El final del «Narcogolf»: la pelea entre arrepentidos, un colombiano fantasma y un juicio abreviado para salir de la cárcel
Tal vez Sebastián Fargeta no lo sabía, pero él no era el único traficante que estacionaba su auto en el estacionamiento de las Torres de Yacht. Encripdata pudo saber que este despachante de Aduana, que en realidad buscaba debutar en el mundo narco, tenía la oficina de su empresa de comercio exterior en el piso 22 y un departamento en el piso 38 de la torre norte. Diego Xavier Guastini, por su parte, conocía la cochera porque alquilaba uno de los cuatro penthouses entre los pisos 43 y 44, desde donde podía divisar la costa uruguaya y espiar la Casa Rosada.
Guastini sí era todo un narco aunque se presentaba como financista: varias causas a traficantes y lavadores dejarían al descubierto que también fue informante de la Secretaría de Inteligencia (AFI) y buchón de la Bonaerense.
Tal vez Fargeta tampoco lo sabía, pero Pablo Portas Dalmau, uno de los narcos con los que iría a traficar cocaína entre Salta y Buenos Aires, era a su vez una de las «mulas» de Guastini en el contrabando de divisas para bandas narco aún más importantes.
Elías Exeni era otro de los narcos experimentados aunque aprendió a los golpes los códigos de ese mundo: Mario Alberto Córdoba asesinó el 10 de diciembre de 2010 de un disparo en la cabeza a Hiladia Vallejos y de varias cuchilladas en el cuello a Ángel Chame. Hiladia era la mamá del «Turco» Exeni. Aunque el tribunal que sentenció al sicario por ese «doble crimen de Icaño» consideró que el móvil era un doble homicidio en ocasión de robo, el fiscal federal Rafael Vehils Ruiz profundizó la investigación porque en la casa de la mamá del narco había kilos y kilos de precursores químicos. Otro tribunal, entonces, condenó a los dueños de esas sustancias, los hermanos sirios Barakat Barakat y Fadel Barakat.
Exeni guardó silencio diez años sobre la relación entre los precursores químicos en la casa de su mamá y los dueños de esas sustancia. El fiscal descubrió que «Turco» conocía a los Barakat por otra operación de narcotráfico en Chile. Ese expediente sigue abierto en Salta. Lo único que diría años más tarde es que alguien mató a una novia suya, Dirse Lenny Pizarroso Claure en Yacuiba.
Un tribunal boliviano finalmente sentenció a la propia hija de la víctima por el parricidio, pero esa es otra historia.
Fargeta, entonces, planeaba mover su primer cargamento de cocaína junto con Portas Dalmau, Exeni y dos colombianos, el «mandamás» Héctor Alfonso Cabrera y el «químico» Luis Alberto Quintero.
Había un tercer colombiano: Germán Augusto Correa Calderón. La AFI alertó a los investigadores sobre el viaje del 9 de octubre de 2017 de Correa Calderón con Fargeta y Exeni a Salvador Mazza, Argentina, y Yacuiba, Bolivia, para cerrar la operación para, como confesaría un «arrepentido», «bombardear» 428 kilos para vender en Buenos Aires y otros 300 kilos para «coronar» en Europa.
Pero los detectives le perdieron el rastro a Correa Calderón.
Por segunda vez.
En otro expediente, Guastini, como «imputado colaborador», declaró que el colombiano había formado parte de la banda de Alberto «Papo» Mejía y un tal «Gabriel» que estuvo detrás de «Leones Blancos«. Incluso aportó la dirección de donde paraban: Guardia Vieja al 3800, Ciudad de Buenos Aires. Sin su ayuda por demás interesada, los policías bonaerenses no habrían llegado a la quinta donde se preparaba todo. El operativo del 29 de diciembre de 2013 terminó, tras un giro sorprendente, con traficantes de menor peso absueltos y con el fiscal Claudio Scapolan investigado por irregularidades en el caso.
Correa Calderón, «Papo» y «Gabriel» nunca fueron siquiera molestados en 2013.
Por eso el primero pudo hacer contacto en 2017 con la banda de Fargeta.
El juez federal Federico Villena finalmente ordenó el 26 de enero de 2018 las detenciones de Fargeta y compañía: al despachante de Aduana lo atraparon en su casa del Olivos Country Golf Club, un barrio privado con seguridad las 24 horas, de allí que el operativo se llamó «Narcogolf».
Tras la caída, uno de los involucrados quiso manchar al propio Guastini. A «Diego, el contador», como lo llamó el nuevo «arrepentido», tampoco le fue bien después de «entregar» a tantas personas con las que había hecho negocios: un sicario lo calló para siempre el 28 de octubre de 2019.
Ahora, tres años después, el «Narcogolf» está por llegar a su fin: Encripdata pudo saber que los cinco acusados firmarán un juicio abreviado con el fiscal de juicio Rodolfo Molina por el que recibirán solo seis años de prisión. Eso les bastará a todos para recuperar la libertad al menos de manera condicional.
Aunque siempre dijo conocer a Guastini por haberle vendido un auto, Portas Dalmau obtendrá su segundo juicio abreviado: el primero, en 2019 junto con Guastini, por organizar «mulas» para traficar divisas de bandas narco y ahora éste por narcotráfico.
Fargeta, como pauta de conducta a cumplir, no deberá pisar la Aduana por un buen tiempo. No está claro si podrá administrar la empresa que tiene abierta en Panamá.