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Un paso adelante

"Mayo" Zambada dice que fue secuestrado por el hijo del "Chapo" Guzmán

"Mayo" Zambada dice que fue secuestrado por el hijo del "Chapo" Guzmán. Crédito: Archivo.

«Fui secuestrado y traído a Estados Unidos por la fuerza y contra mi voluntad». A 17 días de la histórica detención de Ismael «Mayo» Zambada en el pequeño aeropuerto de Santa Teresa, cercano a Texas, periodistas estadounidenses difundieron una carta que le atribuyeron al capo del Cártel de Sinaloa, pero escrita por su abogado Frank Pérez:

Desde que me trajeron en avión a los Estados Unidos desde México el 25 de julio de 2024, ha habido muchos informes inexactos en los medios de comunicación de ambos países. En esta declaración proporcionaré los hechos verdaderos de lo que sucedió ese día. Deseo decir desde el principio que no me entregué y que no vine voluntariamente a Estados Unidos. Tampoco tenía ningún acuerdo con ninguno de los dos gobiernos. Al contrario, fui secuestrado y traído a Estados Unidos por la fuerza y contra mi voluntad.

A continuación se detalla cómo ocurrió.

Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba enterado de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, Gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuen Ojeda, ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería dirigir esa institución. Me informaron que además de Héctor Cuen y el gobernador Rocha Mocha, también estaría presente en la reunión Iván Guzmán Salazar.

El 25 de julio, fui al rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, en las afueras de Culiacán, donde iba a tener lugar la reunión. La reunión estaba programada para las 11:00 a.m. y llegué un poco antes. Vi a un gran número de hombres armados con uniformes militares verdes que supuse que eran pistoleros de Joaquín Guzmán y sus hermanos. Me acompañaban cuatro miembros del personal de seguridad, de los cuales dos se quedaron fuera del perímetro. Los dos que entraron conmigo eran José Rosario Heras López, comandante de la Policía Judicial del Estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, miembro de mi equipo de seguridad desde hacía mucho tiempo.

Mientras caminaba hacia la zona de reuniones, vi a Héctor Cuen y a uno de sus ayudantes. Los saludé brevemente antes de entrar en una sala en la que había una mesa llena de fruta. Vi a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un niño, y me hizo un gesto para que le siguiera. Confiando en la naturaleza de la reunión y en las personas implicadas, le seguí sin dudarlo. Me condujeron a otra sala que estaba a oscuras.

En cuanto puse un pie dentro de aquella habitación, me tendieron una emboscada. Un grupo de hombres me asaltó, me tiró al suelo y me colocó una capucha de color oscuro en la cabeza. Me ataron y esposaron, y luego me obligaron a meterme en la caja de una camioneta. Durante todo este calvario, me sometieron a malos tratos físicos, que me causaron lesiones importantes en la espalda, la rodilla y las muñecas. Después me llevaron a una pista de aterrizaje a unos 20 o 25 minutos de distancia, donde me obligaron a subir a un avión privado.

Joaquín me quitó la capucha de la cabeza y me ató con bridas al asiento. En el avión no había nadie más que Joaquín, el piloto y yo.

El vuelo duró entre 2 ½ y 3 horas, sin escalas, hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí, en la pista, donde los agentes federales estadounidenses me detuvieron. La idea de que me entregué o cooperé voluntariamente es completa e inequívocamente falsa. Me trajeron a este país por la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad.

Sé que la versión oficial que dan las autoridades del estado de Sinaloa es que Héctor Cuen fue tiroteado la noche del 25 de julio en una gasolinera por dos hombres en motocicleta que querían robar su camioneta. Eso no es lo que ocurrió. Lo mataron a la misma hora y en el mismo lugar donde me secuestraron.

Héctor Cuen era amigo mío desde hacía mucho tiempo, y lamento profundamente su muerte, así como la desaparición de José Rosario Heras López y Rodolfo Chaidez, a quienes nadie ha vuelto a ver ni a saber de ellos.

Creo que es importante que se sepa la verdad. Esto es lo que ocurrió y no las historias falsas que están circulando. Hago un llamado a los gobiernos de México y Estados Unidos para que sean transparentes y proporcionen la verdad sobre mi secuestro en Estados Unidos y sobre las muertes de Héctor Cuen, Rosario Heras, Rodolfo Chaidez y cualquiera otra persona que haya perdido la vida ese día.

También hago un llamado a los sinaloenses a la mesura y a mantener la paz en nuestro estado. Nada se resuelve con la violencia. Ya hemos recorrido ese camino y todos perdemos.

