Encripdata

El hilo invisible entre el crimen y el poder

Investigaban el faltante de un kilo de cocaína de la UR II de Policía de Misiones y descubrieron el robo de 514 kilos de marihuana

Desaparecieron 514 kilos de marihuana de una unidad de la Policía de Misiones

Desaparecieron 514 kilos de marihuana. Crédito: Ministerio de Seguridad de Misiones.

La tarde del 10 de agosto de 2020, un vecino de Oberá, Misiones, llamó al 101 para solicitar que policías fueran a ayudarlo a su casa: su cuñado le estaba pegando a su hermana. Alrededor de las 19.30, los uniformados controlaron la situación: la mujer radicó la denuncia en la comisaría y el hombre, en un intento por evitar pasar la noche en el calabozo, pidió disculpas por lo sucedido, explicó que había reaccionado así porque había consumido cocaína, que le había «pegado mal» porque era de máxima pureza y mencionó que su dealer era un tal Paul Melo, «el hermano del policía». Así empezó la historia, según pudo reconstruir Encripdata, por la que el juez federal Alejandro Gallandat dejó al borde del juicio a cinco miembros de la Unidad Regional II (UR) de la Policía de Misiones por el faltante de kilos y kilos de droga incautado en dos investigaciones judiciales.

Al día siguiente, el jefe de la División de Toxicomanía de la UR II Oberá, subcomisario Carlos Ariel Lentini, enterado de que el transa podía ser hermano del sargento Mauro Maximiliano Ramón Melo, policía a su cargo, inspeccionó el depósito de la unidad destinado a guardar la droga secuestrada en los operativos. Con la colaboración del oficial auxiliar Hugo Ariel Basaraba y el también oficial auxiliar Carlos Andrés Holand, de turno en la dependencia, contrastaron la planilla de detalle con lo existente en el depósito: así fue como descubrieron que falta un kilo de cocaína de los cuatro decomisados en el marco del sumario policial 34/19, como adelantó El Territorio.

De inmediato, el jefe Lentini dio aviso de lo sucedido al juzgado federal de Oberá a cargo, justamente, de Gallandat. Una de las primeras medidas que tomó el magistrado fue allanar la casa del tal Paul Melo, «el hermano del policía», como había dicho el agresor arrestado. Los investigadores confirmaron varias cosas: que el transa vendía droga desde su casa, que lo hacía en complicidad con su amigo Héctor Henrikson, que tenía lo suficiente como para armar 767 dosis de marihuana y 95 de cocaína, que esa droga era similar a la faltante del depósito y que a ese lugar tenía acceso, casualmente o no tanto, el sargento Melo, su hermano.

En consecuencia, el juez Gallandat dispuso que gendarmes se sumaran a la investigación y ordenó allanar el depósito de la División de Toxicomanía de la UR II Oberá: del relevamiento de lo secuestrado en 29 expedientes, los detectives confirmaron el 12 de agosto de 2020 que efectivamente faltaba ese kilo de cocaína del sumario policial 34/19 y que también habían desaparecido ni más ni menos que 514 kilos de marihuana de los 3.053 kilos incautados del sumario policial 28/19. Los detectives consiguieron mantener en secreto un año este segundo hallazgo para preservar la investigación. Hasta ahora.

Así las cosas, algunos de los investigadores terminaron siendo investigados: el juez Gallandat les tomó declaración indagatoria al jefe de la División de Toxicomanía, el que le había advertido el faltante del kilo de cocaína, al sargento Melo, a su hermano transa, a su amigo vendedor, a siete policías más y hasta el hombre que había llamado esa tarde para pedir ayuda al 101 para que su cuñado dejara de pegarle a su hermana.

Ante el magistrado, Paul Melo negó haber revendido el kilo de cocaína que falta del depósito, acusó a los policía de haberle plantado pruebas y aseguró que era informante de la UR II Oberá.

A su tu turno, el sargento Melo afirmó que su hermano era informante y aseguró que su jefe Lentini fue el que se robó el kilo de cocaína y que, para zafar, les armó la causa a su hermano y a él.

El juez Gallandat, finalmente, procesó al subcomisario Lentini, jefe de la División de Toxicomanía, el oficial auxiliar Basaraba, el sargento Melo, el sargento Darío Rafael Delgado y la cabo Ariatna Agustina Amarilla no por el faltante del kilo de cocaína sino por incumplimiento de los deberes de funcionario público: «De la inspección judicial como de las declaraciones coincidentes de todos los imputados y de los testigos de la fuerza policial, se desprende que las instalaciones donde se guardaba la sustancia estupefaciente no contaba con medidas de seguridad adecuadas para ser utilizada como depósito de elementos vinculados a causas judiciales». Y aunque todavía no pudo determinar quién se robó la droga, sugirió quién fue: «Este cuadro de situación aconsejaba adoptar mayores recaudos sobre la custodia y resguardo de aquellos elementos, máxime teniendo en consideración que la única puerta de acceso al depósito no fue forzada y pone en evidencia la intervención del propio personal policial en la sustracción de la cocaína que se hallaba bajo sus esferas de custodia«.

A Paul Melo y Henrikson los procesó por tenencia de estupefacientes: el material similar al faltante del depósito y que era suficiente como para armar 767 dosis de marihuana y 95 de cocaína.

Ahora, los jueces de la Cámara Federal de Posadas, Ana Lía Cáceres de Mengoni y Mario Osvaldo Boldu confirmaron los procesamiento de los policías y de los transas.

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