«A la fiscalía no le importa la verdad»: la mamá de Candela retiró la querella en el juicio contra «Mameluco» Villalba
Este martes, la audiencia del segundo juicio por el crimen de Candela Sol Rodríguez se demoró unos minutos. Su mamá, Carola Labrador, no llegaba. Y no llegó. No fue. En su lugar, su abogado Fabián Améndola le informó al tribunal la drástica decisión: la familia renunció a su rol de particular damnificada contra Miguel Ángel Villalba, alias «Mameluco», y compañía por el secuestro seguido de muerte de la nena de 11 años, cometido en agosto del 2011.
«Durante todo este calvario -explicó Carola en su carta, a la que tuvo acceso Encripdata– hemos tenido que soportar, como si fuera un peso extra a la cruz que cargamos, la actitud de los fiscales, que lejos de darnos esperanza de hallar justicia, lo único que han hecho es sumirnos en la oscuridad y producirnos todavía más dolor, dirigiendo sus embates contra nuestra familia«.
Los fiscales siempre sospecharon de la familia y, ahora, la familia cristalizó su desconfianza en quienes deben llegar a la verdad: «Los fiscales han militado y militan la causa de la sospecha sobre nuestra familia para encubrir su accionar negligente, plagado de irregularidades e ilegalidades durante todo el proceso. Irregularidades que conllevaron al fatal desenlace por haber desviado la investigación, investigación que por estar a su cargo deben responder, cuyo resultado fue no haber podido hallar a tiempo y con vida a mi hija».
«No les importa el descubrimiento de la verdad sino probar su oscura hipótesis«, insistió la mamá, representada por el estudio jurídico de Fernando Burlando. «Esto es un golpe más a quien merece descansar en paz, mi hija«.
Eso sí: aunque ya no sostendrá la acusación, Carola pidió, en la carta dirigida a los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 6 de Morón, «que Dios los ilumine para impartir verdadera justicia y condenar a todos y cada uno de los responsables por el crimen de nuestra hija».
Pero ni una palabra sobre los que llegaron acusados a este juicio, el segundo del caso. Ni siquiera los mencionó.
Mucho menos a la Policía Bonaerense.
A Candela, de 11 años, la secuestraron la tarde del 22 de agosto del 2011 en Villa Tesei, Hurlingham. La banda la mantuvo cautiva nueve días, al menos, en tres lugares. En una de ellas, la famosa «casa rosa» de la calle Kiernan al 900, los investigadores encontraron su ADN en un vaso de vidrio. Pero para ese momento ya era demasiado tarde.
Durante las primeras horas de cautiverio, Alfredo «Juancho» Rodríguez, en prisión por piratería del asfalto, contó en la fiscalía quién podría estar detrás del secuestro de su hija: «No sé quién pudo haberle hecho eso a Candela, pero de la gente con la que andaba o que conozco podrían ser los de la banda de Boscolo o Gustavo Sancho, que manejan la droga en San Martín, a los que conozco de toda la vida».
Y, acto seguido, explicó el motivo: «Hace unos diez días, antes de la desaparición, un amigo mío detenido en la Unidad 36 de Magdalena, en el mismo pabellón que yo, me dijo que ‘el Topo’ Moreyra me había ensuciado con Boscolo y Sancho, diciéndoles que yo le pasaba información sobre ellos a la Policía Federal«; y que tras un allanamiento de esa fuerza, Sancho le dijo: «Fijate lo que andás haciendo, yo a vos te voy a matar».
Nueve días después, el 31 de agosto del 2011, la Bonaerense encontró el cuerpo en una esquina. Estaba en una bolsa negra, una escena secundaria del crimen pisada hasta por el gobernador Daniel Scioli.
En el primer juicio, el TOC 3 de Morón sentenció en el 2017 a prisión perpetua a Hugo Elbio Bermúdez y Leonardo Daniel Jara como coautores del delito de «privación ilegal de la libertad coactiva seguida de muerte» y a Gabriel Fabián Gómez, a cuatro años de prisión como partícipe secundario. Tras el secuestro, Jara hizo el llamado extorsivo.
Pero ellos fueron los autores materiales del secuestro seguido de muerte. La familia quería saber quién dio la orden de vengarse de «Juancho» Rodríguez con lo que más amaba en este mundo: su hija.
En este segundo juicio, el fiscal Mario Ferrario apunta al policía Sergio Fabián Chazarreta, alias «Chino»; Héctor Moreyra, alias «Topo», un informante de la Bonaerense; Néstor Altamirano; y el mismísimo «Mameluco» Villalba, el narcotraficante que pretendía ser intendente de San Martín, pero que la Policía Federal (PFA) y la Secretaría de Inteligencia (SIDE) lo arrestaron cuatro días antes de las elecciones primarias de agosto del 2011.
Para el fiscal Mario Ferrario, «Mameluco» ordenó secuestrar a la nena de 11 años porque el padre lo había entregado con la PFA y la SIDE.
A Villalba no lo defiende el estudio jurídico de Mariano Cúneo Libarona, actual ministro de Justicia, ni el abogado Damián Odetti, quien lo asesora en el caso del carfentanilo, sino un defensor público.
Este martes, entonces, Carola renunció a su rol de particular damnificada, es decir, dejó de acusar formalmente a quienes están en el banquillo. En un juicio, los fiscales representan los intereses de la sociedad. Para la mayoría de los acusadores, esto significa llegar a la verdad. Pero para otros, eso es solamente sostener la teoría del caso.
Para su tarea, el fiscal Ferrario ya no cuenta con el respaldo de la familia.
Tal vez eso explique lo que en la primera jornada del juicio sorprendió a todos: el saludo cordial entre la mamá de Candela y Villalba.