El robo de 400 kilos de cocaína, una súplica a «Guille» Cantero y una «entrega»: la historia detrás del secuestro de Tallone
En pandemia, José Uriburu, abogado de profesión, se hizo conocido por correr 42 kilómetros entre el living y el balcón de su casa. También fue asesor del Ministerio de Transporte. Hoy, cuatro años después, fue procesado con prisión preventiva por el secuestro de un empresario con el que tenía denuncias cruzadas. La víctima no aparece. Tampoco lo que le reclamaban: un botín grande del narcotráfico.
La tarde del 8 de julio, Gastón Tallone y su socio Juan Carlos Miró quedaron en encontrarse en el barrio del Abasto. Cuando se vieron las caras, en la calle, desconocidos obligaron a Tallone a subir a un auto Gol. A pocos metros, en un Audi Q3, Uriburu monitoreó la operación. La familia ya pagó el rescate. Sin embargo, a más de un mes del secuestro, Tallone no aparece. Todos, entonces, temen lo peor.
Los detalles de la emboscada y la búsqueda fueron publicados este jueves por el periodista Federico Fahsbender en Infobae.
Pero la historia del secuestro empezó a escribirse el año pasado. En el bajomundo del narcotráfico corría un rumor que llegó a Encripdata: Tallone y Uriburu les habían «vendido» una salida por un puerto a una organización narcocriminal con asiento en Rosario y operaciones en la Hidrovía. Primero cobraron una parte para gastos de logística. Después recibieron el cargamento. Pero era todo mentira. Desde entonces, los narcotraficantes los persiguieron para recuperar todo.
A Tallone, dicen, le prendieron fuego un auto, aunque los detectives no pudieron confirmarlo.
Pero sí comprobaron una amenaza a Uriburu. En la puerta de la casa le dejaron papelitos: «Con la mafia no se jode», una firma que es moneda común en Rosario, aunque, poco a poco, es imitada por otras organizaciones en el conurbano bonaerense.
Pero Uriburu no se achicó. Viajó hasta la cárcel federal de Marcos Paz para hablar con uno de los «dueños» de la ciudad: Ariel Máximo Cantero, «el Guille», jefe de «los Monos». Fuentes judiciales confirmaron a Encripdata que la visita se realizó este año, cuando ya estaba vigente el Sistema Integral de Gestión para Personas Privadas de la Libertad de Alto Riesgo en el Servicio Penitenciario Federal (SPF), que, entre otras medidas, redujo al máximo las visitas: solamente continuarían teniendo encuentros de contacto con familiares directos y excepcionalmente, con personas allegadas, en este caso con contacto diferido en sala de locutorio individual. Para poder sortear este obstáculo, Uriburu se presentó en su condición de abogado con la excusa de arreglar los términos de una posible representación en causas penales. Pero arreglaron otra cosa.
Tras la súplica a «Guille» Cantero, los traficantes cesaron las amenazas contra él.
Pero Tallone no tuvo la misma suerte: el 8 de julio, convocado por su socio Miró, se acercó hasta el Abasto y, allí, desconocidos, monitoreados por Uriburu, lo secuestraron.
La fiscal Josefina Minata, de Concepción del Uruguay, y el fiscal Santiago Marquevich, de la Unidad Fiscal Especializada en Crimen Organizado (Ufeco), pudieron reconstruir que los secuestradores lo mantuvieron cautivo en Ingeniero Maschwitz. El rancho, así lo definieron, era propiedad de Uriburu.
Un hombre del entorno de Tallone pagó el rescate: 65 mil dólares que le entregó a Miró en una estación de servicio de Belgrano. Sin embargo, no tuvo noticias de la víctima.
Para los fiscales, Miró fue el «entregador» de Tallone, su propio socio. Uriburu también formó parte del plan. Así, fueron detenidos, indagados y procesados. Pero, hasta ahora, no pudieron identificar a los secuestradores.
Hay, sí, una tercera persona imputada en el caso: Gustavo Juliá, un narcotraficante condenado en España por intentar «coronar» 944 kilos de cocaína a bordo de un Bombardier Challenger 604 aterrizado el 2 de enero de 2011 en el aeropuerto El Prat, Barcelona. Tras cumplir la pena, regresó a la Argentina.
Ahora, está prófugo por el secuestro de Tallone. Un elemento lo compromete: el Telepase del auto Gol usado en la emboscada está a su nombre. El vehículo, además, no tenía pedido de secuestro activo.
Como sea, Tallone no aparece.
Tampoco los 400 kilos de cocaína.