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Un paso adelante

Un misterio llamado Gabela: el primer policía que apuntó a Pérez Corradi por el triple crimen está desaparecido desde 2017

Gabela, Molina y Ocampo: tres historias paralelas del triple crimen

Tres historias paralelas del triple crimen. Crédito: Encripdata.

«Esto fue obra de Pérez Corradi» le adelantó el jefe de la Comisaría 50 José Fernando Gabela a Diego Ferrón con la seguridad de quien está a punto de resolver un caso. Ese lunes 11 de agosto de 2008 Damián Ferrón llevaba tres días desaparecido junto con Sebastián Forza y Leopoldo Bina. La banda integrada entre otros por los hermanos Lanatta y los hermanos Schillaci plantarían los cuerpos de los tres jóvenes el 13 de agosto de aquel año en General Rodríguez. Encripdata pudo saber que ahora, trece años después, del que no se sabe nada es del comisario Gabela.

Pero aquel 7 de agosto de 2008 era todo misterio. Lo único que se sabía era que habían dejado prendida fuego la camioneta de Ferrón en la calle Galicia 2789. Dentro, intactos, estaban los documentos de Damián y Sebastián. Aquella tarde también abandonaron el auto de Forza en Solís 1055.

https://encripdata.com/2021/05/16/triple-crimen-de-general-rodriguez-renuncio-el-ultimo-abogado-que-apuntaba-contra-perez-corradi-como-autor-intelectual/

Para los familiares todo era confusión, pero los ejecutores no habían dejado ningún detalle librado al azar.

A la camioneta de Ferrón la colocaron a solo 750 metros de Unifarma SA, la droguería de Mario Martín López Magallanes, ubicada en la avenida Juan B. Justo 6186. Al auto de Forza, cerca del depósito de Ricardo «Ricky» Martínez, donde guardaba efedrina.

A los cuerpos los plantaron al costado del camino a Navarro, a pocos metros de la 6, «la ruta de la droga», y a 900 metros del Elevage Resort, siempre vinculado a Carlos Enrique «Coti» Nosiglia, uno de los históricos operadores del radicalismo con más influencia en la Secretaría de Inteligencia (SIDE).

El mensaje en clave de la banda integrada entre otros por los Lanatta y los Schillaci era preciso, pero los familiares de las víctimas no pudieron descifrarlo en aquel momento, algunos por el shock y otros por el silencio, pero trece años después quedó claro: quienes ejecutaron a Forza, Ferrón y Bina les hicieron notar así a López Magallanes y «Ricky» Martínez, vinculado a «Coti» Nosiglia, que sabían de sus roles como proveedores de efedrina del mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza para su «laboratorio» de metas en la quinta de Ingeniero Maschwitz.

Los autores materiales e intelectuales tuvieron al menos una semana para planificar cada detalle de la emboscada, el triple crimen y los mensajes: Martín Lanatta activó el 1 de agosto de 2008 un Nextel a nombre de otra persona para hablar únicamente con Forza. Así, mientras engañaba a Forza con la promesa de entregarle efedrina para que con Ferrón y Bina se la revendieran a Martínez Espinoza, también le avisaba por otro teléfono a Ibar Esteban Pérez Corradi, de vacaciones en México, sobre las gestiones en la Sedronar para conseguir el permiso para importar efedrina.

A los investigadores que tomaron el caso en el 2016 siempre les llamó la atención que el comisario Gabela tuviera la certeza el 11 de agosto de 2008, cuando ni siquiera se habían encontrado los cuerpos, de que todo fue obra de Pérez Corradi cuando, como quedó demostrado, la banda integrada entre otros por los Lanatta y los Schillaci pensó en cada detalle para amenazar a los argentinos que habían hecho negocios con Martínez Espinoza.

De Bina, en cambio, no plantaron nada en Buenos Aires o General Rodríguez que guiara a los detectives hacia sus cómplices en el tráfico de efedrina, pero sí dejaron un mensaje muchísimo más directo: a Leopoldo le cortaron la oreja derecha antes de ejecutarlo.

Sus amigos lo entendieron: Cristian Heredia negó que Bina se dedicara al negocio de la efedrina, Carlos San Luis rechazó que tanto él como Leopoldo conocieran a Rodrigo Pozas Iturbe y Ricardo Sladkowski llegó a decir que Bina «estuvo en el momento y en el lugar equivocados».

