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Un paso adelante

Preparan el juicio por jurados contra el único detenido por el crimen de Guastini, el capo del narcolavado

Padovani, el único detenido por el crimen de Guastini

Padovani, el único detenido por el crimen de Guastini. Crédito: Encripdata.

A dos años de su detención y tras cambiar tres veces de abogado, Marcelo Fabián Padovani tomó una decisión: que sean doce personas comunes los que resuelvan si es culpable o inocente. Alias «Pelado», «Grandote» o «Tuki» está acusado de haber intervenido la mañana del lunes 28 de octubre de 2019 en el crimen de Diego Xavier Guastini, el dueño de muchísimos secretos del narcotráfico a nivel local e internacional, tanto que en el expediente siempre sobrevoló la teoría de que alguien poderoso lo mandó a callar para siempre.

Contador de profesión, Guastini creció -y lo dejaron crecer- tanto que se convirtió en un capo del narcolavado de la Argentina. Por su oficio de cuevero, algunos lo llamaban «Dolarín». Por su financiera de la calle Florida 520 pasaron otros financistas y narcotraficantes, pero también policías y espías. Cuando sus negocios quedaron al descubierto, empezó a contar esos secretos a la Justicia a cambio de terminar preso.

En septiembre del 2019 lo sentenciaron, como buscaba, a solo 3 años de prisión en suspenso por ser el jefe de una organización que traficaba millones de dólares y euros del narcotráfico entre varios países.

Tras la condena, siguió entregando gente: en eso andaba hasta aquel lunes cuando una Toyota Hilux blanca le bloqueó el paso en la esquina de la calle Alberdi, a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes. Antes de que él pudiera desfundar su Glock, un sicario lo sorprendió por la izquierda, cumplió el encargo con tres disparos con puntería diversa y huyó de la escena con el resto del grupo. Eran las 8.15 de la mañana.

Como reconstruyeron los fiscales Karina Gallo (Quilmes), María Clarissa Antonini (UFI especializada en drogas), Sergio Mola (Lomas de Zamora) y Diego Iglesias (Procunar), al menos cuatro personas participaron en el asesinato de Guastini: el sicario, los conductores de una moto Honda y la camioneta Toyota Hilux y Padovani al volante de un auto Ford Kinetic rojo.

Los detectives de la División Homicidios de la Policía Federal arrestaron a Padovani el 24 de junio de 2021 en su casa de Bernal. Es el único detenido por el crimen. El 24 de junio pero de este año comenzó el período de admisibilidad de la prueba, según pudo saber Encripdata. Cuando se siente en el banquillo, seguramente el próximo año, Padovani llegará acusado del delito de «homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por precio o promesa remuneratoria y por el uso de arma de fuego».

Para los fiscales hubo acuerdo previo, división de tareas y precio o promesa remuneratoria por asesinar a «Dolarín». El motivo: «alguna consecuencia de las relaciones que Guastini poseía o bien su posición como colaborador judicial».

Y soltaron una hipótesis: «En una de las audiencias brindadas, Guastini afirmó que él había posibilitado que desde su financiera se comenzase el seguimiento para que se llevara a cabo el secuestro del material estupefaciente, y narró que una de las personas que había estado involucrada había sido Baeta, hoy detenido en el marco de esa investigación». Se refirió así al robo de media tonelada de cocaína a narcotraficantes en el 2013, es decir, «Leones Blancos«, operación por la que este año fue destituido el fiscal a cargo del caso, Claudio Scapolan.

«Tal mención -remarcaron- no puede ser analizada de manera aislada en tanto de la computadora personal de Baeta se extrajeron varias fotos del cuerpo de Guastini, aparentemente tomadas minutos después del hecho, y fotos de su lápida. Circunstancias que, sin lugar a dudas, deben ser investigadas con mayor profundidad. Pero para ello deviene preciso comenzar a desandar lo ocurrido el día de los hechos» con Padovani como «el primer ‘eslabón’ de una larga cadena de responsabilidades». Baeta nunca fue indagado por esto.

Para los fiscales, Padovani cumplió dos funciones aquella mañana: primero «alertó al ejecutor y al resto del grupo que era inminente el paso de Guastini» y tras el asesinato «brindó apoyo a la moto en la huida» y, en una zona donde no había cámaras de seguridad, hizo subir al sicario al auto y lo llevó hasta la zona del Obelisco, en el centro porteño, donde finalmente se bajó para perderse entre la gente.

En otras palabras: dio un aporte esencial para la consumación del hecho o incluso tuvo codominio funcional del mismo. Aunque no se haya bajado del auto, ese rol lo equipara al sicario en cuanto a la pena en expectativa: cadena perpetua.

Por eso la estrategia de Padovani será doble: poner reparos en todos los tramos del hecho imputado y como mucho reconocer que lo único que hizo fue sacar al sicario de la escena del crimen, es decir, hacerse cargo de una participación secundaria para evitar la cadena perpetua. Y lo más importante: sembrar dudas entre los jurados. Como la ley de juicios por jurados marca que frente al pedido de la pena máxima, bastará con que uno de ellos no lo considere culpable para que el tribunal deba declararlo inocente.

Nadie tiene dudas, a esta altura, que fue un crimen por encargo y que alguien dio la orden de asesinar a Guastini por un negocio que salió mal o por algo que no debió decir en la Justicia. Pero el plan armado no deja de llamar la atención: la Toyota Hilux que le bloqueó el paso tenía una chapa patente robada; Padovani, en cambio, usó el auto registrado a nombre de la esposa. Eso sí: no dio ni un solo dato sobre el asesino.

Aquel día, el sicario esperó, mató y huyó, siempre con la cara descubierta.

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