La «ruta del éxtasis»: a él lo condenaron por traficar 2 kilos desde Bélgica y ella murió por consumir una pastilla en una fiesta electrónica de Córdoba
Él tiene 31 años, acaba de ser condenado y aún así tiene suerte. La suerte que no tuvo ella, de 28, que siempre fue una chica sana. Ellos no se conocieron, pero representan las dos caras del mismo problema.
El que tuvo suerte, aunque no parezca, fue Matías Santiago Trinidad, un joven programador oriundo de Chaco, pero instalado en Buenos Aires. El juez Jorge Alejandro Zabala, del Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 3 porteño, lo sentenció la semana pasada a 3 años de prisión en suspenso por traficar dos kilos de MDMA. Aunque formaba parte de una de las tantas bandas que buscan ganar plata con «la ruta del éxtasis», como se conoce popularmente a esa droga sintética, consiguió que solo lo responsabilizara por una encomienda proveniente desde Bélgica.
Todo comenzó el 10 de junio del año pasado cuando los agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) llevaron adelante una «entrega controlada» en la sucursal de DHL en la avenida Córdoba al 5000, donde lo arrestaron ni bien se presentó para retirar el paquete haciéndose pasar por otra persona.
Dentro del tocadiscos había tres bolsas con cientos de pastillas: la mayoría eran grises con forma de faraón egipcio, una era rosa con forma triangular y otra era roja con forma de corazón. En total pesaron 2112 gramos, que alcanzaban a cubrir 11.880 dosis umbrales.
En la casa del joven programador, uno de esos alquileres temporales en el microcentro porteño, los investigadores incautaron los materiales con los que había hecho otras 493 pastillas celestes con forma de diamante.
A Trinidad no le quedó otra opción que declarar como imputado colaborador para poder salir antes de la cárcel. Así, el fiscal Jorge Dahl Rocha descubrió una banda dedicada a la «ruta del éxtasis»: mandaban cocaína hacia Bélgica y desde allá recibían MDMA. Todo por encomiendas.
Finalmente, la fiscalía de juicio consideró, por un lado, la cantidad de éxtasis y el método de ocultamiento como agravantes, pero, por otro lado, la inexistencia de antecedentes penales, su contexto familiar y su colaboración una vez descubierto el contrabando como atenuantes.
Por todo eso, el juez, de manera unipersonal como en los casos de juicio abreviado, homologó el acuerdo, lo sentenció a 3 años de prisión en suspenso.
Eso sí: deberá pagar una multa de 213.750 pesos. A decir de las acreditaciones que tuvo en su cuenta bancaria en los últimos tres años, no es más que un vuelto.
Pero aunque estas pastillas parecen inofensivas, la muerte puede estar a la vuelta de la esquina. O a la fiesta siguiente: Agustina Di Martino fue este sábado a una fiesta electrónica en Malagueño, Córdoba. Como contaron sus amigas, tomó una pastilla de éxtasis y a la sobreexitación inicial le siguió una sensación de deshidratación que intentó contrarrestar tomando mucha agua. Pero su cuerpo no resistió: murió el domingo por un edema cerebral en un hospital. Los investigadores ahora buscan saber quién fue el dealer.
Trinidad, de 31, y Di Martino, de 28, no se conocieron, pero al final representan las dos caras del mismo problema, donde la peor parte no se la llevan quienes las venden sino quienes las consumen.
Siempre.