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Un paso adelante

«Esa plata está enterrada en algún lado»: el día que «Junior» Loza quiso secuestrar al hijo de alias «Maradona» en Marbella

Clan Loza: una muestra de cómo opera el narcotráfico

Clan Loza: una muestra de cómo opera el narcotráfico. Crédito: Encripdata.

Junior: El Juan debe estar escondido, enterró la plata.
Loza: A mí me iban a dar 100 paquetes ese día que lo mataron, yo lo encuentro un miércoles al David.
Junior: Debe tener 50 millones enterrados ahí.
Loza: 9 mil creo que voltearon.
Junior: No, eran 9 millones de euros.
Loza: No, 9 mil kilos voltearon con la Policía, pero él estaba metido.
González: Sí, pero estaba muerto, lo que robaron fueron 4 millones.
Junior: Viste que ahora que lo mataron a ese, Málaga está seca, seca, seca.
Loza: Ahora, hace cinco días mataron a dos en Estepona. Marbella se convirtió peor que Calabria.
Junior: Anda en busca de gilada, ahora.
Loza: ¿Ah?
Junior: Pero esa plata está enterrada en algún lado.
González: Seguro, ubicar esa plata puede tardar un año.
Loza: Pero se lo van a cargar… la mujer del David dijo eso.
Junior: ¿Y si se lo secuestramos al hijito?

Internado en un hospital de Madrid, José Gonzalo Loza organizó una reunión con su hijo Gonzalo Daniel, alias «Junior», y su socio local Francisco González González, más conocido como «Javi» por su segundo nombre. Los médicos debían tratarlo por un cáncer de esófago en estado terminal, pero él también usaba la habitación como base de operaciones. Tenía decidido «colgar los guantes», sabía que le quedaba poco tiempo, pero antes le quería pasar «todas las líneas» a «Junior». Con tan solo 23 años recién cumplidos, el heredero del clan propuso secuestrar al pequeño hijo de David Ávila Ramos, alias «Maradona», un socio español asesinado ese mismo año. Ese diálogo, revelado ahora por Encripdata, y muchos muchas quedaron grabados: una jueza de Málaga había ordenado instalar en octubre de 2018 un micrófono ambiente para engancharlos por un alijo de cocaína descubierto un año antes en la Costa del Sol.

El 4 de noviembre de 2017, los detectives incautaron 530 kilos de cocaína en un galpón de Almuñecar, bien al sur, tras seguirle los pasos por un año a una organización narcocriminal internacional. Al día siguiente, pero en la otra punta del país, fueron por más porque la banda también operaba en Zarautz. En el depósito señalado, no había nada a simple vista. Hasta que alguien arrancó una excavadora: bajo tierra estaban otros 612 kilos con la marca de la «W».

Pero en esas horas, «Junior» pudo mover una parte del cargamento. Aunque con el «culo lleno de preguntas», como recordaría después, llegó a sacar 260 kilos de Almuñecar. Media hora después, la Policía Nacional reventó el galpón. Cinco integrantes de la organización no tuvieron la misma suerte: tres británicos cayeron en la Costa del Sol y dos españoles, en el País Vasco.

A razón de 1.200 dólares por kilo, los Loza pagaron 1.682.400 dólares por esos 1.402 kilos al boliviano Wilson Maldonado Balderrama, más conocido como «BMW» por sus iniciales al revés y por su droga de primera como la marca de autos, y aunque perdieron 1.142 kilos en Almuñecar y Zarautz, con los 260 kilos «coronados» por «Junior», podían obtener 7.280.000 euros brutos (28 mil euros por kilo) en el continente europeo. Stefano Di Profio era el encargado de llevarlos a Italia. Allí, con la venta al consumidor final, con un gramo a 60 euros, podían multiplicar las ganancias.

Y, al parecer, hicieron plata rápidamente: «Junior» entró el 17 de noviembre de 2017 al Hotel Royal Ramblas de Barcelona con bolsas en las manos y salió al rato con las manos vacías. En ese hotel se hospedaba «Javi» González González. Al día siguiente, lo hizo de nuevo. «Javi» ya se había encargado de conseguir dos pasajeros: Gabriel no quiso, Baquero tampoco, pero «Bienve» sí. A Víctor fue más difícil convencerlo:

– ¿Tú cuánto puedes escaparte de ahí?
– No sé, a ver cuanto, no sé.
– ¿Cómo mucho cuánto?
– Hombre, cuatro o cinco días, pero más es complicado, a ver, puedo organizarlo para no estar un fin de semana, en un principio.
– Yo, si tú me dices que te puedes escapar siete días, el jueves te estás viniendo conmigo.
– A que estamos hoy… vale, en un principio sí.
– Jueves o viernes o para el fin de semana como mucho, pero vamos que estoy organizando ya, la verdad que yo… a mí no me hace falta, pero como a tí te hace falta, yo te tiro a tí la mano. Vas a ganar cinco veces lo que ganas ahí.

