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Un paso adelante

De Sinaloa a Buenos Aires, el regreso de los argenmex

La historia de los cárteles de Sinaloa y Jalisco en la Argentina

La historia de los cárteles de Sinaloa y Jalisco en la Argentina. Crédito: Encripdata.

Óscar Iván Flores López ya tiene quien lo juzgue: luego de un planteo de competencia, finalmente será el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF) 6 porteño quien decida el futuro de este mexicano de 54 años, acusado de formar parte de una célula de un cártel mexicano que durante los años dorados de la efedrina traficó más de 9 toneladas del precursor químico desde la Argentina hacia su país de origen para fabricar metanfetaminas con destino final hacia Estados Unidos.

Sobre la cabeza de Flores López pesaba la orden de captura internacional ordenada en agosto del 2018 por la jueza federal María Servini, como reveló Encripdata. La Fiscalía General de la República (FGR) de México lo entregó en mayo del 2023 en el aeropuerto internacional de Ciudad de México a la Policía Federal para llevarlo hasta la Argentina.

Según la acusación, Flores López formaba parte de la organización narcocriminal liderada en Buenos Aires por Julio Enrique García Mena e integrada por los hermanos José Antonio García Mena, alias «Tonio» o «Gory», y Juan Carlos García Mena, los hermanos José Gilberto Juárez Lima y Denisse Nayely Juárez Lima y Alejandro Elvira Lugos.

La jueza Servini investigaba si Ibar Esteban Pérez Corradi había mandado a matar a Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina y el acusado, para intentar demostrar que él no había dado la orden, declaró como «arrepentido», reconoció haber traficado 13 toneladas de efedrina para cárteles mexicanos y dio los nombres de sus dos clientes, el argentino Romero y el mexicano «Alexis», a los que les vendía «toda la efedrina que pudiera conseguir»1.

Operación Crystal, el libro que revela la trama que llevó al triple crimen
Operación Crystal, el libro que revela la trama del triple crimen. Crédito: Ceruse – Ferrón.

Romero era Maximiliano Darío, al que en los pasillos judiciales empezaron a llamar «Fantasma» porque, hasta entonces, nadie sabía de su existencia. Este joven operó con Daniel Ricardo López y Hernán Pablo Lozano. Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 8 porteño condenaron en marzo del 2022 a Romero a 8 años de prisión; a López, a 3 años de prisión en suspenso; y a Lozano, a la misma pena por lavado activos.

«Alexis» era Arturo Alonso Cota Lomeli, un mexicano que firmó una probation por haber intentado pasar con 5 kilos de efedrina en agosto del 2007 por el aeropuerto internacional de Ezeiza. Más acá en el tiempo, el 9 de junio del 2021, un sicario intentó matarlo, le disparó cinco tiros a la camioneta BMW X4 blanca en la que viajaba junto con una mujer por la Zona Dorada de Tijuana, en la frontera con Estados Unidos, pero sobrevivió.

Como pudo reconstruir la jueza Servini, en este tramo de la «ruta de la efedrina», por un lado, Famérica le vendió 4250 kilos a Víctor Antonio Wendling Duarte, este a Romero y este a «Alexis»; por otro lado, Farmacéuticos Argentinos (FASA) le vendió 4800 kilos a Pérez Corradi, que primero los comerció con Romero y luego, ya sin este como intermediario, directamente con «Alexis»2. Y así llegó hasta Flores López y compañía.

Como imputado colaborador, Pérez Corradi declaró que Josue Ezequiel Fuks, uno de los dueños de FASA, tenía contactos con la Secretaría de Inteligencia (SIDE). Este empresario, aunque tenía orden de captura internacional, consiguió llegar a Israel, donde vive tranquilo desde 2009 porque no existe tratado de extradición entre ese país y la Argentina. El «cerebro» de FASA importó 14.026 kilos de efedrina, es decir, el 29% del precursor químico ingresado entre 2004 y 2008 desde China e India. Además compró algunos kilos más en el mercado local.

Uno de los socios de Fuks era Alberto Salvador López Martucci, de quien se rumoreaba que tenía una oficina en la Casa Rosada3. Tal vez por eso, cada vez que llegaban los contenedores de efedrina desde India y China, los empresarios llamaban a Balcarce 50 y alguien contestaba4.

«El Negro López», además de efedrina, traficó llamados con Madero Office Center5. Esta oficina, del cuarto piso del edificio de la avenida Alicia Moreau de Justo 1148, Puerto Madero, encierra varios casos de narcotráfico, lavado y ajustes de cuentas. A esa cueva, por ejemplo, se comunicaba Martín Lanatta, uno de los condenados por el triple crimen.

Por las terminales de Madero Office Center alguna vez se interesó el juez federal Ariel Lijo6, ahora nominado por el presidente Javier Milei para la Corte Suprema de Justicia.

