Condenan a Atachahua Espinoza, «Iván, el Uno»: ordenan el decomiso de bienes por 10 millones de dólares
Este jueves, el Tribunal Oral en lo Penal Económico (TOPE) 3 porteño condenó al peruano Carlos Sein Atachahua Espinoza, alias «Iván, el Uno», a 9 años de prisión por ser el jefe de una asociación ilícita dedicada al lavado de activos provenientes del narcotráfico, según el fallo al que accedió Encripdata.
También sentenció a otros integrantes del clan peruano: Maribel del Águila Fonseca -esposa de «Iván»-, a 5 años de prisión; el contador Miguel Ángel García Ramos, a 6 años. En cambio, a Naddya Lebira Atachahua del Águila -hija del matrimonio-, Luis Lechung Guardia Atachahua -sobrino del jefe-, Carla Violeta Correa Castañeda -pareja del contador-, y la niñera de la familia los condenaron a 3 años de prisión en suspenso.
A principios de año, pero por un juicio abreviado, el tribunal sentenció a 3 años de prisión en suspenso al contador Alberto Carlos Espasandin, a quien le decomisó 60 mil dólares, y la «arbolito» María Soledad Sosa, que por su situación económica, en vez de afrontar una multa de 1,5 veces de los montos de las dos operaciones reprochadas, solo deberá realizar tareas comunitarias por un año.
El TOPE estuvo integrado por los jueces Luis Gustavo Losada, Karina Rosario Perilli y Jorge Alejandro Zabala. Los acusadores fueron el fiscal general Marcelo Agüero Vera, el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, y el representante de la Unidad de Información Financiera (UIF), Diego Fleyta.
El tribunal no hizo lugar a los planteos de prescripción de la acción penal de las defensas. Tampoco, al planteo de nulidad del acuerdo de colaboración de Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», un contador devenido en narcotraficante multifacético que asistió durante años al clan Atachahua para llevar adelante las operaciones de narcolavado.
Y fue gracias a los secretos revelados por Guastini como arrepentido que el fiscal Iglesias pudo reconstruir movimientos del clan Atachahua por 10 millones de dólares. «Dolarín» recordó cómo empezó a hacer negocios con «Iván», al que, hasta que se peleó, llamaba «Iván, el Uno» porque lo consideraba el mejor entre los narcotraficantes peruanos en el Gran Buenos Aires. Tan bueno que nunca lo pudieron «cortar» con cocaína en las manos en la Argentina. En su ficha, los investigadores solo tenían registro de una condena por un kilo en 1999 en Perú.
Por pedido de «Iván, el Uno», Guastini organizó muchos viajes de «mulas» para mover las ganancias del narcotráfico entre la Argentina, España e Italia. Dijo haber perdido solo una vez entre 2004 y 2010. Fue el 14 de septiembre de 2007 cuando los policías les impidieron a Fernando Colanero y Cristian Andrés Bertoloto subir con 453.410 euros sin declarar en el aeropuerto de Barcelona.
Con lo «coronado», el clan Atachahua compró varios bienes: la firma Tebinan SRL, por 1,6 millones de dólares en efectivo; una unidad del edificio de la avenida Pedro Goyena 1338, por el equivalente a 60 mil dólares; la firma Rosgar SA, dueña del estacionamiento de la calle Rosario 740, por 5 millones de dólares en efectivo. Además, puso dinero en circulación, indeterminado hasta hoy, a través de esas sociedades y de Espacio Libre SRL y ASyB SA.
Entonces, el TOPE ordenó decomisar esos bienes y cancelar la personería jurídica de esas empresas. También decidió que pasen a manos del Estado los siguientes activos: el inmueble de la calle República de Indonesia 45, inmueble de la avenida Scalabrini Ortíz 950; y dos oficinas en Lavalle 612 y Lavalle 750, del microcentro porteño, que usaba como «cuevas» financieras; además de autos, motos y dinero incautado el día de los allanamientos.
Entre «Iván, el Uno» y su familia deberán pagar una multa total por 331 millones de pesos, incluyendo lo que le toca a la niñera y a las cuatro empresas, alrededor de 330 mil dólares al tipo de cambio de la fecha.
A Guastini no lo condenaron. No porque fuera el «arrepentido» del caso. La mañana del 28 de octubre de 2019, un grupo comando lo sorprendió, lo acorraló y lo asesinó a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes, con una carrera criminal a la par, como informante, de la Secretaría de Inteligencia (SIDE), con un ajuste de cuentas donde la sangre derramada mancha a la Policía Bonaerense.
En octubre de 2020, la Gendarmería irrumpió en la casona de la avenida Pedro Goyena 1024 para llevarse a Atachahua Espinoza y los demás. Después de unos meses en la cárcel, los ahora condenados consiguieron regresar allí bajo arresto domiciliario.
Este viernes, el tribunal ordenó decomisar la fortaleza de «Iván, el Uno».
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