El 19 de noviembre de 2017, finalmente, partieron desde Barcelona hacia el aeropuerto de Barajas, Madrid. Al día siguiente, en el aeropuerto de Ezeiza, los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) revisaron las valijas de Bievenido González Lomeña y Víctor Calvente Cavero: llevaban 365.800 euros sin declarar. Los uniformados retuvieron a las dos «mulas» e incautaron la plata. Casi al instante, «Javi» le avisó al resto.

Loza padre perdió la calma: él mismo se presentó en el juzgado federal a cargo de Pablo Yadarola para ponerles a las dos «mulas» un abogado de confianza. No solo eso: cuando el magistrado las excarceló, el jefe del clan las alojó por un tiempo en la casa de la calle Arce 560, las Cañitas, que había puesto a nombre de sus hijos «Junior» y Alan Iván Loza. Después, cuando regresó a España, Víctor se reunió varias veces con «Javi» y «Junior».

Así, dejaron los dedos pegados por todos lados.

Y no les fue gratis.

El juez Yadarola se enteró que al clan Loza ya lo venía investigando su par Sergio Torres con suerte esquiva desde el 2011. El primero, entonces, con una punta contundente sobre la ruta del dinero, se quedó con todo el caso. A él se sumó el fiscal de la Procuraduría de Narcocriminal (Procunar) Diego Iglesias. El juez y el fiscal primero intercambiaron información con todos: la Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac), la Unidad de Información Financiera (UIF), la Aduana, la AFIP, la Gendarmería y hasta la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Por unos miles de euros, los Loza se pusieron a casi todo el aparato del Estado en contra.

Y, luego, también a agencias internacionales: Yadarola e Iglesias organizaron en La Haya, Países Bajos, un Equipo Conjunto de Investigación (ECI) con las autoridades del juzgado y de la fiscalía antidrogas de Málaga, la Policía Nacional de España, la fiscalía antimafia de Génova, la Guardia de Finanzas de Italia y, como invitados, representantes de Perú.

Pero ellos no lo sabían.

Y siguien haciendo negocios.

En eso, William Oscar Weston Millones, «Negro», acordó con Loza padre explorar una nueva línea con una célula del clan del Golfo asentada en Santa Marta, Colombia. Eran solo 50 kilos para probar la ruta. La idea era triangularla por México para «coronar» en España. A los colombianos los conformó con una escritura de propiedad como garantía, pero a los mexicanos les tuvo que adelantar la plata invertida por «Junior» y su amigo Giuliano Zubieta Cáceres. Pero todo salió mal: los segundos le robaron el dinero y los primeros fueron a buscarlo a Buenos Aires. «Negro» se salvó porque estaba camino a Perú, su país natal, con el cargamento a salvo. Loza padre le exigió explicaciones:

– ¿Qué pasó con lo que invirtieron los pibes? Estoy con los dos pibes acá. Lo quiero sacar, por lo menos lo que invirtieron, duplicar el capital para que queden contentos porque está el pibe mío y otro amigo del pibe mío que lo puso al dinero, por lo menos que le demos algo más de lo que invirtieron porque ya la segunda la hago por Colombia y ellos van a recuperar todo lo que ellos invirtieron, ellos duplicando su dinero y volver a invertir para que ahí sí sale bien, pero de momento el pibe mío salpica por las nubes. No me dejes tirado en esta que yo aposté todo lo de los pibes.
– Eso está nulo. La mercadería está guardada. Nos mintieron, nos vieron la cara de tontos, lo único que puedo rescatar es que tengo el producto guardado, ahí podemos ver cómo rescatar un poco de dinero y de ahí ver yo con lo que tengo, igual te lo levanto y te lo llevo de lo que yo le he entregado porque después es una mentira o sea nos hicieron perder tiempo, como siempre, la misma situación, como siempre, te digo, pero la plata de los pibes, la cosa de los pibes está intacta, si quieren yo le doy vuelta México que ahí va a haber una mercancía o te devuelvo tu dinero. Esta noche salimos para Perú, tengo plata para darle.

Pero después de la visita de los narcos colombianos al «Negro», «Junior» se quedó muy preocupado y se lo hizo saber a su padre:

– Sabes que andan diciendo que la plata me la gasté yo con vos. Yo estuve allá, pero la plata no la toqué.
– Y bueno, ese pelotudo, eso tenés que decirle.
– El Erwin me dijo: ‘Mirá que antes que nos manden a matar a nosotros, lo mando a matar a él’. Yo no te dije nada porque estaban los amigos tuyos, yo no voy a dejar que toquen a la familia ‘Gordo’, el Erwin no va a dejar que le saquen los negocios a él.

