«Clavaron» una camioneta que no debían y los prendieron fuego: a un año del doble crimen de Vitullo y Segura
Ese sábado por la mañana, Silvio David Vitullo no tenía pensado trabajar, pero lo llamaron de urgencia para que fuera al taller mecánico. Acababa de entrar una camioneta recién robada. Tenía que adulterar el número de motor y chasis para sacársela de encima. Entonces, llamó a su compañero Diego Fabián Segura para «clavarla».
Eso fue lo último que supieron los familiares de Vitullo, de 40 años, y Segura, que al día siguiente cumplía 30 años. El rastro de los mecánicos se perdió a las 13.08 del sábado 10 de diciembre del 2022, hace ya un año, cuando ingresaron a bordo de un Peugeot 504 al barrio El Triunfo, Monte Grande.
Al día siguiente, la Policía Bonaerense informó que había hallado a dos personas calcinadas en el baúl de un utilitario Citröen Berlingo todo quemado. Al principio, los investigadores pensaron que podían ser los cuerpos de Lautaro Morello, de 18, y Lucas Escalante, de 26, dos amigos desaparecidos el 9 de diciembre no muy lejos de allí, pero, finalmente, determinaron que eran de los mecánicos.
Los médicos forenses concluyeron que Vitullo y Segura fallecieron por «un shock traumático secundario a carbonización y asfixia por gases incandescentes», es decir, porque los asesinos prendieron fuego el utilitario con ellos vivos y, en consecuencia, murieron por intoxicación.
A partir de las declaraciones de los familiares, el juez Martín Rizzo y el fiscal Álvaro Garganta pudieron reconstruir que las víctimas formaban parte de «los Lindos», una banda dedicada a «cortar» autos en el conurbano bonarense, o sea, robarlos, adulterar los números de motor y chasis, el código de los cristales, los stickers de seguridad y revenderlos.
La «banda de los Lindos» empezó a perder en enero del 2022 cuando la Policía de la Ciudad frenó las camionetas Volkswagen Amarok y Ford Ranger de «Hueso» y «Leila» por la avenida General Paz, a toda velocidad y de contramano.
La jueza federal María Servini ordenó en julio del 2022 arrestar a 14 miembros más, pero los jefes, «Ema» y «Rojaijú», aunque sintieron el golpe, se las ingeniaron desde la cárcel para seguir con el negocio.
La organización tenía dos grupos: mientras «los cañeros» se encargaban de robar los vehículos, «los intelectuales» se ocupaban de modificar los números de motor y chasis. Después los revendían. Segura no estaba imputado. Vitullo, en cambio, estaba mencionado como uno de los «intelectuales», y había zafado, estaba libre.
Este tipo de delitos es el primer eslabón de otras actividades criminales: si bien los delincuentes comúnes sustraen vehículos para realizar una seguidilla de robos y descartarlos enseguida, a veces prendiéndolos fuego, las organizaciones especializadas lo hacen para, una vez «clavados», transportar droga, cometer sicariatos o revenderlos a compradores de buena fe.
Uno de los investigadores explicó a Encripdata que quienes ordenaron la muerte de los mecánicos amenazaron a otros integrantes de «los Lindos» para que entregaran a los que habían hecho el «trabajo». Y aunque todavía no hay detenidos por el doble crimen de Guernica, a ese modus operandi lo definió sin vueltas: «Los hicieron desaparecer al estilo rosarino».
Por eso, aquella mañana, lo llamaron a Vitullo de urgencia y él lo convocó a Segura. Lo que no sabían era que esa camioneta robada era de un peso pesado y que sus propios compañeros los entregaron con ese «clavado» para que el dueño ajustara las cuentas.