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Un paso adelante

Recapturaron a «El 85»: la seguidilla de traiciones en el CJNG que lo llevó a pelearse a muerte con el temible «Mencho»

Recapturaron a Erick Valencia Salazar, alias "El 85", cofundador del CJNG

Recapturaron a Erick Valencia Salazar, alias "El 85". Crédito: Sedena (2012).

La cita era en alguna «casa segura» de Comala, estado de Colima. Corría mayo de 2010, México tragaba el olor nauseabundo que dejaba a cada paso la «guerra contras las drogas» de Felipe Calderón y las segundas y terceras líneas del Cártel del Milenio tenían que decidir cómo rearmar la organización, muy golpeada por el Gobierno con la detención dos días antes de Juan Carlos Nava Valencia, alias «Tigre».

«El Tigre» nunca llegó a rugir: estuvo al frente del cártel solo seis meses y monedas, desde el 30 de octubre de 2009 cuando al que le tocó perder fue a su hermano Oscar Orlando Nava Valencia, alias «Lobo».

Aquel día, 8 de mayo de 2010, entonces, «El Pilo» y «El Puski» esperaban en la «casa segura» de Comala a otros subalternos, pero «El 85» y «El Mencho» nunca irían. Tenían otros planes. Y se los harían saber muy pronto. Dos días después de la fallida cumbre, según pudo reconstruir Encripdata a partir de un documento oficial de la Justicia mexicana, plantearon un desafío: la cabeza de Gerardo Mendoza Chávez, alias «Cochi» o «Tecato» para no romper lo que en realidad ya estaba roto tras las bajas de «Tigre» y «Lobo» a manos del Ejército.

Uno se llamaron «Los Torcidos» y los otros, «La Resistencia».

Ninguno cedió un centímetro, antes muertos que vivos pero rendidos.

Así moría el Cártel del Milenio, así nacía el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Nemesio Oseguera Cervantes, «El Mencho», el más torcido entre los torcidos, empezó la guerra con una orden que sería su sello: el doble crimen de los hermanos Rentería Ruvalcaba por formar parte del otro bando, el de Víctor Manuel Zepeda, «El Papirrín», hombre de confianza de «El Lobo».

Para resistir la batalla, «El Pilo» y «El Puski», siguiendo los consejos de «El Lobo» desde la cárcel, se aliaron con «El Chayo» y «El Chango Méndez», de la Familia Michoacana. Se hicieron llamar FMG por Familia, Milenio y Golfo aunque todos los conocieron como «La Resistencia», justamente.

Del otro lado, Joaquín Guzmán Loera, por intermedio de Ignacio «Nacho» Coronel Villarreal, su hombre de confianza en Guadalajara, capital de Jalisco, les dio la bendición del Cártel de Sinaloa a «Los Torcidos». Pero eso no duró mucho.

«Nacho» Coronel, tío de la última esposa del «Chapo» Guzmán, cayó el 29 de julio de 2010 bajo la lluvia de balas del Ejército en Zapopan.

Como sea, «Los Torcidos» barrieron a toda «La Resistencia» en los estados de Jalisco y en la preciada Colima, por su puerto de Manzanillo. «El Mencho» se autoproclamó capo y eligió a Erick Valencia Salazar, alias «85», como su mano derecha. Así, «El Mencho», que se había casado con Rosalinda González Valencia, hija de Armando Valencia Cornelio, alias «Maradona», fundador del Cártel del Milenio, terminó por sellar el pacto con el clan de los Valencia, también conocido como «Los Cuinis», para darle vida a la nueva generación del Cártel Jalisco o, más fácil, al CJNG.

«El 85» no duró mucho como segundo del «Mencho»: la Armada lo atrapó el 4 de marzo en 2012 en Zapopan.

Desde aquel día, «El 85» no se cansó de desparrar su sospecha: que había sido «El Mencho» y nadie más que él el que lo había entregado a las autoridades. Y aunque no sabía cuándo volvería a ver la luz del día, se prometió que cuando dejara la cárcel, lo primero que haría sería vengarse.