«Junior», además, quería recuperar la plata invertida:

– Yo ya le dije al ‘Negro’: ‘Negro, vos vas a ser el responsable.
– Sí…
– Le voy a decir: ‘Negro, yo me quedo con el departamento de Canning hasta que recuperes la plata.

Loza padre, en cambio, seguía confiando en Weston, no por amistad sino por conveniencia: era un hombre clave de la banda para la logística en América Latina:

– Pero se equivocó el chabón, boludo, el chabón no nos quiso cagar jamás en la vida.
– Sí, pero las equivocaciones te llevan a la muerte.
– Bueno, qué querés que te diga…

Y la muerte llegó, pero desde otro lado: un sicario a las órdenes de Amir Faten Mekky, jefe de una oficina de encargos, le disparó cinco tiros a quemarropa a Ávila Ramos mientras se subía a su Audi. Esa mañana del 12 de mayo de 2018, «Maradona», por su torpeza para el fútbol, salía de la comunión de su hijo en la Iglesia de la Virgen del Rocio en San Pedro Alcántara, cerca de Marbella. Su esposa, sus dos hijos y un amigo, ya acomodados en el auto, fueron testigos involuntarios del ajuste de cuentas.

Ávila Ramos conectaba varios casos: por empezar, pretendió el 31 de enero de 2014 entrar por Ezeiza con 754.630 euros y 254.000 dólares junto con el también español Juan José Morito González diciendo que en parte era producto de su agencia de autos en Puerto Banus, también en la Costa del Sol, pero el multifacético Diego Xavier Guastini, que podía ser lavador e informante a la vez como narco y espía también, reconoció que en realidad eran dos de sus «mulas» que traían el dinero obtenido por el clan Loza del narcotráfico en el viejo continente. Tiempo después, «Maradona» pasó a hacer negocios con Loza. Pero, en algún momento, quedó con una deuda.

Algunos dicen que «Maradona» le robó a unos colombianos un cargamento de 400 kilos en el puerto de Málaga. Otros dicen que fue el que dio el chivatazo para que la Policía Nacional le incautara a otros colombianos 8740 kilos en el puerto de Algeciras. Tal vez hizo las dos cosas: «entregar» a unos y robarles a otros para quedarse con algo que no era suyo, una estrategia que tal vez le enseñó Guastini tras protagonizar «Leones Blancos» en diciembre de 2013 del otro lado del océano Atlántico. Pero los dueños de la droga se enteraron rápido: primero le prendieron fuego el gimnasio Marbella Fight School y después el chiringuito Heaven. El tercer aviso fue directamente la muerte delante de su familia. En consecuencia, nunca canceló la deuda con los Loza.

Ya en la reunión en el hospital, en octubre de 2018, «Junior» le propuso a su padre recuperar esa deuda a través del hijo de «Maradona»:

– ¿Y si se lo secuestramos al hijito?
– No, pobrecito la criatura, Junior, si delante del chiquito lo mataron, boludo, cuando salía del bautismo.
– Lo vieron cuando entraba y no le quisieron hacer nada, lo quisieron hacer frente a la familia.
– Yo estuve con el primo del David.
– Ese está preso, ahora lo deben estar cagando a palos.
– No, el otro, él tiene otro primo, el que está preso es el cuñado, ‘el Limonero’.
– Lo deben estar cagando a palos preguntando dónde está la plata.
– Sí, pero mataron a uno, vos te viste el colombiano que te dio el Citröen C2 a vos, a él también lo pasaron.
– Claro, si te gusta el durazno, aguantate la pelusa.

El 12 de diciembre de 2018, finalmente, el juez Yadarola y su par español ordenaron decenas de allanamientos y detenciones para desbaratar al clan Loza y sus socios europeos. A «Junior» podrían haber juzgado en Málaga por el alijo de cocaína, pero como al momento de los operativos estaba en Buenos Aires, llegó a juicio por 59 hechos de lavado de activos -entre esos, la compra de una vieja Ferrari que supo ser del verdadero Maradona- con esa operación de narcotráfico como delito precedente, que finalmente le costó en el 2021 una condena a 6 años de prisión.

A Loza padre no lo juzgaron: falleció el 6 de noviembre de 2019 en el hospital.

Tres semanas antes, un sicario ejecutó a Guastini en Quilmes.

Dentro de todo, «Junior» la sacó barata: a finales de este año, al cumplir dos tercios de la pena, podrá solicitar la libertad condicional. Con 26 años tendrá a disposición las líneas y los contactos que heredó de su padre.

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