Encripdata

El hilo invisible entre el crimen y el poder

Tallone, Juliá y Sturm: una maldición que viajaba a toda velocidad en un Gol gris plata

Tallone, secuestrado por Los Monos por robar 340 kilos de cocaína

Los Monos secuestraron a Tallone por robar cocaína. Crédito: Encripdata.

La publicación era simple, una de tantas: «Gol 2021 dsg», ofreció en mayo de 2022 este vendedor de autos de Pilar, en el norte de la provincia de Buenos Aires. Era un Volkswagen Gol Trend color gris plata. Después de unos meses, según pudo reconstruir Encripdata, consiguió comprador: un argentino que había pasado varios años en España aunque contra su voluntad. Era Gustavo Juliá -hijo del jefe de la Fuerza Aérea en el menemismo-, condenado, él y su hermano, por intentar «coronar» 944 kilos de cocaína a bordo de un Bombardier Challenger 604 aterrizado el 2 de enero de 2011 en el aeropuerto El Prat, Barcelona.

Aunque el vendedor nunca hizo la transferencia, el comprador puso a su nombre, a través de una tarjeta de crédito, el TelePase. Otra vez en San Isidro, Juliá empezó a recuperar el tiempo perdido, imaginó planes, visitó amigos.

Uno de ellos de vivía en Santa Bárbara, Tigre. Juliá pensaba sorprenderlo con sus nuevas ideas, pero José Uriburu lo aterrizó en su realidad: «la mafia» le reclamaba 340 kilos de cocaína que desaparecieron de la Terminal Portuaria Concepción del Uruguay (TPCU), pero le juró por la familia que el ladrón había sido su socio, Gastón Tallone.

Convencido, Juliá levantó el teléfono: «la mafia», le dijo, lo perdonaría, pero, primero, como reveló Encripdata, debería ir a la cárcel para hablar cara a cara con uno de los «dueños» de Rosario: Ariel Máximo «Guille» Cantero.

En total, Uriburu se reunió 17 veces con el jefe de Los Monos. Las visitas empezaron ese mismo 2023 y continuaron hasta julio de 2024. Al final, Cantero puso a prueba a Uriburu: su vida a cambio de la de Tallone.

El 7 de julio, entonces, a bordo del Volkswagen Gol Trend color gris plata, Uriburu y Juliá viajaron por la tarde a Rosario, se reunieron con dos personas y regresaron los cuatro a Buenos Aires ya por la noche.

Al día siguiente fue la emboscada: a las 13.38 horas, obligaron a Tallone a subir al Gol en la zona del Abasto con destino a Ingeniero Maschwitz. Allí lo mantuvieron cautivo al menos una noche. Después, su rastro se perdió. Dicen que para siempre.

Las autoridades judiciales arrestaron a José Uriburu y Juan Carlos Miró -un socio que lo convocó a la trampa- por el secuestro extorsivo con final incierto. Después, a Alejandro Ficcadenti y Sergio Di Vanni, integrantes de La Banda de la Lepra de Newell’s. «Rengo» y «Bebé» se hicieron conocidos por poner la cabeza de un chancho con una bala en la inmobiliaria de la familia de Ángel Di María, todo para que el campeón con la Selección argentina no vuelva a vestir la camiseta de Rosario Central.

Y aunque Uriburu siempre negó la participación de su amigo, también a Gustavo Juliá porque los viajes del Volkswagen Gol Trend color gris plata terminaron por llevar a los investigadores hasta su puerta.

El protagonista del narcojet, que buscaba otro jet, no será el último en caer.

Pero antes o después, el Gol estuvo en manos de Fabián Sturm Jardón, el uruguayo asesinado por la espalda la noche del 12 de diciembre en Recoleta, quien estaba prófugo por el crimen de su socio, el también uruguayo Marcelo González Algerini, acribillado el 12 de octubre en Pilar, quien a su vez estaba prófugo por la incautación de 783 kilos de cocaína en Caviahue, Neuquén.

El día que los investigadores arrestaron a Gerardo David Salinas, alias «Negro», Ileana Mariela Bolzan y cinco personas más, aquel 5 de julio de 2024, Algerini pudo escapar a tiempo de Caviahue, y eso que era uno de los «cuidadores» del cargamento.

Entonces, regresó a su zona: Pilar. Allí, la noche del 12 de octubre, lo mataron a Algerini. Entonces, Sturm dejó de moverse por Pilar. Sin embargo, la madrugada del 12 de diciembre, lo encontraron en Recoleta.

Hay dos teorías: un doble ajuste de cuentas por una doble entrega o una sucesión de asesinatos por un robo a un tercer uruguayo. Como sea, a los dos los eliminaron con el mismo arma. Y eso facilitó el trabajo de los investigadores. Así, están a un paso de resolverlos.

Hay una explicación detrás de la coincidencia de los viajes, por separado, de Juliá y de Sturm en el Volkswagen Gol Trend color gris plata: el vendedor era allegado del uruguayo. Su nombre ya figura en el expediente. Encripdata lo reserva para no entorpecer la investigación.

Pero no es la primera vez que familiares del comerciante de autos deben dar explicaciones en la Justicia: una mujer le vendió una casa en Los Sauces, Pilar, a María Eugenia Maronna, de una concesionaria investigada por lavado de activos, que cinco meses más tarde se la vendió por el doble a Fernando De Bórtoli, y donde vivió algún tiempo Gustavo Iglesias. El hijo de «Tano Nino» y «Chupa», barra de Boca, trabajaron para Miguel Ángel Villalba, el famoso «Mameluco», el capo narco que alguna vez soñó con ser intendente de San Martín.

Los familiares del vendedor no ocultan en redes sociales sus amistades con personas ligadas al narcotráfico, como Martín Asci, un «rey del norte», y Daniel Nacusse, alias «Patán».

Hay, también, una explicación para la maldición que viajaba en el Gol color gris plata: Tallone, Juliá y Sturm sabían que moverse a toda velocidad por el bajomundo incluía la posibilidad de acabar presos o muertos.

Algunos saben retirarse justo a tiempo.

Solo algunos, y sobreviven para contarlo.


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