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Un paso adelante

El hombre que quiso atacar a su ex fue condenado a 2 años de prisión efectiva por insolvencia fraudulenta familiar

Condenaron al hombre que quiso atacar a su exesposa en España

Condenaron al hombre que quiso atacar a su exesposa en España. Crédito: Encripdata.

El juez correccional Claudio César Frega sentenció a 2 años de prisión efectiva a Carlos Marcelo Di Stefano por insolvencia fraudulenta familiar en concurso real con el incumplimiento de los deberes de asistencia familiar. Se trata del hombre que a finales de mayo viajó intempestivamente a Madrid, España, para intentar atacar a su exesposa y hasta llegó a ponerle un celular con GPS debajo del auto para seguirla a todos lados y así cumplir sus amenazas.

El magistrado homologó este miércoles el acuerdo de juicio abreviado alcanzado entre la fiscalía y la defensa de Di Stefano. En la sentencia, a la que tuvo acceso Encripdata, unificó esta pena con el año y nueve meses de prisión en suspenso que arrastraba por los delitos de daños y amenazas agravadas por el uso de armas en concurso real entre sí. Además declaró la nulidad del requerimiento de citación a juicio por amenazas coactivas, amenazas simples reiteradas y amenazas anónimas reiteradas y por lo tanto lo absolvió de esos cargos.

Y para llevarle tranquilidad a la víctima y sus hijos, el juez Frega le prohibió a Di Stefano salir del país por cuatro años una vez que recupere la libertad, ya sea por cumplimiento de la pena o por algún beneficio ambulatorio. Finalmente deberá hacerse cargo de las costas del proceso.

El calvario que Di Stefano le hizo vivir a Alejandro empezó durante el matrimonio. Allá por el 2011, recién separados, el hombre se apareció en la casa de su exsuegra, la amenazó con un arma de fuego, pero como no consiguió ver a su exesposa y los hijos, se cortó un dedo y con su sangre escribió en la pared una palabra denigrante.

Por ese hecho, la Justicia lo condenó a un año y siete meses de prisión en suspenso y a tres años de restricción para contactarse con el núcleo familiar. Alejandra contó con el patrocionio del abogado Jorge Cancio. Como no cumplió la prohibición, el tribunal le aumentó la pena dos meses, pero siempre de ejecución condicional. En total, Alejandra radicó 30 denuncias por malos tratos y obtuvo doce órdenes de protección por un global de 800 días.

El juzgado de Familia nº5 de San Martín le otorgó a Alejandra la custodia completa sobre sus hijos y la autorizó a radicarse con ellos en España. Ahora tienen 20, 18 y 14 años. Además, con su nueva pareja tuvo dos hijos, de 8 y 5 años. Todos están atemorizados. Su exmarido hizo de todo para no cumplir con la cuota alimentaria.

A finales de mayo, cuando regresó a su casa en las afueras de Madrid, Alejandra encontró un celular en la cochera. El teléfono tenía cinta adhesiva. Estaba con la batería a la mitad. Primero le pareció extraño. Después comprendió: alguien lo había pegado debajo del auto para monitorear sus pasos a través del GPS del aparato. Ese alguien, denunciaría en la comisaría, podría ser su exmarido.

En una investigación contra reloj, los detectives confirmaron que Di Stefano dio de alta la tarjeta prepago del celular. Este hombre no era otro que su expareja. Efectivamente le estaba siguiendo los pasos: como el GPS marcaba que el teléfono estaba en la comisaría, el hombre, que tenía vuelo de regreso para el 30 de mayo, se apuró a comprar otro pasaje para volver ese mismo día a la Argentina.

Los policías se lo impidieron. Una vez detenido, el acusado negó todo e intentó dar vuelta los hechos: declaró que viajó a Madrid para retomar el vínculo con sus hijos, pero que su exesposa siempre quiso apartarlo de ellos. Según los registros, Di Stefano ingresó a España el 24 de abril, vivió los primeros tres días en un hostal de la capital, luego alquiló un auto y viajó al barrio de Alejandra, y durmió las siguientes noches en el vehículo.

Para los detectives no hubo dudas: estuvo al acecho todo el tiempo.

Y advirtieron que la vida de Alejandra corría «riesgo extremo».

En la resolución, a la que accedió Encripdata, la jueza concluyó que existían «indicios racionales de criminalidad suficientemente importantes frente a Di Stefano por un presunto delito de 172ter del Código Penal. El objetivo de Di Stefano era conocer los lugares frecuentados por Alejandra y su familia, tenerlos controlados, y para ello colocó un dispositivo móvil en los bajos del vehículo, siendo que no puede descartarse su intención de atentar contra ella».

Y subrayó: «Alejandra está atemorizada, salió de su país para encontrarse a salvo y ahora que ha sabido que él está en España su intranquilidad es constante».

En consecuencia, la magistrada ordenó «la prohibición de aproximarse a Alejandra y sus hijos menores de edad en un radio menor a mil metros así como en la misma distancia a su domilio, su lugar de trabajo o cualquier lugar en el que esta se encuentre o frecuente y la prohibición de comunicación con estas personas por cualquier medio, ya sea escrito, verbal o telemático» y «la prohibición de entrada y permanencia en Pozuelos de Alarcón», donde vive la mujer.

Para garantizar la integridad física de Alejandra y la familia, la jueza ordenó colocar una pulsera electrónica al ex.

Pero con pulsera y todo Di Stefano se subió a un avión en el aeropuerto de Barajas y regresó como si nada a Buenos Aires. Lo que el hombre no sabía era que, por lo ocurrido, el tribunal argentino había ordenado arrestarlo ni bien pusiera un pie en el país. Y eso fue lo que sucedió.

Hoy, por fin, terminó el calvario de Alejandra y su familia.

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