Como sea, bajo el mando del «Mencho», muchos torcidos o «cuinis» ganaron espacios de poder: Víctor Hugo Delgado Rentería, alias «Tornado», llegó a ser jefe de sicarios y, con su unidad «Matazetas», bajó a disputarles territorio a los Zetas, antiguo brazo armado del Cártel del Golfo, en Michoacán, Morelos, Guerrero y Veracruz.

Nicolás Balcazar López, alias «Bronco», quedó a cargo de Jalisco y Colima, territorio controlado desde entonces por el cártel.

Héctor Contreras Novoa, alias «Cuate» o «El 14», se instaló en los alrededores de Puerto Vallarta, clave en el trasiego de la cocaína.

Abigail «Cachetón» González Valencia, José «Chema» González Valencia, Gerardo «Flaco» González Valencia, José Luis «Chepa» González Valencia, Elvis «El Elvis» González Valencia, todos hermanos, todos «Cuinis», se dedicaron a manejar las empresas del cártel.

De hecho, las autoridades de Argentina investigaron a Gerardo González Valencia por lavado de activos entre 2009 y 2011. Lo mismo hicieron las de Uruguay por otras maniobras entre 2011 y 2016, pero, cuando estaban a punto de condenarlo, prefirireron extraditarlo en 2020 a los Estados Unidos, donde espera el juicio por narcotráfico con fecha de inicio para el 23 de enero de 2023 con final abierto.

A Ramón Acosta Gutiérrez le tocó las tiendas de narcomenudeo en Guadalajara, pero Martín Arzola Ortega, alias «Negro» o «El 53», otro de los torcidos que escaló posiciones, le tendió una trampa y lo mató por el simple hecho de que «Ramoncito» seguía hablando con su amigo Alejandro Alba Luna, alias «Apa», que había quedado del otro bando cuando empezó la guerra, una guerra que no era de ellos, pero que terminó por alcanzarlos de la peor manera.

Todo eso lo confesó Ramiro Pozos González, alias «Molca», en 2012 ante el juez Sexto de Distrito de Procesos Penales Federales de Jalisco. «El Molca» era uno de los derrotados: el jefe de «La Resistencia», que con su caída dejó de existir.

«El Molca» dijo algo más: que así como «Mencho» traicionó a los suyos, haría lo mismo con quien lo había ayudado cuando no era nadie. Dicho y hecho: traicionaría al mismísimo «Chapo» en cada estado, en cada plaza que pudiera.

La tercera recaptura de Guzmán, la del 8 de enero de 2016, terminó por convertir a «Mencho» y al CJNG en los más poderosos de México.

Tal vez solo Ismael «Mayo» Zambada García, el otro gran líder del Cártel de Sinaloa, pudiera hacerle sombra.

«Mencho» se dedicó a que no hubiera más torcidos que él: Gerardo Mendoza Chávez, alias «Cochi» o «Tecato», por el que había pedido su cabeza el 10 de mayo de 2010 como excusa para no romper el Cártel del Milenio, finalmente cayó el 10 de mayo, pero de 2018. No estuvo mucho tiempo en Puente Grande. En ese penal, como en todo Jalisco, nada sucedía sin la autorización del «Mencho». El 13, alguien lo mató de un golpe en la cabeza con un tronco de madera.

«Mencho» quería la cabeza de «Tecato», se sentó a esperar en la puerta de su casa segura y vio pasar el cadáver de su enemigo.

Tuvo eso y mucho más.

Pero así como él quería la cabeza de uno, otro quiere la suya: la DEA de los Estados Unidos (Drug Enforcement Administration) ofrece una recompensa de 10 millones de dólares por datos que ayuden a atraparlo.

La DEA no era la única que iba tras sus pasos: Erick Valencia Salazar, «El 85», su antiguo gran socio en el CJNG y que olió desde el principio la traición del «Mencho», se puso al frente del Cártel Nueva Plaza ni bien salió de la cárcel y fue por la venganza, aunque sin suerte. Su nueva organización había perdido a su líder, Carlos Enrique Sánchez Martínez, alias «Cholo», otro por el que el «Mencho» había pedido la cabeza.

Pero, otra vez, «El 85» se quedó con las ganas: las autoridades lo atraparon este lunes en Tapalpa.

«El Mencho» sonríe otra vez más.

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