Seró Seró Seró, la muerte del juez que investigó el secuestro trágico de un empresario que le robó a Los Monos
Esta mañana, el juez federal Pablo Seró falleció en Concepción del Uruguay. Tenía 55 años. Según los periodistas de El Miércoles Digital, el magistrado se presentó temprano para firmar algunas resoluciones, prometió regresar para compartir mates, cruzó la calle, ingresó al Edificio Antares, donde vivía su madre, y, minutos después, cayó al vacío desde la terraza, frente a la Basílica de la Inmaculada Concepción, donde descansan los restos del expresidente Justo José de Urquiza.
La fiscal María Occhi, de turno durante la feria, ya comenzó a investigar las circunstancias alrededor de la muerte, más allá de que los medios locales señalaban que el juez arrastraba un cuadro de depresión.
Seró nació el 23 de mayo de 1969 en Goya, Corrientes. A los 25 años se recibió en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). A los 43, asumió en el juzgado federal de Concepción del Uruguay. Allí, llevó adelante los expedientes por los vuelos de la muerte en el Delta entrerriano, los secuestros de militantes del Partido Comunista (PC), ambos durante la última dictadura cívico-militar, y, más acá en el tiempo, el rol de un exfuncionario de la Gobernación por la falicitación del narcomenudeo en un boliche.
Y en estos meses, fue el primer juez en investigar el secuestro trágico de Gastón Tallone, un empresario que le robó 340 kilos de cocaína a Los Monos, como reveló Encripdata cuando nadie más se atrevía a decirlo. En ese caso contó con la colaboración de la fiscal Josefina Minata, de la jurisdicción, y el fiscal Santiago Marquevich, de la Unidad Fiscal Especializada en Crimen Organizado (Ufeco).
El juez Seró investigaba desde 2019 a Tallone por maniobras de lavado de activos, narcotráfico y contrabando en la zona del puerto de Concepción del Uruguay, pero todo se precipitó el 11 de julio de 2024 cuando detectives de la Prefectura, a través de escuchas diferidas, se enteraron que una organización narcocriminal había secuestrado tres días antes a Tallone en la zona del Abasto, Ciudad de Buenos Aires.
En esos meses, muchas personas, de la política y la justicia, pero también del bajomundo, mostraron interés en la Terminal Portuaria Concepción del Uruguay (TPCU), no tanto por la terminal en sí sino por el depósito fiscal. Ciertos operadores -uno, incluso, ya condenado por narcotráfico- lo ofrecían por 500 mil dólares para luego arreglar el uso precario por una décima parte. Con todas las miradas puesta en Rosario y alrededores, algunas organizaciones narcocriminales movieron sus operaciones hacia esa ciudad con salida al río Uruguay.
De hecho, durante 2023, desde allí salió un contenedor con bolsas de arroz marcadas que, sin embargo, superó todos los controles en la Terminal de Buenos Aires antes de emprender un largo viaje hacia Europa.
Como bien dice Roberto Saviano en su libro Cero Cero Cero: «Mira la cocaína: verás polvo. Mira a través de la cocaína: verás el mundo. ‘Escribir sobre la cocaína es como consumirla. Cada vez quieres más noticias, más información, y las que encuentras son suculentas, ya no puedes prescindir de ellas. Cuanto más desciendo en los círculos blanqueados de la coca, más me percato de que la gente no sabe. Hay un río que corre bajo las grandes ciudades, un río que nace en Sudamérica, pasa por África y se ramifica hacia todas partes. Hombres y mujeres pasean por la Via del Corso y por los bulevares parisinos, se reúnen en Times Square y caminan con la cabeza gacha por las avenidas londinenses ¿No oyen nada? ¿Cómo lo hacen para soportar todo ese ruido?'».
Como sea, el 13 de agosto de 2024, el juez Seró procesó con prisión preventiva a José Uriburu y Juan Carlos Miró, los socios que le tendieron la trampa a Tallone por orden de Ariel Máximo «Guille» Cantero, aunque será difícil imputarlo porque todas sus órdenes para organizarlo, seguramente, fueron cara a cara en la cárcel.
El magistrado, además, ordenó la captura de Gustavo Juliá -hijo del jefe de la Fuerza Aérea en el menemismo-, famoso por aterrizar con un jet con 944 kilos de cocaína en 2011 en España. Y solicitó medidas para tratar de identificar a dos personas que, despué de cobrar 100 mil dólares de rescate, llevaron a la víctima a un rancho de Ingeniero Maschwitz, donde se perdió el rastro.
Después, como la emboscada sucedió en Ciudad de Buenos Aires, declaró la incompetencia de su juzgado. Entonces, el expediente recayó en la jueza federal María Servini y el fiscal Carlos Stornelli. Fueron ellos quienes pudieron identificar a las últimas dos personas que estuvieron hasta el final con Tallone: Alejandro Ficcadenti y Sergio Di Vanni, integrantes de La Banda de la Lepra de Newell’s. «Rengo» y «Bebé» se hicieron conocidos por poner la cabeza de un chancho con una bala en la puerta de la inmobiliaria de la familia de Ángel Di María, todo para que el campeón con la Selección argentina no vuelva a vestir la camiseta de Rosario Central.
Finalmente, la Policía Federal (PFA) arrestó a Juliá el 20 de diciembre. Como reveló Encripdata, Uriburu, amenazado por Los Monos, le rogó a Juliá que intercediera por él. Así, levantó el teléfono: «la mafia», le dijo, lo perdonaría, pero, primero debería ir a la cárcel para hablar con Cantero. En total, Uriburu lo visitó 17 veces en la cárcel de Marcos Paz. En uno de los últimos encuentros, «Guille» le perdonó la vida, pero a cambio de la de Tallone.
Esa fue, quizás, la última gran investigación del juez Seró en Concepción del Uruguay.
Ahora, para recontruir sus últimos días, las autoridades deberán analizar su teléfono.
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