«Calavera» era preso de alto riesgo, pero movió 464 kilos de cocaína: lo descubrieron por un doble crimen
Por segunda vez en quince días, el juez federal Carlos Alberto Vera Barros procesó a Gustavo Fabián Pelozo, más conocido como «Calavera», esta vez por organizar una operación de 464 kilos de cocaína frustrada el 1 de julio en San Justo, Santa Fe. También a la pareja Agustina Ercoli Navarro, el suegro Mario Ercoli Navarro, el amigo Carlos Andrés Suárez, alias «Gordo Bichi», y hasta el abogado defensor Gregorio Gómez, clave en esta historia.
Aunque finalmente perdió el cargamento, Pelozo, a pesar del encierro y del sistema para «presos de alto riesgo», se las ingenió para organizar el movimiento desde la frontera con Paraguay hacia la Hidrovía.
Los investigadores pudieron evitarlo porque ya estaban investigando a «Calavera» por emboscar, secuestrar y asesinar a Silvio David Vitullo y Diego Fabián Segura, dos mecánicos hallados calcinados la tarde del 10 de diciembre de 2022 dentro de un utilitario Citröen Berlingo en Guernica, partido de Presidente Perón.
El móvil: haber formado parte de Los Lindos, la banda que el 24 de noviembre de 2022 le robó a Suárez una Toyota Hilux SW4 cargada con plata, cocaína o lingotes de oro, según documentos oficiales a los que accedió Encripdata, mientras visitaba a Pelozo en la cárcel de Ezeiza.
Por quemar vivos a los mecánicos, el juez Vera Barros ya procesó dos semanas atrás a «Calavera», «Gordo Bichi» y cuatro personas más, quienes cometieron ese doble crimen con ensañamiento, porque los hicieron sufrir prendiéndolos fuego, y con alevosía, porque se aprovecharon del estado de indefensión al que los sometieron. También por concurso premeditado y por homicidio criminis causa.
Las dos investigaciones fueron llevadas adelante por un equipo de fiscales: Diego Iglesias, Matías Álvarez y Matías Scilabra, titular y adjuntos de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar). A ellos se sumó Juan Argibay, de la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac).
La Procunar ya conocía a Pelozo. Consiguió condenarlo a 9 años de prisión por llevar adelante la logística de una organización de narcotráfico internacional: recibía las avionetas con hasta 400 kilos de cocaína en su pista de aterrizaje en Monte Maíz, Córdoba, los «enfriaba» en su casona de Ibarlucea y coordinaba las entregas con los clientes. De 34 años, empezó en el mundo del narcotráfico de la mano de Esteban Lindor Alvarado, uno de los dueños de Rosario; después se asoció con Jorge Adalid Granier Ruiz, un narcotraficante boliviano vinculado al Primeiro Comando da Capital (PCC) de Brasil. Por negocios que salieron mal, la sombra de «Calavera» se proyectó sobre el triple crimen de Ibarlucea de enero de 2022.
Para resolver el doble crimen de Guernica, los fiscales contaron con la colaboración de la Dirección de Investigaciones de Crimen Organizado de la Policía Bonaerense y del Escuadrón de Operaciones Antidrogas de la Gendarmería. Y para desbaratar la operación de narcotráfico, primero con la División Hidrovía del Paraná de la Policía Federal y luego con el mismo escuadrón de la Gendarmería.
Recolectando evidencias sobre el doble crimen de Guernica, los investigadores supieron este 8 de junio que Pelozo estaba a punto de realizar una nueva operación, pero, ahora, a través de Gómez, que de asistirlo como abogado directamente pasó a formar parte de la organización, un movimiento para burlar el Sistema Integral de Gestión para Personas Privadas de la Libertad de Alto Riesgo en el Servicio Penitenciario Federal (SPF).
Es cierto: con el Plan Bandera y el sistema para presos de «alto riesgo» en Ezeiza, Marcos Paz, Piñero y Coronda -entre otras medidas-, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, lograron reducir un 60% los homicidios dolosos en Rosario. Si en marzo, los jefes criminales ordenaban asesinatos al azar y amenazaban con aliarse para superar «los 300 muertos por año», seis meses después, bajaron los números de violencia extrema a los niveles de 2014.
Pero también es cierto que los jefes se las han ingeniado para seguir al frente de sus organizaciones narcocriminales: ejemplos de esto son esta operación de 464 kilos de cocaína por parte de «Calavera» Pelozo y el secuestro con final incierto de Gastón Tallone por parte de Los Monos, ambos organizados durante las visitas de abogados para burlar el sistema para presos de «alto riesgo».
Ahora, tras el doble procesamiento, los investigadores deberán ir por el flujo constante de dinero que garantiza la supervivencia de la organización: las empresas y propiedades de «Calavera» en Córdoba. Y las autoridades, perfeccionar el sistema para que estos presos dejen de ser un riesgo.