Alguien está «regalando» la cocaína del delfín en el norte: van 1539 kilos y contando
Aquella noche, la mujer hizo una parada técnica en una estación de servicio de Orán, en la frontera de Salta con Bolivia. Tenía un largo camino a casa. Era de la provincia de Buenos Aires. Antes de que el playero empezara a cargar GNC, ella hizo bajar del auto a sus tres hijos, de 9, 13 y 14 años. Eso les salvó la vida. Un minuto después, el Ford Fiesta volaba por el aire. El tanque estaba lleno de cocaína.
La mujer, que prestaba servicios ni más ni menos que en la Policía Bonaerense, quedó a disposición del juzgado federal de Orán.
Los investigadores, en tanto, consiguieron recuperar 20 kilos. Los «ladrillos» lucían un envoltorio amarillo y el sello del delfín.
Desde aquel 8 de febrero hasta hoy, las fuerzas de seguridad, principalmente la Gendarmería, se cansaron de decomisar kilos y kilos de cocaína con el mismo embalaje y el mismo logo. En Salta, en Córdoba y hasta en la Ciudad de Buenos Aires. Y de todas las formas posibles.
- El 15 de marzo fueron 314 kilos en Orán, Salta, escondidos en una camioneta de los bomberos voluntarios de Aguas Blancas.
- El 17 de marzo fue un solo kilo, en poder de un hombre peruano en Liniers, Ciudad de Buenos Aires.
- El 18 de marzo fueron 156 kilos en Morteros, Córdoba, dentro de un camión que tenía destino final Buenos Aires.
- El 19 de marzo fueron 31 kilos en Orán, Salta, en tres mochilas «abandonadas» en un micro de larga distancia.
- El 25 de marzo fueron 22 kilos en el río Bermejo, Salta, que dos «paceros» intentaban cruzar hacia Salta.
- Ese mismo día fueron 861 kilos más, en un camión que transportaba calabazas desde Salta hacia Córdoba.
- Y en las últimas horas fueron 134 kilos en Monte Quemado, Santiago del Estero, en una ambulancia que había salido de Orán, Salta, y tenía pensado llegar a la Ciudad de Buenos Aires.
Del otro de la frontera, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) también halló los mismos «ladrillos» en diversos puntos de Bolivia, según pudo saber Encripdata.
En todos los operativos, los investigadores se toparon con lo mismo: el embalaje amarillo y el logo del delfín, a veces como bajorrelieve en el pan, otra veces como sticker en el envoltorio.
Desde el Ministerio de Seguridad llegaron a decir que estos pequeños y grandes cargamentos pertenecían a Delfín Reynaldo Castedo, por el simple hecho de que coincidía con su nombre, y a su cártel del Patrón del Norte, cuando en el país no existen cárteles de droga locales, no, al menos, en el sector privado. La realidad es más compleja: el sello en bajorrelieve podría indicar el país de producción (Bolivia, Perú o Colombia) y/o la pureza de la cocaína mientras que el sello en sticker podría identificar al comprador.
Hasta ahora, sin embargo, los jueces o fiscales intervinientes no solicitaron unificar las ocho investigaciones para intentar determinar si una organización narcocriminal se encuentra detrás de todo esto. Tampoco ordenaron realizar una pericia comparativa de los «ladrillos» para saber si el método de elaboración era el mismo.
A finales de 2022, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 1 de Salta condenó a los hermanos Castedo por asociación ilícita: 16 años de prisión para Delfín y 9 años para Raúl. Y, además, ordenó decomisar a favor del Estado nacional la finca El Aybal, con una superficie de 19.954 hectáreas, su principal paso de contrabando de la cocaína hacia Europa.
Y desde enero de este año, Delfín Castedo se encuentra bajo el Sistema Integral de Gestión para Personas Privadas de la Libertad de Alto Riesgo en el Servicio Penitenciario Federal, un método de vigilancia tan extremo -si se cumple con todos los pasos- que a otro de los internos, Miguel Ángel Villalba, alias «Mameluco», cuando lo trasladaron desde Ezeiza hasta un tribunal de Morón para declarar, no lo dejaron solo ni siquiera «para ir al baño».
Como sea, así como una organización asentada en Paraguay, de unos años a esta parte, resignó toneladas y toneladas de marihuana en el noreste argentino para engrosar las estadísticas oficiales de decomiso, que a los gobiernos de turno, sin distinción política, les gusta destacar –el método de la «droga enfriada» sin necesidad de entregar más que camioneros o «paceros» del monotributo-, hay alguien en el noroeste argentino y más allá que en los últimos dos meses «ha regalado» 1539 kilos de cocaína y contando.
Regalar es un decir: nadie rifa su trabajo si no es por algo a cambio.
La pregunta es si hay algún trato y cuál es la otra parte de ese trato.