Encripdata

Un paso adelante

Investigan si el hermano de un exministro de Alberto amenazó a los Tallone para cobrar otro rescate

Los Monos mantuvieron en cautiverio a Tallone en Ingeniero Maschwitz

Los Monos mantuvieron en cautiverio a Tallone en Ingeniero Maschwitz. Crédito: GSV.

-¿Qué haces, Robin?
-¿Cómo andas, Batman?
-Estuve el lunes con el gordo Gastón, estuve en Capital, aparentemente fue a Delirio, en Recoleta, hubo una razia en el boliche, los guardaron a todos, desapareció, es raro.
-No, me estás jodiendo.
-La que interviene ahí es la segunda, la ex 17, la comisaría, si podes averiguar, genial, así le damos una mano.
-¿Pero no estarían merqueando? Se los llevaron a todos por merqueros.
-No sabemos, el gordo sabes en la que está, la posta es esa, pero, por ahí, si tiene quilombo, ahí le metemos los bogas, ¿entendés?
-Sí, bueno, dale.
-Porque tenerla, la tiene eh me entendés…

Aquel lunes, Gastón Tallone le pidió a su custodio que le entregara 100 mil dólares a otra persona en una estación de servicio de Belgrano. Su custodio cumplió. Él dejó de atender el teléfono. Los amigos sabían que esa noche iría a Delirio. Pensaron, entonces, que por algún problema en el boliche, la Policía lo hizo pasar la noche en la comisaría. Pero, en realidad, a Tallone lo secuestraron por robar 340 kilos de cocaína. Y ya pasaron tres meses sin noticias de él. Ahora, las autoridades investigan si los amigos, enterados de lo sucedido, extorsionaron a la familia, en esas horas donde todo era confusión, para sacarle más plata.

La fiscal Josefina Minata, de Concepción del Uruguay, y el fiscal Santiago Marquevich, de la Unidad Fiscal Especializada en Crimen Organizado (Ufeco), pudieron reconstruir que el socio Juan Carlos Miró, el exsocio José Uriburu, el narcotraficante Gustavo Juliá y dos rosarinos privaron ilegalmente de la libertad a Tallone la tarde del 8 de julio en la Ciudad de Buenos Aires y lo mantuvieron cautivo la primera noche en una casa precaria de Ingeniero Maschwitz.

El juez federal Pablo Seró ya procesó a Miró y Uriburu, ordenó la captura de Juliá, famoso por el narcojet a España, y solicitó medidas para tratar de identificar a los dos rosarinos. Como reveló Encripdata, el jefe de Los Monos, Ariel Máximo Cantero, «el Guille», organizó desde su celda el secuestro de Tallone para intentar recuperar el cargamento.

Pero las «escuchas» telefónicas, a las que accedió Encripdata, hablan del plan de los amigos de Tallone para sacarle más plata a la familia de alguna u otra manera, ya sea haciéndose pasar por los secuestradores, proponiendo armar un equipo de búsqueda, ofreciendo custodia o acercando a un abogado, con la condición de pagar por adelantado. Tenían un dato: peleados por el control de Terminal Puerto de Concepción del Uruguay, en plena Hidrovía, donde se produjo el robo de la droga, Tallone, supuestamente, se quedó con «800 lucas verdes estancadas» que «le cagó a Uriburu», pero por el rescate, solo entregó 100 mil. Entonces, los propios amigos de la víctima pretendían quedarse con el resto. Entre ellos se encuentran un abogado, un policía y el hermano de un exministro albertista. En esta instancia, este medio reserva los nombres.

-Está guardado el gordo, lo tiene Uriburu.
-Vamos a ser sinceros, el gordo está muerto, boludo, qué guardado…
-No, boludo, no, el gordo está guardado, te lo digo yo y por lo que dice el custodio.
-Para mí, el gordo es boleta, boludo.
-No lo van a boletear, si pone la guita, no lo boletean.
-La guita no la va poner, boludo.
-El custodio está esperando que le digan: ‘Bueno, decime cuánto tengo que llevar y adónde’, ¿entendés? Está para hacerle una, pero es muy jodido eso.
-¿Es muy jodido qué cosa?
-De hacer esa movida porque qué sabe quién lo llama, lo llaman de un teléfono x, compra dos chips.
Como hice yo recién.
-Claro. Che dejá la plata en tal lado y en 24, en 12, en 3 horas está él afuera, dejá 200 mil en tal lado, chau. El tema es cómo lo levantamos después.
-Al que lo tenés que correr es al custodio: ‘Eh abrí más el juego’.
-Decime que yo no le tengo mucha confianza al poli y a su gente, viste, porque si no la hago, operan bien porque cortan a la gente de verdad, te digo porque los conozco, son pesados de verdad, son canas.
-Y sí, qué se yo, viste, es medio raro, yo tengo el mensaje preparado para mandárselo, no se lo mando, entonces.
-Sí, igual, ¿qué tiene que ver una cosa con la otra? Sí está bárbaro el mensaje, boludo, está precioso. Se van a cagar más, sobretodo el consuegro, que es un cagón.

