Encripdata

Un paso adelante

Ordenan rematar el campo de un policía condenado por lavar 2,5 millones de dólares del financista Guastini

Ya tiene fecha el juicio por jurados contra el único detenido por el crimen de Guastini

Ya tiene fecha el juicio por el crimen de Guastini. Crédito: Ministerio de Seguridad.

Siete meses después de ser condenados a pagar una multa por narcolavado, el policía bonaerense Fabián Guillermo Ayala y el contador Nazareno Gutiérrez por fin comenzarán a saldar su deuda con la Justicia y la sociedad: como ninguno tiene los 41 millones de pesos exigidos para no ir a la cárcel, el juez Luis Gustavo Losada, a pedido del fiscal Nicolás Czizik, ordenó rematar los pocos bienes que tienen, embargarles una parte de sus sueldos de funcionarios públicos y completar el resto con tareas comunitarias en Cáritas Argentinas, según la resolución a la que tuvo acceso Encripdata.

Por ayudar a Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», a lavar 20,8 millones de pesos del narcotráfico internacional, el magistrado ordenó rematar en subasta pública la parcela rural en Las Flores, provincia de Buenos Aires, y la pick up Fiat Strada Adventure modelo 2007 del policía Ayala una vez que sean tasados por la Unidad de Información Financiera (UIF). También decidió embargar dos cuentas bancarias con fondos. Como no es suficiente, deberá cumplir cuatro horas semanales de tareas comunitarias en Cáritas Argentinas.

Era eso o que el juez ejecutara el artículo 21 del Código Penal: «Si el reo no pagare la multa en el término que fije la sentencia, sufrirá prisión que no excederá de año y medio«.

Sobre el contador Gutiérrez, el magistrado ordenó embargar un departamento de la calle Florida 520 que estaba a su nombre, pero que en realidad era de Guastini, para rematarlo en subasta pública y el 20 por ciento de sus ingresos como contador en la Administración de Parques Nacionales. Como no es suficiente, para completar también deberá cumplir cuatro horas semanales de tareas comunitarias en Cáritas Argentinas.

Así, el también zafó de ir a prisión.

Guastini, el jefe de Ayala y Gutiérrez, era un capo del narcolavado: dueño de casi todo el edificio de la calle Florida 520, desde allí armaba la logística para mover las ganancias del narcotráfico internacional de varias organizaciones criminales entre la Argentina, Ecuador, México y España. Las «mulas» de «Dolarín» atrapadas in fraganti en los aeropuertos dejarían en el camino un total de 1.524.715 de euros y 1.443.030 de dólares entre el 6 de diciembre de 2012 y el 6 de mayo de 2014.

Pero en un período muy similar, entre el 5 de diciembre de 2013 y el 25 de junio de 2014, Guastini compró siete propiedades por 20,8 millones de pesos, que para la época eran 2.649.275 de dólares, según los documentos oficiales a los que tuvo acceso Encripdata. En limpio: aunque sus «mulas» perdieron 2,5 millones de dólares, él pudo adquirir inmuebles por 2,6 millones.

Las siete propiedades estaban registradas a nombre de Paraíso Construcciones SA, una empresa que en los papeles pertenecía al financista Hugo Díaz y la esposa Natalia Puccar, pero que en la realidad la administraban Gutiérrez y Ayala por encargo del propio «Dolarín». De esas unidades, tres eran del edificio de Florida 520, donde tenía su cueva principal, y dos eran del de la calle Lavalle 658, donde tenía más oficinas.

Los otros dos, en Puerto Madero: el 7 E de la calle Petrona Eyle 355, ni más ni menos que en el exclusivo edificio Aleph, del Grupo Faena, por el que firmó un boleto de compraventa por 2,3 millones de dólares.

Consciente de que los investigadores le seguían los pasos tras las sucesivas caídas de sus «mulas», «Dolarín» aprovechó la Ley 27.260 de Sinceramiento Fiscal y de esa manera blanqueó la tenencia en el país de seis de los siete inmuebles por un total de 39.172.450 pesos, alrededor de 2,5 millones de dólares según la cotización oficial del 12 de abril de 2017.

A Guastini, a poco de ser condenado a 3 años de prisión en suspenso por el millonario tráfico de divisas, lo mataron la mañana del 28 de octubre de 2019 a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes.

A tres años del crimen, los investigadores aún no saben por qué alguien quiso fuera de juego al capo del narcolavado: si porque, como «arrepentido», estaba entregando datos en la Justicia de los clanes para los que había trabajado, si porque dejó al descubierto cómo la Bonaerense se robó la mitad de la cocaína secuestrada en la operación «Leones Blancos» o si porque, más cerca en el tiempo, hizo algún negocio que salió mal.

El único detenido del caso, Marcelo Fabián Padovani, solo dijo que a él lo contrataron «los colombianos» y no mucho más.

A la muerte de «Dolarín», los investigadores fueron por sus bienes: así llegaron hasta Ayala y Gutiérrez.

El policía y el contador la sacaron barata: están vivos, libres y, bienes más, bienes menos, pueden seguir con sus vidas.

En el mundo en el que se movieron por muchos años al lado del capo del narcolavado, no es poco.

About Author