Encripdata

El hilo invisible entre el crimen y el poder

Estados Unidos condenó a perpetua a «Menchito»: deberá pagar una multa de 6 mil millones de dólares

Estados Unidos condenó a "Menchito", el 2 del CJNG

Estados Unidos condenó a "Menchito", el 2 del CJNG. Crédito: Archivo.

-Su señoría, tenía 14 años cuando fui reclutado por mi padre, el ‘Mencho’; viví alrededor del narcotráfico: mis tíos, Los Cuinis, también lo eran; no tenía otra opción.
-Quizás naciste en una cuna donde no pudiste elegir otra cosa, sin embargo, no actuaste como un niño cuando cometiste todo estos delitos, y ya adulto decidiste seguir.

Esas fueron las últimas palabras de Rubén Oseguera González, alias «Menchito», a través de sus abogados. Esas fueron las anteúltimas de la jueza Beryl Howell. Las siguientes fueron: cadena perpetua más 30 años de prisión.

El periodista Ángel Hernández Díaz, presente en la audiencia en la Corte del Distrito de Columbia, Washington, pudo reconstruir el diálogo final entre la magistrada y el hijo de Nemesio «Mencho» Oseguera Cervantes, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

La jueza Howell condenó a «Menchito» por conspirar para traficar toneladas de cocaína y metanfetaminas y por el uso ilegal de armas de fuego y le impuso una multa de 6 mil millones de dólares. Estados Unidos, además, aumentó a 15 millones la recompensa para quien aporte datos que permitan capturar a «Mencho».

Próximamente, «Menchito» cumplirá ya diez años detenido: la Policía Federal lo arrestó por tercera y última vez el 23 de junio de 2015. Horas antes y el año anterior, dos jueces lo habían excarcelado por falta de pruebas y por irregularidades en el expediente. La tercera vez fue la vencida: México lo extraditó el 20 de febrero de 2020 a los Estados Unidos.

La vida de «Menchito» podría dividirse en cuatro partes: hasta los 13 años creció en una familia en ascenso dentro del mundo del crimen organizado mexicano; entre los 14 y los 24, aprendió los secretos del negocio hasta convertirse en el heredero natural del «Mencho» en el CJNG; entre los 25 y los 34, intentó sin éxito, primero, evitar su entrega y, después, el juicio. La cuarta, la nueva, es la condena.

A comienzos del nuevo milenio, «Mencho» empezó siendo una más en el Cártel del Milenio. Allí conoció a la familia que lo haría el capo más poderoso del país: los González Valencia, más conocidos como Los Cuinis.

En esos años, Milenio tenía 500 hombres en la nómina, operaba en Jalisco, Colima, Michoacán y Nayarit y traficaba 5 toneladas de cocaína, 5 de marihuana y hasta 2 de metanfetaminas por mes hacia los Estados Unidos.

Mientras reinó Ignacio «Nacho» Coronel en Jalisco, Milenio fue aliado regional del Cártel de Sinaloa de Ismael «Mayo» Zambada y Joaquín «Chapo» Guzmán, tanto que el 28 de octubre de 2009, cuando la Sedena lo arrestó, Óscar Orlando Nava Valencia, alias «Lobo», estaba con Ángel Bejar Chávez, alias «Chino», compadre de «Nacho». Finalmente, el 29 de julio de 2010, el Ejército abatió a Coronel, el «rey del ice».

En esos días, los hombres de «Lobo» se reunieron en Comala, estado de Colima, para rearmar la organización. Pero al encuentro no fueron todos: Nemesio, su hijo y Erick Valencia Salazar, alias «85», se torcieron. Hubo declaración de guerra. Y Los Cuinis jugaron para «Mencho». Tal vez no cayeron en la cuenta, no enseguida, pero en ese momento nació lo que es hoy el cártel de las cuatro letras. En ese preciso instante también brotó la sed de venganza del último gran líder de Milenio.

«Lobo» fue el testigo estrella en el juicio contra «Menchito». Así, no tuvo problemas en reconocer que «Mencho» llegó en el 2005 a ser su jefe de plaza en Puerto Vallarta, Jalisco, y que el hombre de confianza de este era el propio hijo, «Menchito», al que llevaba a todas partes, con apenas 15 años, para que aprendiera los secretos del negocio.

El exjefe del Cártel del Milenio agregó que desde el 2008, con la irrupción de las metanfetaminas, el brazo del «Mencho» administró cinco laboratorios en la zona montañosa de Jalisco, El Grullo y Autlán. Para eso, la gente del «Lobo» entregaba efedrina y otros precursores químicos a la del «Mencho» en Puerto Vallarta.

Sin embargo, Nava Valencia no contó, porque no se lo preguntaron o no era interesante decirlo, desde dónde llegaban las toneladas de efedrina para producir éxtasis, ice o crystal. Tal vez de Zhenli Ye Gon, alias «Mister Lee», el empresario farmacéutico que perdió 3,5 toneladas de pseudoefedrina en el puerto de Manzanillo, en 2005, y 19,5 toneladas en el puerto de Lázaro Cárdenas, en 2006. Tal vez de Mario Segovia, que por no arreglar con la Inteligencia argentina ni la mexicana, dejó 294 kilos de efedrina en Manzanillo y 523 kilos más en Buenos Aires en 2008. O tal vez de otras células mexicanas instaladas en Buenos Aires.

En la Argentina, el Gobierno dejó entrar 40 toneladas de efedrina entre 2004 y 2008, que terminaron en manos de cárteles mexicanos. La «ruta de la efedrina» se cortó para siempre el 7 de agosto de 2008 con las ejecuciones de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, que pasó a la historia como el triple crimen de General Rodríguez.

El periodista Agustín Ceruse, director de Encripdata, y Diego Ferrón, hermano de una de las víctimas, publicaron Operación Crystal, el libro sobre el triple crimen de General Rodríguez, la SIDE y la DEA, donde expusieron, con pruebas, cómo el kirchnerismo, a través de las agencias del gobierno, organizó la «ruta de la efedrina» hacia México y Estados Unidos y cómo la DEA organizó el triple crimen para cortar el negocio de las 40 toneladas.

Como sea, «Menchito», por estas horas, empezó a vivir su nueva etapa, tal vez la última de su vida: una sentencia a pasar el resto de sus días en una celda. Si a la jueza la conmovieron las cartas de los familiares, será en California, donde no tengan que viajar tanto para visitarlo. Él es estadounidense: nació el 14 de febrero de 1990 en San Francisco, California, pero también tiene nacionalidad mexicana.

El Cártel del Milenio, Los Cuinis y el CJNG dejaron rastros de sus operaciones en la Argentina, desde Arco Iris, en 2008, hasta Bobinas Blancas, en 2017, como reconstruyó Encripdata. Incluso, Gerardo González Valencia vivió con su familia en Puerto Madero. También en Montevideo y Punta del Este, Uruguay.

Algunos dicen que las cuatro letras siguen escribiendo su historia negra en Argentina.


Somos un medio especializado en el crimen organizado en la Argentina, sus relaciones subterráneas y sus conexiones internacionales. Hacemos periodismo de investigación sin recurrir a pauta oficial ni a publicidad privada. Somos Encripdata, el hilo invisible entre el crimen y el poder. Si te gustó esta historia, tomemos un café y te contamos más.

Invitame un café en cafecito.app

About Author