El «Maradona» de Marbella: ya tiene fecha el juicio al clan sueco por el crimen de David Ávila Ramos
Ya no bastaba con matarlo. Ahora había que hacerlo frente a su familia. Para que ellos también sufrieran.
Él se la buscó, pensó el que le puso precio a su cabeza, el que dio vuelta el reloj de arena, el que se sentó a esperar que pasara lo que tenía que pasar.
David Ávila Ramos había hecho caso omiso a los avisos. Una noche de marzo de 2018, le prendieron fuego el Marbella Fight, el gimnasio que tenía en San Pedro Alcántara. Otra noche pero de abril, fueron por el Heaven Beach Club, el chiringuito que tenía en Guadalmansa. La cuenta regresiva llegó a su fin el 12 de mayo de 2018: aquel mediodía, el sicario esperó paciente a que terminara la comunión en la Iglesia de la Virgen del Rocío y cuando David se subió al Audi, se acercó y sin mediar palabra, lo ejecutó delante de todos.
Eran las 13.49 y el sol tampoco daba tregua.
El hijo, recién bautizado, y la hija, también menor, fueron testigos sin quererlo del final del «Maradona» entre los traficantes de la Costa del Sol. Dicen quienes lo conocieron que ese apodo se lo ganó en Málaga por su torpeza para jugar al fútbol, pero en el país del verdadero Maradona también acrecentó su mito porque antes de que lo sacaran de la cancha, dio que hablar.
El 31 de enero de 2014, por caso, aterrizó con el también español Juan José Morito González en el aeropuerto internacional de Ezeiza. En Migraciones declararon 70 mil euros producto de la agencia de autos que tenían en Puerto Banus, una zona exclusiva de la Costa del Sol, pero los agentes a cargo de los scanners descubrieron que en realidad traían 684.630 euros y 254.000 dólares más.
A través de la concesionaria, «Maradona» y «Juanito» triangulaban legalmente autos de alta gama entre Alemania y Marruecos e ilegalmente, todo lo que pudieran, total las ganancias se lavaban con las ventas de esos vehículos caros. En este caso, sin embargo, esas divisas tenían otro origen.
La Justicia argentina los relacionó rápidamente con Diego Xavier Guastini, un contador de profesión que podía ser lavador e informante a la vez así como narco y espía. Esa plata en realidad era parte de las ganancias del clan Loza con la cocaína en el viejo continente. Dueño de la cueva financiera de la calle Florida 520, Guastini movió mucho más que los 1.524.715 de euros y 1.443.030 de dólares que sus «mulas» dejaron en el camino entre el 6 de diciembre de 2012 y el 6 de mayo de 2014. Para tener una idea: aunque perdió todo eso, al mismo tiempo compró siete propiedades por 2,6 millones de dólares. Pero esa era la historia de «Dolarín» y los otros clanes para los que trabajó.
Por el tráfico de divisas, «Maradona» pasó toda una temporada sin poder salir de la Argentina. Para que no se aburriera, Guastini le prestó su piso del 7 E de la calle Petrona Eyle 355, ni más ni menos que en el exclusivo edificio Aleph, del Grupo Faena. También vivió un tiempo en el country del Banco Provincia. «Juanito», en cambio, prefirió el perfil bajo en la casa de la calle Alem 1280, en Lanús. En los partidos que «Dolarín» organizó en su quinta de Abbott, todos confirmaron que la habilidad de «Maradona» estaba, ciertamente, del otro lado de la línea de cal.
De regreso a la Costa del Sol, siguió tirando paredes con los suyos. Hasta que hizo una jugada fea. O varias. Algunos dicen que fue por robarles a unos colombianos un cargamento de 400 kilos de cocaína en el puerto de Málaga; otros, que fue por darles el «chivatazo» a los policías para que les incautaran a otros colombianos 8740 kilos en el puerto de Algeciras; o tal vez por las dos cosas, «entregar» a unos y robarles a otros para quedarse con una comisión pagada en kilos, lo cierto fue que lo ejecutaron el 12 de mayo de 2018 delante de sus hijos y la virgen del Rocío en San Pedro Alcántara.
Así acabó su carrera rápida y furiosa en la Costa del Sol.
Algunos dicen que un tal «Vaca» se quedó con sus millones. Otros dicen que fue «Limonero». Y que esos millones eran de las deudas impagas. Tras el crimen, según pudo reconstruir Encripdata con base a documentos de la Unidad de Droga y Crimen Organizado Central (UDYCO) de la Policía de España, a Gonzalo Daniel Loza, alias «Junior», se le cruzó por la cabeza la idea de secuestrar al hijo para quedarse con el botín de «Maradona».
Junior: El Juan debe estar escondido, enterró la plata.
Loza: A mí me iban a dar 100 paquetes ese día que lo mataron, yo lo encuentro un miércoles al David.
Junior: Debe tener 50 millones enterrados ahí.
Loza: 9 mil creo que voltearon.
Junior: No, eran 9 millones de euros.
Loza: No, 9 mil kilos voltearon con la Policía, pero él estaba metido.
González: Sí, pero estaba muerto, lo que robaron fueron 4 millones.
Junior: Viste que ahora que lo mataron a ese, Málaga está seca, seca, seca.
Loza: Ahora, hace cinco días mataron a dos en Estepona. Marbella se convirtió peor que Calabria.
Junior: Anda en busca de gilada, ahora.
Loza: ¿Ah?
Junior: Pero esa plata está enterrada en algún lado.
González: Seguro, ubicar esa plata puede tardar un año.
Loza: Pero se lo van a cargar… la mujer del David dijo eso.
Junior: ¿Y si se lo secuestramos al hijito?
Loza: No, pobrecito la criatura, Junior, si delante del chiquito lo mataron, boludo, cuando salía del bautismo.
Junior: Lo vieron cuando entraba y no le quisieron hacer nada, lo quisieron hacer frente a la familia.
Loza: Yo estuve con el primo del David.
Junior: Ese está preso, ahora lo deben estar cagando a palos.
Loza: No, el otro, él tiene otro primo, el que está preso es el cuñado, ‘el Limonero’.
Junior: Lo deben estar cagando a palos preguntando dónde está la plata.
Loza: Sí, pero mataron a uno, vos te viste el colombiano que te dio el Citröen C2 a vos, a él también lo pasaron.
Junior: Claro, si te gusta el durazno, aguantate la pelusa.
Al final no hubo secuestro, José Gonzalo Loza murió en un hospital de España y «Junior» fue condenado, pero en la Argentina, a 6 años de prisión por 59 hechos de lavado de activos.
Mientras tanto, los detectives españoles identificaron como responsable de ese y otros crímenes al jefe de una oficina de «encargos» en Marbella: Amir Faten Mekky, descendiente de una familia iraní en Copenhague, Dinamarca, donde nació el 6 de mayo de 1997, pero con toda su vida hecha en Malmö, Suecia. De ahí que su banda en la Costa del Sol se hizo conocida como «el clan de los suecos». La Interpol lo descubrió el 3 de junio de 2020 en Dubai sacando la basura de la casa.
Los jueces de la Audiencia Provincial de Málaga ya pusieron fecha para el juicio al clan: será el 19 de septiembre. Para el 21 de octubre se espera la sentencia. Tal vez entonces se sepan más jugadas de «Maradona» y cuál fue la determinante para que le «cortaran las piernas».