Maxi Romero, el «Fantasma» detrás de Pérez Corradi, podría ser condenado a 14 años de prisión por traficar 9050 kilos de efedrina a un cártel mexicano
Aunque ya pasaron trece años de la explosión de la «ruta de la efedrina», los jueces continúan juzgando a los acusados de operar en el país para los cárteles internacionales. El Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOCF) 8 porteño lleva adelante uno de los casos que mejor evidencian esa relación entre los «gerentes» de los grandes capos mexicanos y los jóvenes argentinos que vieron en ese precursor químico la posibilidad de convertirse en millonarios de la noche a la mañana. Sin exagerar. Encripdata pudo saber que el fiscal de juicio Marcelo Colombo solicitó este jueves sentenciar a Maximiliano Darío Romero a 14 años de prisión por desviar 9050 kilos y lavar las ganancias. De ser encontrado culpable, el «Fantasma», como lo llamaron en los pasillos judiciales por haber estado tantos años a la sombra de otro, deberá pagar una multa de 52.767.477 de pesos, alrededor de 285 mil dólares, según la cotización informal.
En el 2005, cuando empezó a traficar efedrina, Romero tenía solo 26 años. En el 2010, ya era dueño del Solar de los Reyes en Colón, Entre Ríos, un complejo de doce cabañas con yacuzzi, gimnasio, SUM, quincho, parrilla y dos piletas; dos lotes en el barrio privado Haras del Pilar; tres autos; y hasta la mitad del edificio de cinco pisos de once unidades de la calle Valentín Virasoro 718. Cada unidad valía 80 mil dólares.
En el medio, como reveló Encripdata el 10 de diciembre de 2020, el «Fantasma» desvió 9050 kilos de efedrina hacia una célula mexicana instalada en Buenos Aires. A partir de la declaración de un «arrepentido», la jueza federal María Servini, a cargo del caso desde 2016, no solo pudo comprobar la existencia de Romero sino también la manera en la que pudo hacer sus millones a los 26 años sin que nadie se diera cuenta hasta 2017.
En esta parte de la «ruta de la efedrina», Famérica le vendió 4250 kilos a Víctor Wendling Duarte, que se los revendió al propio Romero, que a su vez los negoció con Arturo Alonso «Alexis» Cota Comeli; y Farmacéuticos Argentinos (FASA) le facilitó 4.800 kilos a Ibar Esteban Pérez Corradi, que primero los comerció con el «Fantasma» y luego, ya sin este como intermediario, directamente con «Alexis», parte de la célula mexicana.
Ese «imputado colaborador» era Pérez Corradi: arrepentido por el tráfico de efedrina, pero no por el triple crimen de General Rodríguez. Gracias a sus datos, la magistrada pudo atrapar a Romero, identificar a la célula de los mexicanos García Mena y Juárez Lima para la que los dos trabajaron y arrestar a la «conexión local» de la banda de los mexicanos Espinoza Ortíz. Todos, tal vez sin saberlo, respondían a un jefe: alias «18».
Como reveló Encripdata, por orden de la jueza Servini, la Interpol arrestó el año pasado a José Antonio García Mena, José Gilberto Juárez Lima, Denisse Nayely Juárez Lima y Alejandro Elvira Lugos, los compradores de la efedrina de Romero y Pérez Corradi. México ya aprobó su extradición a la Argentina. La Policía Internacional aún busca a otros tres miembros de esa banda: dos de los tres jefes de la célula y un familiar de ellos.
Pero Romero no actuaba solo: el fiscal también pidió sentenciar a Daniel Ricardo López a 3 años y 6 meses de prisión, a Juan Facundo Sosa a 2 años y 6 meses de prisión de ejecución en suspenso y a Hernán Pablo Lozano, a 5 años de prisión y el pago de una multa de 87,9 millones de pesos por haber comprado con la plata de la efedrina varias propiedades en la Ciudad, Córdoba y Mendoza, algunas decomisables.
Aunque parezca increíble, este no será el último juicio por la «ruta de la efedrina»: el Tribunal Oral Federal (TOF) 4 San Martín todavía no abrió el proceso a Gerardo Marcial Martín, Carlos Edelmiro González, Marcelo Carlos Gabriel Lisanti y Marcial Omar Crespi.
Por su parte, Josue Fuks, uno de los proveedores de Romero y Pérez Corradi, lleva ya 12 años escondido en Israel.
El mismo tribunal que juzga a Romero y compañía deberá hacer lo propio con los socios de Leopoldo Bina, una de las víctimas del triple crimen, que traficaron para el mexicano Rodrigo Pozas Iturbe.
Y todavía quedaría el juicio contra los exfuncionarios José Ramón Granero, Gabriel Yusef Abboud, Julio De Orue y los hermanos Miguel Ángel y Máximo Rito Zacarías por permitir la triangulación del precursor químico. En los pasillos de tribunales, siempre dicen lo mismo: «Ese juicio nunca se va a hacer».
Si bien el caso explotó el 17 de julio de 2008 cuando el entonces juez federal Federico Faggionatto Márquez allanó la quinta de Ingeniero Maschwitz en la que el mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza fabricaba metanfetaminas, la «ruta de la efedrina» no terminó ese día. De hecho, según documentos a los que accedió Encripdata, Bina, con su banda, envió 32 kilos ese mismo 17, otros 64 kilos el 24 de julio y 60 kilos más el 29. Pero a partir del 7 de agosto sí se cortó todo luego de que la banda integrada, entre otros, por los hermanos Martín y Cristian Lanatta y los hermanos Víctor y Cristian Schillaci, engañaron, secuestraron y ejecutaron a Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina y plantaron sus cuerpos el 13 en General Rodríguez.
Algo pasó entre el 17 de julio y el 7 de agosto, algo que no vieron o no quisieron ver Forza, Ferrón y Bina, algo que los llevó a una muerte a traición.
Un triple crimen que marcó al país.
Y lo hizo para siempre.