Cayó «Dumbo» en Perú tras un año prófugo por la guerra narco en la 1-11-14: cómo fue el operativo de la PFA y la DEA
Lo buscaban desde hacía un año y cinco meses. Había zafado de más de cien operativos en su contra. Sobre su cabeza pesaba una recompensa de hasta 5 millones de pesos para quien ofreciera datos que ayudaran a capturarlo. Finalmente, Raúl Martín Maylli Rivera, más conocido como «Dumbo«, cayó en la madrugada de este viernes en Perú, su país de origen.
No fue fácil llegar hasta «Dumbo». Después de que sorteara más de cien operativos en solo un año, el juez federal Julián Ercolini le encomendó la tarea a la División Antidrogas de la Hidrovía del Paraná de la Policía Federal (PFA).
Con mucha paciencia, los detectives se dieron cuenta de que «Dumbo» ya no estaba escondido en el conurbano bonaerense sino en Perú, por lo que le pidieron colaboración a la oficina de la DEA de los Estados Unidos (Drug Enforcement Administration) en Lima, según pudo reconstruir Encripdata, para que esta vez no se escapara.
A sangre y fuego, «Dumbo» había sido hasta mayo de 2021 el capo de la Platea 11, un sector del barrio Padre Mugica. Y aunque no se dejaba ver mucho por la orden de captura nacional e internacional, poco a poco hizo pie con su organización en la villa 1-11-14, en disputa desde que la Justicia ordenó la expulsión del país de otro peruano, Marco Antonio Estrada Gonzáles, alias «Marcos«, que se concretó el 22 de junio de este año.
«Dumbo» empezó en el negocio de las drogas de la mano «Marcos», histórico amo y señor de la villa 1-11-14, y a los 22 tuvo su primer cara a cara con la Justicia, con una condena a 22 años de prisión por un secuestro narco seguido de muerte. La pena recién vencía este año, pero hacia rato que Maylli Rivera había vuelto a las calles. Al negocio. Pero de la vereda de enfrente de Estrada Gonzáles.
Al principio de la pandemia, «Dumbo» pensó que había llegado su hora, su momento, para ser el gran narco de la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. Decía tener con qué para ser el nuevo «Marcos». Ese fue el plan que pergeñó con su socio, Kurt Bruno Casanova Chambergo, que a pesar de haber sido yerno de Fernando, hermano de «Marcos», se la jugó, terminó con los Estrada Gonzáles y se fue a su lado.
Pero todo terminó a los tiros entre las facciones que obligaron a los narcos rebeldes a replegarse a los barrios Mugica y Bermejo.
Replegarse, esperar y contraatacar.
Agazapados, sumaron soldaditos e hicieron plata. Mucha plata. Plata para resistir y soldaditos para contraatacar. Así se sumaron «Sonrisa», «Puñete», «Kisifur», «Tincho», «Brighton», «Matu», «Alexis», «Rollinga», «Pañal», «Jota Jota», «Yuju», «Chori», «Percha», «Tamir», «Tirri», «Papucho», «Górgori» y quién sabe cuántos más. Incluso uno de los hijos de «Dumbo» formaba parte de la banda: a los 16 años empezó como «marcador»: avisaba cualquier movimiento extraño.
Pero como eran más voluntariosos que inteligentes, las segundas y terceras líneas fueron cayendo poco a poco en los últimos meses por orden del juez Ercolini y los fiscales Alejandra Mangano y Diego Iglesias, este de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar). La banda de «Marcos», antes y después de la expulsión hacia Perú, también perdió hombres. Pero las líneas se reproducen, la violencia crece y el negocio sigue.
Ahora, más de cien operativos después contra su banda, le llegó el turno de «Dumbo».
Pasadas las 4 de la madrugada, antes de que amaneciera en Lima, Perú.