-Ismael Mayo Zambada.

Casi al mismo tiempo, el embajador de los Estados Unidos en México, Ken Salazar, informó que «Joaquín Guzmán López se entregó de manera voluntaria» y que «la evidencia al momento de llegar indica que ‘el Mayo’ fue llevado contra su voluntad». En otras palabras: que Estados Unidos tiene bajo su custodia a una persona que fue ingresada secuestrada al país por otra persona.

Hay que retroceder varias décadas. El mediodía del 7 de febrero de 1985, el Cártel de Guadalajara secuestró a Enrique «Kiki» Camarena, un agente de la DEA de los Estados Unidos infiltrado el año anterior en Rancho Búfalo, una interminable plantación de marihuana de Rafael Caro Quintero destruida por el Ejército. También se llevaron a Alfredo Zavala, el piloto que lo ayudó a fotografiar desde el aire el campo del capo.

Un mes después, las autoridades hallaron los cuerpos de Camarena y Zavala en un zanjón de Zamora, una localidad ubicada a 150 kilómetros al sur de la capital de Jalisco. Era la primera vez que un cártel mexicano secuestraba, torturaba y asesinaba a un agente estadounidense. Ese fue el principio del fin del Cártel de Guadalajara, de sus jefes y, obviamente, de Caro Quintero.

Sin embargo, en 2014, Héctor Berrellez, el agente especial de la DEA que llevó adelante la Operación Leyenda, le contó a Jesús Esquivel lo que sucedido con «Kiki». El periodista mexicano lo hizo libro: La CIA, Camarena y Caro Quintero. Más acá en el tiempo, la misma historia llegó a Amazon Prime Video: El último agente.

Según el agente especial Berrellez, la CIA y la misma DEA estuvieron implicadas en el crimen de «Kiki», a quien torturaron para comprobar cuánto sabía de la operación Irán-Contras, es decir, el envío de cargamentos de armas de guerra al régimen de los ayatolás de Irán en su guerra contra Irak y a la contrarrevolución de Somoza contra el sandinismo de Ortega en Nicaragua, a espaldas del Congreso durante la presidencia de Ronald Reagan y, en consecuencia, financiado por esas agencias de inteligencia y seguridad estadounidenses a través de las toneladas de cocaína del Cártel de Medellín de Pablo Escobar.

Para poder torturar a Camarena sin contratiempos, los secuestradores convocaron al médico Humberto Álvarez Machain para que mantuviera vivo a «Kiki» suministrándole medicamentos y así poder continuar con los tormentos hasta que dijera todo lo que querían escuchar, un juego perverso al que le pusieron fin solo cuando lo mataron.

Según Berrellez, de la sesión de tortura a «Kiki» participó Félix Rodríguez, un agente de la CIA, quien, muchos años antes, interrogó y ejecutó al «Che» Guevara el 9 de octubre de 1967 en una escuela de La Higuera, Bolivia.

En una entrevista, Rodríguez leyó su agenda de aquellos años. Según sus apuntes, el 6 de febrero de 1985 se reunió en Miami con un amigo: Hugo Raúl Marcilese, comandante de la Fuerza Aérea Argentina (FAA). Los días siguientes también dijo haberlos pasado en los Estados Unidos.

Como sea, la DEA le encargó una misión especial a Berrellez: llevar a Machaín hasta la Justicia de los Estados Unidos. Para eso, reconoció el agente especial, contrató a policías mexicanos para secuestrar al doctor. El 2 de abril de 1990, en un avión privado, aterrizó en El Paso, Texas. Allí, la DEA arrestó al acusado de prolongar la agonía de Camarena.

Eso fue un escándalo. El gobierno expulsó a todos los agentes de Estados Unidos en México. Sin embargo, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, en un fallo por mayoría al que accedió Encripdata, convalidó el secuestro al plantear tres ideas fuerzas: «El poder de juzgar a una persona no queda afectado por el hecho de que el individuo haya sido traído a la jurisdicción de la Corte a través de un secuestro; la regla del debido proceso no se ve perturbada, en tanto el secuestrado sea adecuadamente instruído de los cargos que pesan en su contra y haya podido tener un juicio justo; un gobierno puede ejercer su poder de policía en el territorio de otro Estado«.

Ese fallo fue escrito el 15 de junio de 1992 para Machain y sentó un precedente para todos.

Ese fallo hizo posible el último vuelo del «Mayo» Zambada.

Al final, tras una extensa batalla judicial, un tribunal absolvió al doctor por falta de pruebas.

Hoy vende tacos en la calle para sobrevivir en Guadalajara.

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