El negocio de la efedrina era redondo: el kilo se importaba a 100 dólares y puesto en México llegaba a 10 mil. Los cárteles elaboraban metanfetaminas, en forma de éxtasis, ice o crystal, para vender en Estados Unidos, donde el consumo problemático de opioides profundizó la crisis de salud pública, con miles de personas muertas por año y en aumento.

Fueron cinco años dorados: entre 2003 y 2008 se movieron casi 41 toneladas de efedrina para los cárteles de Sinaloa, Golfo y Tijuana, según las pistas que fueron dejando sus representantes por su paso por la Argentina, un negocio de 500 millones de dólares, que creció a la vista de los servicios de Inteligencia locales, mexicanos y estadounidenses y que se terminó de la noche a la mañana por el llamado triple crimen de General Rodríguez.

Parte de las ganancias quedó en el país: por ejemplo, el kilo que Fuks importaba a 100 dólares se lo vendía a 500 a Pérez Corradi y este se lo revendía a 1500 a «Alexis», que hacía lo suyo en México7. En el medio, el «arrepentido» tenía que pagar «la membresía» de la Policía Federal (PFA) para que lo dejaran operar.

Saber quiénes fueron los proveedores y los compradores de Pérez Corradi fue clave para terminar con el mito de que Forza, Ferrón y Bina quisieron «cagarle el negocio», como sostuvo el fiscal Juan Ignacio Bidone al pedir la captura. La jueza Servini no solo determinó que entre unos y otros no había conflicto de intereses sino que en el negocio de los 500 millones de dólares participaban varios grupos más.

Algunos grupos fueron condenados y otros tuvieron mucha suerte. Por caso, los responsables de Famérica SA comercializaron 13 toneladas de efedrina, pero un tribunal los absolvió en agosto de 2023 -sí, quince años después de los hechos- porque el fiscal retiró la acusación por el beneficio de la duda. Estos empresarios fueron defendidos por dos históricos abogados de la SIDE8.

La «ruta de la efedrina» dejó pruebas por todas partes: para importar había que tener el alta en el Registro Nacional de Precursores Químicos (RNPQ) y tramitar los certificados –por sustancia y cantidad– en la Sedronar. Eran tres copias: una para el importador, otra para la Aduana y otra para el exportador.

La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) también registraba todas y cada una de las operaciones. Estados Unidos era el país que más dinero aportaba para el funcionamiento de la JIFE.

En otras palabras: la Sedronar, la Aduana, la JIFE y Estados Unidos conocían cada gramo de efedrina que se movía por la Argentina. Y la SIDE y la PFA caminaban a todos los intermediarios para sacar provecho del negocio sin ensuciarse las manos.

Pero, a pesar de todos esos documentos oficiales, la suerte de Famérica fue lo que necesitaba la Sedronar: el por entonces jefe de la secretaría antidrogas, José Ramón Granero, y otros funcionarios debían sentarse en el banquillo por permitir el ingreso de casi 41 toneladas de efedrina que terminaron en manos de cárteles mexicanos, pero un tribunal los sobreseyó, es decir, los declaró inocentes sin necesidad de realizar el juicio, porque el fiscal también retiró la acusación, esta vez con una excusa técnica: como los responsables de Famérica, señalados como autores, fueron absueltos, no podía sostener la imputación contra los de la Sedronar, apuntados como partícipes necesarios del delito que no tenía autores condenados.

El autor de esta nota y Diego Ferrón, hermano de Damián Ferrónpublicaron Operación Crystal, el libro definitivo sobre el triple crimen de General Rodríguez9, en el que revelan detalles de la masacre, el rol de la SIDE en la «ruta de la efedrina» y las pruebas que alimentan la hipótesis de que la DEA estuvo detrás de las ejecuciones de Forza, Ferrón y Bina.

Algo es innegable: la «ruta de la efedrina» desde la Argentina hacia México y ya como metanfetaminas a Estados Unidos se cortó de la noche a la mañana después, solo después, del triple crimen de General Rodríguez.

El fin de la efedrina fue el inicio del fentanilo, siempre con Estados Unidos como gran mercado de consumo. La irrupción de las drogas sintéticas a gran escala y la extradición del mismísimo Joaquín «el Chapo» Guzmán -el 19 de enero de 2017, último día de la presidencia de Barack Obamacambiaron muchas cosas en el comercio mundial de las drogas: mientras «los Chapitos» se volcaron de lleno a los laboratorios de fentanilo -antes palabra prohibida-, algunos argenmex10, por eso mismo, se retiraron del negocio.

Uno de esos argenmex, que no oculta su simpatía por el Cártel de Sinaloa, regresó a Buenos Aires y desde que se sintió traicionado por los libertarios, se animó a levantar su perfil para criticar al gobierno de Milei.


1, 7 Declaración indagatoria de Pérez Corradi.

2, 4, 5, 8 Extracto del expediente judicial.

3, 6 Fuente con acceso al expediente.

9 Ceruse, Agustín y Ferrón, Diego. (2023). Operación Crystal. Editorial Dunken.

10 Un narcotraficante.

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