodríguez remarcó: «No venimos a ganar una guerra, venimos a construir la paz», una continuidad de la estrategia de AMLO de «abrazos y no balazos».

El Departamento de Justicia de los Estados Unidos buscaba a Ovidio y Joaquín Guzmán López, el «Güero», desde el 2 de abril de 2018 por conspirar para distribuir más de 5 kilos de cocaína, 500 gramos de metanfetaminas (fentanilo) y una tonelada de marihuana. El primero en la «lista negra» de la DEA (Drug Enforcement Administration), desde el 6 de agosto de 2009, fue Jesús Alfredo Guzmán Salazar, alias «Alfredillo», por tráfico de cocaína y heroína. Luego, el 25 de julio de 2014, sumó a Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el jefe de «los Chapitos», por esos delitos y por lavado de activos. Solo llegaron hasta el «Ratón», recién ahora.

En el programa de recompensa, la DEA aseguró que Ovidio y Joaquín, los hijos de Joaquín con Griselda Guadalupe, también «compraron grandes cantidades de efedrina de Argentina y organizaron su contrabando a México para la producción de metanfetaminas». Sin embargo, según pudo confirmar Encripdata, nunca compartió esa información con las autoridades argentinas.

Entre 2003 y 2008, desde la Argentina se desviaron 50 toneladas de efedrina a México, que terminaron como metas, ice o crystal, precisamente, en los Estados Unidos. Para cortar el millonario negocio de importadores argentinos y narcotraficantes mexicanos, la DEA dejó al descubierto la «ruta de la efedrina» al hacer «explotar» el 17 de julio de 2008 la quinta de Ingeniero Maschwitz, a cargo del mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza, . Como reveló Encripdata, la agencia estadounidense blanqueó la operación a través de la Policía Bonaerense. Al final, la triangulación del precursor químico se terminó con el triple crimen, cuando la banda integrada, entre otros, por los hermanos Lanatta y los hermanos Schillaci plantaron el 13 de agosto los cuerpos de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina muy cerca de allí, en General Rodríguez.

De regreso al 17 de octubre de 2019 en Sinaloa, Estados Unidos nunca reconoció haber participado en la operación, pero tampoco esperó que México reaccionara como lo hizo: soltándolo, porque lo único que Ovidio tiene de «Ratón» es el apodo, porque no se escapó, incluso llamó a su hermano Iván para convencerlo sin éxito de que no intentaran rescatarlo. Todo acabó recién cuando AMLO, como admitiría después, dio la orden de soltarlo para evitar males mayores. No está claro, en cambio, qué papel jugó aquel día el todopoderoso del cártel: Ismael «Mayo» Zambada, que a sus 75 años nunca piso una prisión. Tampoco cómo quedará el reparto del territoro y el poder entre «los Chapitos» que quedan, los Flechas MZ del «Mayo» y otros tantos grupos asociados.

El «Culiacanazo» fue un antes y después, no solo para el Gobierno sino también para la sociedad. Los periodistas Marcos Vizcarra y Luis Brito lo hicieron documental: «El día que perdimos la ciudad».

Ahora, López Obrador enfrenta un nuevo desafío: evitar que Ovidio se transforme en un verdadero «Ratón», que quiera imitar a su padre Joaquín Guzmán Loera en su cinematográfica fuga por un túnel de la cárcel de El Altiplano (Almoloya), en el 2015, o, aunque menos espectacular pero no por eso menos efectiva, en un carro de lavandería de la cárcel de Puente Grande, en el 2001; impedir, hasta su extradición, que el final del narcocorrido en su honor se convierta en realidad:

Hay que seguir
Pa’delante que la mata sigue dando
Y ‘el Ratón’ se le peló de nuevo al gato
Hay nos vemos chavalada
‘La Chapiza’ sigue al mando

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