Alvarado quería fugarse de la cárcel de Ezeiza colgado de un helicóptero en 20 segundos: cómo se frustró el plan maestro
En una investigación contra reloj, el juez federal Ernesto Kreplak y los fiscales Cecilia Incardona y Diego Iglesias frustraron el plan de Esteban Lindor Alvarado de escaparse de Ezeiza como nunca antes: en 20 segundos en un helicóptero que, según pudo reconstruir Encripdata, tenía programado aterrizar este viernes al mediodía en el patio de la cárcel de máxima seguridad.
En el operativo relámpago, policías federales de las superintendencias de Drogas Peligrosas y Operaciones Federales arrestaron a Andrés Alcides Donnet y Gianluca Orpianesi, alias «Gringuito», e incautaron el helicóptero Robinson R44 antes de que despegaran de un aeródromo privado de Gualeguaychú, Entre Ríos, y las autoridades del Servicio Penitenciario Federal (SPF) requisaron la celda de Alvarado en Ezeiza.
Aunque no tiene tanta fama como los Cantero, los Villalba o los Lanatta, Alvarado es uno de los pesos pesados del hampa. Sobre sus hombros pesan una condena a prisión perpetua por instigar el crimen del prestamista Lucio Maldonado, por ser jefe de la asociación ilícita en concurso real con el lavado de activos y por cuatro amenazas coactivas -entre agravadas y calificadas- para obtener concesiones por parte de miembros de poderes públicos; una sentencia de 15 años de prisión por organizar el transporte de 493 kilos de marihuana; y un procesamiento por lavado de activos. Y a pesar de todo eso, desde su celda seguía al frente de su organización.
La sombra de Alvarado, además, cubrió de misterio el crimen de Carlos Héctor Argüelles, el mecánico que le preparaba los «doble fondo» de los autos y que un día quiso salirse del negocio, se convirtió en «arrepentido» de la Justicia y advirtió que su otrora jefe tenía una lista con los objetivos a eliminar: como reveló Encripdata, se encontraban el por entonces ministro de Seguridad provincial, Maximiliano Pullaro, un abogado -que no vive en Santa Fe y pidió no ser mencionado por lo delicado del asunto-, el diputado provincial Carlos Del Frade y, obviamente, él.
La investigación comenzó una semana atrás, el 2 de marzo, cuando un testigo de identidad reservada denunció que Alvarado y otro interno ya tenían todo armado para fugarse al día siguiente. El denunciante tenía la justa: aportó las coordenadas desde donde partiría un helicóptero negro.
Los fiscales a cargo del expediente ganaron tiempo: el 3 de marzo, fecha de la cinematográfica operación, activaron allanamientos en las prisiones de Ezeiza, Marcos Paz y Rawson, Chubut, que tenían pensado realizar más adelante en busca de pruebas para demostrar que Ariel Máximo Cantero, alias «Guille», seguía al frente de los Monos desde su celda e incluso mediaba entre las facciones enfrentadas.
A Alvarado no le quedó otra que postergar su evaporación.
Ironías del destino, Cantero, aunque involuntariamente, le arruinó el plan a Alvarado, su archirrival.
Tanta es la bronca entre ellos que Alvarado le cambió el apodo: le dice «Robledo Puch», por los años que debe pasar tras las rejas para cumplir las condenas. 96 años. «Guille», por su parte, fantasea que Alvarado pueda ofrecer 3 millones de dólares para que alguien lo mate en el pabellón 7 de la Unidad Residencial II de Marcos Paz, que lo tiene todo para él, aislado hace rato del resto de la población.
Tras los allanamientos en las cárceles contra los Monos, Alvarado no se dio por vencido. Simplemente esperó el momento adecuado para activar el plan. El 4 de marzo por la tarde le preguntó a alias «Lobo», el piloto contratado para sacarlo de la cárcel en helicóptero, cómo iban los preparativos:
-Esta semana vamos a laborar al detalle… sabes…
-Sí, sí, ¿querés que hagamos la red? Bien hecha, bien atada.
-A mí me gustaría saber si aerodinámicamente no es perjudicial para nada eh sería mucho mejor para la operación, pero de última lo estuvimos viendo ahí con el ‘Gringuito’ de bajar sin las puertas atrás y en los patines ustedes suben, pegan el salto y se ve cómo, es viable también la operación, pero, bueno, dejame que investigo un poquito lo de la red, más que nada por el tema aerodinámico.
-Dale. Yo calculo que no va afectar mucho.
-¿Esteban, vos qué preferís? ¿Esquís o red?
-Lo más seguro jaja.
-Lo más seguro son los esquís… no ponemos nada en riesgo. Bajo un segundo más y se suben, pero solo pueden subir dos eh.
Alvarado usaba WhatsApp con foto de Al Capone. Escribía y de inmediato eliminaba los mensajes más comprometedores. Pero algunas pistas de su plan no llegó a borrar. «Lobo», por su parte, le inspiraba confiaba y le mostraba fotos del helicóptero ya listo en el hangar para cuando le diera la orden. La idea era que Alvarado y el otro interno colocaran una red debajo de los patines del Robinson 44 y resistieran unos minutos en esa posición a una velocidad de 200 kilómetros por hora hasta perderse de vista en el aire.
La extracción, coincidieron, no debía llevarles más de 20 segundos.
Y de Ezeiza sin escalas a un campo de General Rodríguez.
El 8 de marzo repasaron detalles del plan:
-¿Cómo estás?
-¿Cómo vamos?
-Te mando un par de videos.
-Sí.
Alvarado envió dos videos.
-Puedo bajar con un árbol ahí jaja.
-Siii, es grande de verdad, pero de arriba se debe achicar jaja.
-Naaa, he bajado en espacios confinados de verdad. ¿Hoy salieron?
-Las columnas uno de otra deben estar a 30 o 35 metros.
-Árboles, cables, columnas.
-Siii, lo probaste.
-Nada que temer.
-Esa es la actitud.
-Mañana voy a ir a mi punto y ahí te mando.
-Dale.
-Y de paso dejo todo en regla para el día.
El día elegido fue este viernes 10 de marzo. Alvarado y un compañero de pabellón, vestidos con remeras naranjas, lo esperarían en el patio al mediodía, a la hora en la que la mayoría de los internos juega al fútbol o hace ejercicio.
«Lobo» no llegó a despegar, pero desapareció justo a tiempo. Alvarado, en tanto, quedó detenido en la misma cárcel de la que pretendía escapar. Allí recibirá nueva imputación, esta vez por querer hacer una película para Netflix.