Un rumor que preanuncia una venganza: la banda de Sofía busca al traidor que le hizo perder 1658 kilos a un capo colombiano
Los jueces de la Cámara Federal de San Martín confirmaron a fin de año los procesamientos con prisión preventiva de José Damián Sofía y compañía, la conexión local de la bacrim -como denominan en Colombia a las bandas criminales herederas de los tres históricos cárteles de droga- que prometió «coronar» 1658 kilos de cocaína en España, el mayor decomiso en la historia de Santa Fe y el cuarto en toda la Argentina.
En el grupo del «Tano» Sofía y Gabriel Andrés Nicolau, desde el 26 de agosto, no hacen otra cosa que pensar y pensar quién pudo haberlos traicionado. Porque en sus cabezas no exista la posibilidad de que hayan caído de otra manera.
Oficialmente, la investigación del juez federal de Campana Adrián González Charvay contra la banda de Sofía comenzó como un desprendimiento de otro negocio en el que participaba el «Tano». A finales de marzo, el magistrado desarticuló a la organización del bosnio Bozidar Ratkovic y el búlgaro Dragan Rangelov luego de que pagaran 150 mil dólares en la Terminal Zárate para contaminar un container con 165 kilos de cocaína. Era una trampa: los dos agentes aduaneros en realidad eran policías encubiertos.
Sofía fue el que hizo el entre con los falsos aduaneros, pero como el bosnio y el búlgaro desconfiaban de él, prescindieron de sus servicios. Cuando realizaron el pago, que quedó filmado, al «Tano» ya lo habían bajado del negocio. Pero el juez no se olvidó de él.
Antes de todo eso, el 12 de mayo de 2021, desde la DEA de los Estados Unidos (Drug Enforcement Administration) alertaron a la Procunar (Procuraduría de Narcocriminalidad) sobre la presencia en Buenos Aires del colombiano Gabriel Jaime Londoño Rojas, mencionado en varios casos en curso en su país de origen. El fiscal Diego Iglesias, a cargo de la fiscalía antidrogas, puso en conocimiento de González Charvay el informe de la agencia estadounidense.
En esa vorágine, Sofía, Nicolau y los investigados -los que cayeron y los que aún no- buscan el momento exacto de la traición. Al traidor. Porque no creen que el principio de su final haya sido producto esas investigaciones. Y, entonces, van sobre sus propios pasos, investigan ellos mismos hacia atrás, para saber cómo llegaron a conectarse con la bacrim.
Encripdata pudo reconstruir el origen de la conexión: «Coco«, un narco que cambiaba cocaína por éxtasis en Bélgica, le presentó muchos años atrás a «Carca» a los colombianos. A su vez, «Carca«, un pirata del asfalto devenido en broker narco, le presentó a Nicolau a estos colombianos.
Este medio se reserva los nombres completos de «Coco» y «Carca» porque no están imputados.
Al final, Nicolau se asoció con el «Tano» Sofía para llevar adelane la logística que necesitaban Londoño Rojas -mencionado en el informe de la DEA-, Newson Cheung Sabogal y Álvaro Antonio Duque Ramírez, los representantes de la bacrim. Las malas lenguas dicen que Sofía y Nicolau dejaron fuera del negocio a «Carca», justamente el que los había presentado.
Londoño Rojas y compañía podrían ser los dueños de los 568 kilos que salieron en junio de la Terminal Puerto Rosario SA con destino final a Rotterdam, Países Bajos, hallados en el puerto de Santos Brasil; y de los 866 kilos que partieron en julio desde la misma terminal, descubiertos en Rotterdam. En estos casos, los colombianos arreglaron con cinco empleados para hacer los rip off de los contenedores. Para agosto, como planeaban un envío grande, el más grande de los tres, ya no les servía la mano de los infieles del puerto, necesitaban hacerlo de «empresa a empresa», es decir, preparar el embarque en un galpón para evitar miradas indiscretas sobre los 1658 kilos. Y eso fue lo que les ofrecieron Sofía y Nicolau.
Por ahora, el juez González Charvay y el juez federal de Rosario Carlos Alberto Vera Barros investigan los casos por separado, pero si los colombianos fueran los dueños de los tres cargamentos, como se rumorea en el bajo mundo del narcotráfico, en total habrían perdido 3092 kilos, unos 100 millones de dólares en el mercado mayorista europeo. El fiscal Iglesias, que colabora en los dos expedientes, tiene indicios varios para sustentar esa hipótesis.
Son muchos millones que perdió Londoño Rojas, arrestado por la Policía Internacional (Interpol) en diciembre en Abu Dhabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos.
Son muchos millones como para no preguntarse qué fue lo que pasó. De ahí a que haya habido un traidor es otra cosa, pero en el bajo mundo del narcotráfico saben que no existe la presunción de inocencia y la «indagatoria» entre cuatro paredes no es el acto de defensa por excelencia.
Saben, también, que la condena por traición no se purga en la cárcel.