Ante el pacto de los cómplices de Leopoldo, a los fiscales Ana María Yacobucci y Juan Ignacio Bidone no les quedó otra opción que avanzar en la hipótesis de que Forza, con sus problemas con Pérez Corradi, la «mafia de los medicamentos», el lavado del financiamiento de la campaña del Frente para la Victoria (FPV) del 2007 y las mesas de dinero, arrastró a la muerte a Ferrón y Bina.

Recién en el juicio de 2012 la viuda de Bina se animó a decir ante el tribunal de Mercedes que su esposo enviaba efedrina desde 2007 junto a Heredia, San Luis, Sladkowski y el jefe de todos ellos: el mexicano Pozas Iturbe. Pero ya era tarde para abrir esa línea de investigación. Los jueces condenaron a los Lanatta y los Schillaci como «partícipes necesarios» del triple crimen y señaló a Pérez Corradi, como lo hiciera desde el tercer día el comisario Gabela, como el autor intelectual, pero el acusado, para ese entonces, ya estaba prófugo.

Ahora, trece años después, Heredia, San Luis, Sladkowski y Pozas Iturbe esperan el juicio en su contra por traficar efedrina con Bina.

A Pérez Corradi lo complicaron sus amenazas varias a Forza, la deuda que esperaba cobrar de éste y, especialmente, la sociedad con Lanatta para importar de manera legal efedrina para no depender más de terceros ni contrabandearla como si fuera pólvora. Pero Forza recién empezaba en el negocio: los detectives no pudieron saber cuántos kilos pasaron por sus manos. Sí, en cambio, los que manejó Bina: 1436 kilos por orden de Pozas Iturbe. Mario Segovia fue sentenciado por enviar 8400 kilos a un cártel mexicano. Pérez Corradi fue condenado por desviar más toneladas que el supuesto «rey de la efedrina»: 11.700 kilos a la célula de los García Mena y Juárez Lima.

Los argentinos desviaron hacia los mexicanos 50 toneladas de efedrina entre 2004 y 2008.

En esa línea, José Luis Salerno, socio de Ferrón, declaró el 27 de octubre de 2008 que Gustavo Ricchiuto le había comentado que «ya se sabía que Pérez Corradi había pagado 100 mil pesos a personal policial de la Comisaría 50 para cometer el asesinato de Forza». Esa versión no cerraba por ningún lado porque el jefe de esa unidad, el comisario Gabela, lejos de guardar el secreto sobre el supuesto pacto con Pérez Corradi, afirmó ante Diego Ferrón que el autor de la hasta entonces triple desaparición era justamente Pérez Corradi.

Salerno es el mismo que sostuvo en el 2015 en Periodismo Para Todos (PPT) que el por entonces candidato a gobernador de Buenos Aires, Aníbal Fernández, había sido «la Morsa», el funcionario que le cobró un «peaje» a Forza para que no lo molestaran más, pero que ante la jueza federal María Servini confesó que dijo eso porque alguien le había ofrecido asesoramiento para su defensa por la «mafia de los medicamentos».

Forza, concluyó la magistrada, nunca estuvo cerca de «cagarle el negocio» a Pérez Corradi.

La disputa en realidad pasaba por otro lado: como reveló Encripdata el 14 de abril de 2021, Pozas Iturbe sintió la triple traición de Forza y Ferrón y especialmente Bina: querer cambiar el precio del kilo de pesos a dólares durante la reunión del 25 de julio de 2008, el envío del 29 de julio por parte de Bina de 60,25 kilos de efedrina rebajados en un 33% con azúcar a sus espaldas y hasta pretender hacer negocios en agosto con otra célula, la del por entonces prófugo Martínez Espinoza, rival a la suya.

Por todo esto, la jueza Servini le dictó la falta de mérito a Pérez Corradi como autor intelectual del triple crimen.

Hizo algo más: adelantó que «resulta imprescindible contar con el testimonio» del comisario Gabela para que «explique cómo a 72 horas de los homicidios tomó conocimiento de quien sería el autor de los hechos y contaba con una fotografía del aquí imputado».

Pero Gabela, a esta altura ya retirado de la fuerza, es un fantasma: Encripdata pudo saber que la magistrada lo busca desde el 21 de febrero de 2017 para que declare. Los policías a cargo de notificarlo llevan cuatro años rastreándolo sin suerte. Y eso que lo quiere escuchar simplemente como testigo.

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