Encripdata

El hilo invisible entre el crimen y el poder

Reprograman el juicio al clan Villalba por vender la «droga fea» que mató a 24 personas en Puerta 8

Reprograman el juicio al clan Villalba por vender la "droga fea" que mató a 24 personas en Puerta 8

Clan Villalba, a juicio por vender la "droga fea" en Puerta 8. Crédito: Encripdata.

-Estamos acá, supuestamente hay un re ‘bondi’ por esa porquería en todo San Martín.
-Sí, ya sé, me dijeron, yo recién vengo de visita y me enteré todo el ‘bondi’, bolu.
-Sí, sí, está todo el ‘bondi’.
-Todo a la calle, tiraron todo a la cancha lo que estaba para tirar, hicieron todo cagadas.
-Sacaron la droga fea, la sacaron a vender a la mañana
-Son locos, también, eso estaba todo para no tirarlo, estaba todo para guardar, boludo.

Cuando faltaban dos semanas, el Tribunal Oral Federal 5 de San Martín reprogramó el inicio del juicio a Miguel Ángel Villalba, el famoso “Mameluco”, su hijo Iván Gabriel Villalba, alias “el Salvaje”, y varias personas más por haber vendido la cocaína con carfentanilo que mató a 24 personas y mandó al hospital a 80 consumidores más el 1º de febrero del 2022 en Puerta 8 y Villa 18, el histórico centro de operaciones de esta organización narcocriminal.

Ahora, entonces, el tribunal abrirá el debate el 6 de diciembre con la lectura del requerimiento de elevación a juicio y la individualización de las imputaciones, según pudo saber Encripdata. El fiscal de juicio será Carlos Cearras. Así, la etapa de las testimoniales, casi en su totalidad, quedaría para el próximo año, tras la feria judicial.

El mismo día del desastre, “Mameluco” reconoció que era el dueño de la droga mezclada con el opioide sintético 100 veces más potente que el fentanilo. Pero, en esa “escucha” telefónica, lanzó un reclamo ante Matías Pare y Ruiz, alias “Mocho”: le recriminó que él había dado la orden de retirarla del mercado -porque una semana antes dos probadores habían terminado internados-, pero que alguien lo desobedeció y la puso de nuevo en circulación.

El motivo inconfesable, que podría costarle la vida a quien lo admitiera, estaría vinculado con un doble crimen, como adelantó el periodista Agustín Ceruse en LA NACIÓN.

La tarde del 2 de septiembre del 2021 en La Reja, Moreno, el clan Villalba le tendió una trampa a Rodrigo Omar Landriel, uno de los suyos, por quedarse con un “vuelto” de Villa Curita. Algunos dicen que era mucha plata; otros, mucha droga, que es lo mismo que dinero pero en especie. Una fuente judicial explicó que lo hicieron cargo de ese supuesto faltante para correrlo del medio porque desafiaba a los mandos medios de la organización. Es cierto: “Nené” repetía que “Salvaje” era el “único jefe”. Como sea, lo mataron. Por el homicidio premeditado, el fiscal Leandro Ventricelli imputó a William Javier Zalazar, alias “Boli”, y “Mocho”.

Al día siguiente del crimen, su hermano Matías se fue de Puerta 8. Dejó de frecuentar ciertos lugares. Se escondió. Tardaron un mes en ubicarlo en una casa de Malvinas Argentinas. Lo mataron también.

Cuatro meses después, la noche del 1º de febrero del 2022, por poner “a la cancha lo que estaba para tirar”, empezó el desastre en Puerta 8 y Villa 18. En esa época, “Mocho”se ocupaba de pagar sueldos, arreglar con policías y suministrar la droga para la venta, o sea, era el encargado general de la organización en el exterior, los ojos y oídos en la calle de “Mameluco” y “Salvaje”, presos desde hacía varios años.

La investigación estuvo a cargo de la jueza federal Alicia Vence, su secretario Hernán Roncaglia y los empleados del juzgado de San Martín, quienes, además de reconstruir los roles de cada uno de los integrantes, descubrieron la ruta del dinero del clan Villalba, con empresas constructoras y agencias de autos de alta gama en la mira. Pero mientras más investigaban al capo narco y compañía, más se topaban, precisamente, con otra organización: un sector de la Bonaerense.

