De Rosario a Brasil y Países Bajos: hallan 1434 kilos de cocaína con el mismo sello del histórico decomiso de la DEA en la Hidrovía
La noche del 24 de junio, entre las 22.48 y las 22.52 horas, alguien apagó el circuito cerrado de televisión (CCTV) en la Terminal Puerto Rosario SA. Esos cuatro minutos y un par de movimientos en un punto ciego fueron suficientes. Tres días después, los empleados portuarios subieron una carga de maní al buque portacontenedores MAERSK Bermuda con destino a Zárate, Santos y, finalmente, Rotterdam. Pero, como pudo reconstruir Encripdata, a los Países Bajos nunca llegó: las autoridades de Brasil se dieron cuenta el 5 de julio de la maniobra. En el container, con los precintos cambiados, encontraron 568 kilos de cocaína con el sello de Louis Vuitton (LV). Y eso era solo el principio de esta historia de los 100 millones de dólares.
Después de recibir el alerta desde Brasil, el juez federal de Rosario Carlos Alberto Vera Barros y los fiscales Claudio Kishimoto y Diego Iglesias, este de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), abrieron una investigación para intentar individualizar a los integrantes de la «pata local».
Para eso, solicitaron la asistencia de la Dirección de Inteligencia Criminal e Investigaciones de la Prefectura Naval (PNA) y de la División Investigaciones Narcotráfico Hidrovía de la AFIP. Como los narcotraficantes consiguieron «contaminar» un cargamento legal a través del típico rip off, sospecharon de empleados infieles. Si la «ventana» de cuatro minutos les llamó la atención, la negativa de entregar el crudo de las grabaciones por parte de los representantes de la terminal privada terminó por confirmar su teoría: había portuarios cómplices.
La reticencia a colaborar por parte de la argentina Vincentin y la chilena Antares Naviera, del Grupo Ultramar, administradoras de la Terminal Puerto Rosario SA, demoró las cosas.
Mientras tanto, en Empalme Graneros, uno de los barrios más violentos de Rosario, los policías federales de la División Hidrovía del Paraná hallaron el 26 de agosto 1658 kilos de cocaína en un galpón sucio. Otra vez aparecía el sticker de Louis Vuitton, también el de Nemesio Oseguera Cervantes, alias «Mencho», el líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). La investigación a cargo del juez federal de Campana Adrián González Charvay y el fiscal Sebastián Bringas y con información aportada por la Estación Bogotá, Colombia, de la DEA de los Estados Unidos (Drug Enforcement Administration) se convirtió en el mayor decomiso de drogas de la historia de Santa Fe y el cuarto a nivel nacional.
Por ese histórico secuestro de cocaína, los policías federales atraparon ese mismo día a José Damián Sofía, alias «Tano», Gabriel Nicolau y doce personas más. Horas más tarde, como reveló Encripdata, el magistrado le ordenó a la Interpol la captura internacional de tres colombianos que, según información de la DEA, negociaron el cargamento con Nicolau en Colombia.
Mientras los uniformados acomodaban los «ladrillos» para presentar el operativo, un camionero, que estaba siendo investigado por la cocaína descubierta en julio en el puerto de Santos, habló unos segundos con un cómplice, pero no sobre lo sucedido en Brasil sino sobre lo que estaba ocurriendo en Rosario ese preciso momento.
-¿Qué onda, wey, estás en tu casa vos?
-Correcto, ¿por qué?
-Poné el cinco.
-¿Qué hay? ¿Lo que pasó hoy?
-Ya ponelo, no, no quiero hablar por teléfono.
-Sí. 12 perdidos hoy, había 17, ahora hay 12… lo vi a la mañana a todo esto… ¿te está hablando el viejo?
-Sí.
-Sí, sí, ya lo sé todo, tengo todo, todo tengo.
-Ah bueno, listo.
Eso no podía ser una coincidencia. No si a eso se le sumaba que las dos operaciones fueron realizadas en Rosario y que en ambas se encontraron «ladrillos» con el sello de la marca de ropa de lujo. Entonces, a través de la Procunar, los jueces y fiscales de uno y otro operativo empezaron a intercambiar información en busca de más coincidencias no tan casuales.
En eso estaban cuando las autoridades de los Países Bajos los alertaron el 31 de agosto sobre el hallazgo de 866 kilos de cocaína que habían salido justamente en julio desde el mismo puerto privado de Rosario y con el mismo sello, los famosos «ladrillos» de LV.
Hablar del puerto de Rotterdam es hablar de Ridouan Taghi y de sus Ángeles de la Muerte, es hablar de la Mocro Maffia, una organización narcocriminal de marroquíes de segunda o tercera generación con nacionalidad neerlandesa. Aunque Taghi está preso, no tiene problemas para controlar ese puerto y el de Amberes, Bélgica, y para ordenarles a sus ángeles las muertes de sus rivales. Sea donde sea. Y sea quien sea: por caso, el periodista Peter de Vries, en contacto con un «arrepentido», advirtió que estaba en la «lista negra» del capo mafia. El 6 de julio de 2021 lo comprobó con su vida.
De hecho, el primer ministro Mark Rutte, que solía ir a trabajar en bicicleta, tuvo que reforzar su seguridad por una amenaza que partió de la mismísima Mocro Maffia.
De regreso a la Argentina, tras la alerta de los Países Bajos, que se acumuló a lo ya investigado por lo sucedido en Brasil, el juez Vera Barros ordenó este miércoles las detenciones de cinco sospechosos: tres eran los camioneros que ingresaron los cargamentos de maní. Hay dos prófugos. Además, requisaron a los portuarios presentes en la terminal. A uno le encontraron 800 mil pesos encima.
Ahora, los fiscales buscan confirmar su sospecha: que todos estos «ladrillos» de Louis Vuitton son piezas de un mismo rompecabezas de tres toneladas. O, quién sabe, incluso más.