Acorralar, matar y huir: cayó el hombre que ayudó a escapar al sicario que ejecutó a Guastini
La suerte de Marcelo Fabián Padovani se había acabado en marzo del año pasado. Los detectives ya lo caminaban de ese entonces. No tenían dudas de que era uno de los hombres que había participado de la emboscada a Diego Xavier Guastini el 28 de octubre de 2019 en Quilmes para callarlo para siempre. Solo hacía falta que un fiscal quisiera atraparlo. Y para eso hubo un cambio. Encripdata pudo saber que los agentes de las Divisiones Homicidios y Drogas Peligrosas de la Policía Federal (PFA) finalmente recibieron la orden este jueves y lo detuvieron en su casa de Bernal.
En aquel momento, hace ya 16 meses, el fiscal Martín Conde ya sabía cómo habían matado a Guastini: un sicario en moto esperó media hora en la calle General Paz hasta que vio pasar el Audi marcado. Una Toyota Hilux bloqueó la esquina para impedirle el paso. Le encajó tres balazos contra el vidrio antes de que la víctima pudiera agarrar su Glock. Al final, el asesino se subió a un Ford Kinetic y todos se marcharon a toda velocidad.
En el Ford Kinetic lo esperaba justamente Padovani. Los detectives reconstruyeron lo que vino después a partir de las cámaras de seguridad: los dos viajaron hasta la avenida 9 de Julio y allí el sicario se bajó, corrió lo más rápido que pudo y se escondió en el microcentro porteño.
En Quilmes, mientras tanto, uno de los primeros en llegar a la escena del crimen fue el policía Adrián Gonzalo Baeta, que declaró como testigo por ser cercano a la familia aunque algunos sospecharon que extrañamente apagó los celulares de su amigo para que nadie los pudiera abrir.
Apagar esos teléfonos eran matar por segunda vez a la víctima.
Porque esos teléfonos quemaban. Guastini, en realidad, quemaba: era informante de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y «buchón» de la Policía Bonaerense. Y cuando hablaba, prendía fuego a todos. Tanto que declaró como «arrepentido» en varias causas por narcotráfico. En una incluso señaló a su amigo Baeta. Reconoció que entre los dos armaron lo que se conoció como el operativo «Leones Blancos». En ese caso, la jueza Sandra Arroyo Salgado y el fiscal Fernando Domínguez acusaron al fiscal Claudio Scapolan de liderar ese operativo para robar con otros policías la mitad de la cocaína secuestrada. A Baeta ya lo procesaron. Si Guastini viviera, correría la misma suerte. Pero esa es otra historia.
Con Conde a cargo y Baeta en libertad, el caso no avanzó mucho. Pero el policía cayó el 6 de enero de este año por «Leones Blancos» y la viuda de Guastini, a instancias de su abogado Fernando Arias, denunció al fiscal el 14 de enero por «poner en riesgo el resultado de la investigación» al filtrar datos a periodistas.
En consecuencia, la fiscal de Quilmes Karina Gallo, su par de la UFI especializada en drogas María Clarissa Antonini y el fiscal federal de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar) Diego Iglesias reemplazaron el 15 de marzo a Conde. Ellos releyeron el informe que los detectives habían entregado en marzo de 2020. Pidieron más precisiones, especialmente porque en todo ese tiempo, uno de los involucrados había vendido uno de los autos usados en la emboscada y porque misteriosamente también había desaparecido la grabación de una cámara se seguridad.
Padovani, partícipe necesario, finalmente cayó este jueves.
Los detectives, con nuevo entusiasmo, ahora irán por el resto: los de la moto y la camioneta, el sicario y el autor ideológico.
Padovani no esperaba que después de tanto tiempo lo detuvieran: por eso en su casa tenía un kilo y medio de cocaína.
Tal vez porque lo agarraron con la guardia baja, Padovani soltó que a ellos los contrataron colombianos enojados con Guastini. Pero eso deberá ratificarlo ante los fiscales.