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El hilo invisible entre el crimen y el poder

Yo, «Mayo»: mis diez sexenios

"Mayo" Zambada, el capo de los diez sexenios

"Mayo" Zambada, el capo de los diez sexenios. Crédito: Encripdata.

A juicio de Zambada, el gobierno llegó tarde a esta lucha y no hay quien pueda resolver en días problemas generados por años. Infiltrado el gobierno desde abajo, el tiempo hizo su “trabajo” en el corazón del sistema y la corrupción se arraigó en el país. Al presidente, además, lo engañan sus colaboradores. Son embusteros y le informan de avances, que no se dan, en esta guerra perdida.
-¿Por qué perdida?
-El narco está en la sociedad, arraigado como la corrupción.
-Y usted, ¿qué hace ahora?
-Yo me dedico a la agricultura y a la ganadería, pero si puedo hacer un negocio en los Estados Unidos, lo hago.

Aquella tarde, cuando Ismael Zambada García aceptó platicar por primera y única vez con un periodista –Julio Scherer García, fundador de Proceso-, reconoció lo que era conocido por todos. Era abril de 2010. Según documentos oficiales a los que tuvo acceso Encripdata, en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos existen registros que lo vinculan a 163 operaciones de narcotráfico internacional por 457.212 kilos de cocaína entre el 6 de enero de 2003 y el 15 de febrero del 2014. Por lo menos. 457 toneladas. Una quinta parte de su carrera criminal. Porque «el Mayo» empezó en los cultivos en los años sesenta, cuando no existían los cárteles, y se retiró recién este jueves 25 de julio de 2024 cuando el Beechcraft Super King Air 200 aterrizó en Santa Teresa, un aeropuerto cercano a Texas, cuando Sinaloa ya no es lo que era. Sesenta años han pasado.

A los 76 años, Zambada enfrenta por primera vez cargos en los Estados Unidos, sin haber pisado una cárcel en México. En los registros, además, lo conectan a 8 conspiraciones de distribución de 8 mil kilos de cocaína entre 1999 y 2013 en varios estados de la Unión e indeterminadas de heroína en 2004 y marihuana y metanfetaminas entre 2008 y 2014. En el proceso de Texas, donde se formalizó su ingreso, lo desvincularon de varias operaciones de cocaína, pero le sumaron cargos por fentanilo desde 2014.

En los últimos sesenta años, México y Estados Unidos han sido el uno para el otro: el mayor proveedor de drogas para el mayor consumidor del mundo. Alguna vez la historia deberá redefinir de quién es la desgracia y de quién, si la hay en esto, la suerte.

Antiguos grupos del Cártel de Guadalajara, todos los cárteles creados desde el 8 de abril de 1989 en adelante -ya sea por el reparto de los territorios decidido por Miguel Ángel Félix Gallardo en sus primeras horas bajo custodia o, directamente, por el comandante Guillermo González Calderoni-, todos los que miran al Pacífico se aliaron y todos, en algún momento, han rivalizado.

Por esos enfrentamientos, según los registros, «el Mayo» y Joaquín Guzmán Loera, «el Chapo», conspiraron para eliminar a miembros de los Beltrán Leyva, los Carrillo Fuentes, los Zetas, los Arellano Félix; como, por ejemplo, el colombiano Humberto Ojeda, apodado «Robachivas»; Rodolfo Carillo Fuentes, «el Niño de Oro», hermano menor de Amado, «el Señor de los Cielos»; Julio Beltrán Quintero, primo de los Beltrán Leyva; y, por supuesto, intentaron asesinar a Arturo Beltrán Leyva, «el Barbas», aunque al capo lo terminaron alcanzando las balas de la Marina el 16 de diciembre del 2009 en Cuernavaca.

También los responsabilizaron por matar a Rafael Ramírez Jaimes, jefe del grupo de Aprehensiones de la Subprocuraduría de Justicia de Tlalnepantla; Roberto Velasco Bravo, director de Crimen Organizado de la Policía Federal; una persona conocida solamente por su nombre -Raúl-; y ocho John Doe, es decir, ocho personas sin identificar, posibles denunciantes, testigos e informantes.

Pero las listas de operaciones de narcotráfico y de homicidios no alcanzan para retratar al «Señor del Sombrero». Mientras algunos consideran que «el Mayo» decidió retirarse después de 60 años y otros creen que cayó en una trampa de un hijo de su viejo socio, Estados Unidos ya busca decomisar bienes por 14 mil millones de dólares.

Pero a él no lo definen las «coronaciones» sino la «corona» que ha sabido llevar sesenta años.

A él lo definen los últimos diez sexenios.

Y varios presidentes más río Bravo arriba.

Aunque allá, 51 años después de la creación de la DEA, sigan negando la existencia de los cárteles gringos.

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