A pesar de la infiltración, la magistrada pudo avanzar gracias a las tareas realizadas por la Dirección Unidad Especial de Lucha contra el Narcotráfico y la DDI San Martín, ambas de la policía de la provincia de Buenos Aires, y por la División Hidrovía del Paraná y el Departamento Delitos Fiscales, de la Policía Federal (PFA).

En su requerimiento de elevación a juicio, el fiscal Paul Starc también apuntó a la Policía: “Cuando se habla de venta a gran escala de estupefacientes en el conurbano bonaerense se piensa en bandas conformadas por muchos sujetos que organizadamente venden drogas en varios puestos de distintas villas de emergencia, para lo cual extienden todos sus recursos a los efectos de controlar, si es necesario de forma violenta, el territorio donde realizan sus actividades, como así también realizar ataques a ‘bandas’ contrarias o a algún sujeto que deba ser ‘ajusticiado’. Es también parte del ideario que esas bandas pueden actuar tal como lo hacen por aquiescencia de las fuerzas de seguridad encargadas de su prevención e investigación, favor que las organizaciones narcocriminales obtienen mediante el pago de jugosas dádivas. Y es así. Todo ello se probó en esta investigación”.

La clave del juicio será la imputación: la jueza Vence envió a juicio al clan Villalba por la “comercialización de estupefacientes que se llevó a cabo el 1 y 2 de febrero por parte de integrantes de la mentada organización” y por el “poder de disposición que poseían sobre 480 envoltorios de nylon color rosado o anaranjado con clorhidrato de cocaína y carfentanilo” incautados en el búnker de Puerta 8 y por la “tenencia que detentaban ese mismo día de dos bolsas de nylon con 3346 envoltorios de nylon” de los mismos colores en una casa de Loma Hermosa -2 kilos de cocaína con carfentanilo, entre lo vendido y lo incautado-, pero no por los homicidios agravados por el uso de veneno como método insidioso porque aún no encontró elementos de convicción que le permitieran inferir el dolo sobre la acción, es decir, que vendieron la “droga fea” sabiendo que podían causar un desastre. Es más: esa “escucha”, a esta altura, beneficiaría a Villalba. No así a quien, desobedeciéndolo, volvió a poner en circulación esa “bolsa” para no terminar como Landriel.

En el banquillo estarán sentados, además, sus hijos Iván, “el Salvaje”, y Luca Nahuel Baigorria, alias “Dylan”; “Mocho”, “Boli” y veinte personas más, tanto que el tribunal deberá cambiar la sede habitual por una mucho más amplia para que puedan entrar el fiscal, los imputados, las defensas y los periodistas.

“Mameluco” ya tiene sobrada experiencia en juicios. En el 2004 lo sentenciaron a 12 años de prisión por liderar una incipiente banda dedicada al narcomenudeo en la Villa 18. Lo excarcelaron en 2009. Dos años más tarde, en 2011, lo detuvieron mientras hacía campaña como precandidato a intendente de San Martín. En el 2014 lo condenaron a 13 años por una operación de 30 kilos de marihuana. En el 2018 sumó 6 años por lavado de activos. Así, le unificaron las penas a 27 años tras las rejas, en procesos donde salieron a la luz las conexiones con familiares, barras de Boca e integrantes de la comunidad gitana. Y donde algo quedó claro: a pesar de los expedientes en su contra y gracias a la infiltración en las fuerzas de seguridad, su organización nunca paró de crecer en miembros, puntos de venta y recaudación.

Este año, el jefe del clan se sacó un gran peso de encima: señalado como el autor intelectual del homicidio de Candela Sol Rodríguez, el tribunal lo absolvió de culpa y cargo por el secuestro y muerte de la nena de 11 años cometido en agosto de 2011 en Villa Tesei, Hurlingham.

De regreso al desastre por el carfentanilo, los investigadores, a pesar de los esfuerzos, nunca pudieron determinar cómo llegó a dos de las villas más pobres de la Argentina. La DEA de los Estados Unidos no pudo comprobar la trazabilidad del opioide sintético por la escasa cantidad utilizada en el corte de la cocaína y, por lo tanto, tampoco pudo precisar si fue hecho en el país o en el exterior.

Al menos dos personas conocen los secretos de la ruta del carfentanilo: el primero, obviamente, es «Mameluco», porque la compró; el segundo, lógicamente, es el vendedor.

Conocen esa ruta y los peajes.

About Author