Volver a matar: a quince años del triple crimen, ahora acusan a Lanatta y Schillaci por una muerte en la cárcel de Ezeiza
En el salón de usos múltiples (SUM) de Ezeiza, la cárcel de mayor seguridad del país, Pablo Miguel Ferraro apuñaló con una faca de 23 centímetros a Diego Gastón Guida y lo mató. Para que nadie pudiera defenderlo, otros internos lo rodearon, entre ellos Martín Lanatta y Marcelo Schillaci, dos de los cuatro condenados por el triple crimen de General Rodríguez.
Todo eso fue lo que pudo reconstruir el fiscal federal Sergio Mola, quien imputó a Ferraro como autor del homicidio agravado por su comisión con alevosía y a Lanatta, Schillaci, Juan Cruz Cei Byeskowna y Fernando Damián La Morticella como partícipes necesarios.
Guida, en este caso la víctima, estaba en la prisión sentenciado a perpetua por asesinar en el 2020 al policía Esteban Nicolás Lagos y el barrendero Juan Roberto Bonifacio arriba de un colectivo que circulaba por Barracas.
Cei Byeskowna, por intentar matar a su expareja.
La Morticella, por narcotráfico.
Lanatta y Schillaci, por la «privación ilegítima de la libertad agravada por su comisión mediante violencia en concurso real con triple homicidio agravado por su comisión con ensañamiento, alevosía y el concurso premeditado de más de dos personas» en calidad de partícipes necesarios, es decir, las ejecuciones de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, que pasaron a la historia como el triple crimen de General Rodríguez.
Lanatta, además, por todo lo que hizo durante los quince días que paralizaron al país entre finales de 2015 y principios de 2016: escaparse de la prisión, tirar a matar a dos policías de Ranchos y secuetrar a varias personas durante su huida por la provincia de Santa Fe hasta caer, golpeado y sediento, en Cayastá.
El crimen de Guida en la cárcel de Ezeiza sucedió el 22 de diciembre del 2023. El fiscal Mola pidió las indagatorias de los cincos acusados. Este viernes, Lanatta y Schillaci hicieron uso del derecho a negarse a declarar ante el juez federal Ernesto Kreplak, según pudo saber Encripdata.
Existen dos versiones del móvil detrás del homicidio: la primera, que Ferraro, tras una requisa general en el pabellón I, tomó una faca y apuñaló a Guida por una enemistad entre «ranchadas»; la otra, que la víctima arruinó un plan de fuga de los acusados, entre ellos, de Lanatta y Schillaci y, por eso, evitaron que otros internos lo ayudaran.
Los investigadores, hasta ahora, no encontraron indicios sobre eso, pero no sería la primera vez que Lanatta pretende escaparse de una cárcel. El periodista Agustín Ceruse y Diego Ferrón, hermano de una de las víctimas de la masacre de General Rodríguez, publicaron Operación Crystal, el expediente secreto sobre el triple crimen, en el que, además de reconstruir la triple fuga de la cárcel de General Alvear de 2015, revelaron quién fue el autor intelectual de las ejecuciones de Forza, Ferrón y Bina, cometidas el 7 de agosto del 2008.
Existen tres hipótesis sobre el instigador: la sospecha de que Ibar Esteban Pérez Corradi los mandó a matar para quedarse con el negocio de la efedrina; la pista de los mexicanos Juan Jesús Martínez Espinoza y Rodrigo Pozas Iturbe enojados por el juego a dos puntas de las víctimas; y el hilo invisible de los servicios de inteligencia locales y extranjeros, como la DEA de los Estados Unidos.
Durante la investigación por el triple crimen se borraron cámaras de seguridad, se adulteraron «escuchas» de la SIDE, se plantaron pruebas y se amenazaron a testigos. Dos de ellos, Ariel Vilán y Emiliano Marcos, se suicidaron. Así, la Justicia nunca pudo responder quiénes apretaron el gatillo, por qué plantaron los cadáveres en General Rodríguez si los secuestraron en Quilmes, quién era «la Morsa» y quién instigó el triple crimen. El hilo se cortó en los Lanatta y los Schillaci.
En Operación Crystal, los autores revelaron detalles inéditos sobre las operaciones encubiertas, ilegales y de falsa bandera, testimonios, «escuchas» telefónicas, informes de inteligencia, cables diplomáticos y la cumbre en la Embajada en la víspera del triple crimen, que marcó el fin de la «ruta de la efedrina» a México y Estados Unidos, y le dieron el derecho a réplica a la DEA.
El crimen de Guida es más simple: las cámaras de seguridad, cuadro a cuadro, mostrarán la historia completa.