El 11 de julio, a las 14 horas, el hermano del exministro albertista colocó un chip nuevo y, según las constancias del expediente, amenazó al consuegro: «Ya mandamos de gira a Tallone. La deuda sigue, más te vale que vos y todos junten la plata. El sábado empiezan los tiros de nuevo. O pagan con plata o con la sangre de tu familia. Caminaron este tiempo y se acabó. Paguen, sorete». Después, volvió a su línea habitual, desde la cual, sin saber que estaba intervenida, reconoció: «Como hice yo recién».

En paralelo, en esas horas frenéticas, otros amigos de la víctima intentaron convencer al hijo y al custodio para que dejaran en sus manos la búsqueda de Tallone. Sabían que el hijo quería hacer la denuncia. Sabían, también, que el custodio manejaba la plata. Entonces, le «vendieron» que tenían listo «la brigada, los servicios y la Interpol». Solo necesitaban su autorización para operar.

El año anterior, cuando Los Monos empezaron a perseguir a Tallone y Uriburu para saber quién había robado la droga, las familias recibieron amenazas. Primero fueron papelitos en las puertas de las casas: «Con la mafia no se jode». Luego les prendieron fuego los autos. Después empezaron los tiros. En consecuencia, Tallone contrató seguridad para su hijo y su consuegro. Uriburu, en cambio, se reunió 17 veces con «Guille» Cantero en la cárcel de Marcos Paz. Sabiendo que su visita tenía llegada al Gobierno, primero le ordenó transmitir un mensaje: «Que me mejoren las condiciones de detención y yo paro el baño de sangre». Y, al final, lo puso a prueba: su vida a cambio de la de Tallone.

Al 11 de julio, Tallone llevaba 72 horas secuestrado por Miró, Uriburu, Juliá y los dos rosarinos. Los amigos de la víctima, mientras tanto, ideaban cómo sacarle más plata a la familia, amenazas mediante:

-¿Sabes qué podemos hacer? Podemos hacer la de los mensajes eh total le podemos poner así que Tallone ya se fue de viaje, empiecen a juntar la plata que debe porque plata tienen.
-Mh no, sin nombrar al que se fue de viaje, que está guardado.
-Sí, está bien, yo sé que la tiene a la plata, ¿entendés?, pero vos no se la podés sacar, es un tema, ¿cómo haces para cobrar?
-Le digo al custodio, me va a llamar, me va a decir: ‘Amenazaron a este, a esta, al hijo’, le digo: ‘Bueno, yo lo que diría, loco, a ver si empiezan los tiros otra vez, cualquier cosa reforzamos la custodia, listo, pero esto es cash’. La baja al toque.
-Sí, hay que hacerle 50, 60 y nos vemos, la puta.

A partir del día siguiente, el hijo de Tallone recibió otras tres amenazas a través de un mismo número de WhatsApp. Fueron el 12, 15 y 16 de julio. Esta vez, la línea tenía el código de área de Rosario, pero los mensajes coincidían con la información conocida por los amigos de la víctima: hablaban de 800 mil dólares, apuntaban al custodio como el administrador de la plata y ordenaban no hacer la denuncia: «Con la mafia no se jode».

La investigación del secuestro comenzó por la denuncia de la fiscalía federal de Concepción del Uruguay, que investigaba al grupo por tráfico de influencias, tráfico de estupefacientes y contrabando. Como las «escuchas» telefónicas eran diferidas, los investigadores recién se enteraron el 12 de julio sobre el secuestro cometido el 8. Luego, el hijo de Tallone hizo la denuncia. Y hasta estos amigos declararon como testigos. A partir de entonces, se sumaron la fiscalía especializada en crimen organizado y la División Antisecuestros Sur de la Policía Federal. Operar ya no era tan fácil. Las extorsiones, entonces, terminaron el 16.

Los amigos siguen libres.

De Tallone, pocos saben.

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