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El hilo invisible entre el crimen y el poder

«Evaluar brote psicótico y desenlace fatal»: las anotaciones del comisario Centurión que lo vinculan al crimen de Lucas

Las anotaciones de puño y letra del comisario Centurión que lo vinculan al crimen de Lucas

Las anotaciones de puño y letra del comisario Centurión que lo vinculan al crimen de Lucas. Crédito: Encripdata.

Esa noche, Cristian Centurión y su primo Maximiliano Centurión, ambos de 26 años, lo citaron en la calle 1538, esquina ruta 53, La Capilla, partido de Florencio Varela. Era la casaquinta familiar. Para atraerlo, le prometieron vales de nafta. Al rato, Lucas Escalante, también de 26, llegó a bordo de su auto BMW azul. Pero no lo hizo solo: estaba con Lautaro Morello, de 18, primo de una exnovia.

Aquella noche del 9 de diciembre, los Centurión esperaban a Lucas solo. Pero estaba acompañado. Eso cambió el plan. A las 00.30 ya de la madrugada del 10 de diciembre, Cristian ingresó a una estación de servicio de Florencio Varela. Sin bajarse del Peugeot 208 a nombre de su madre, le dio al playero un bidón para cargarlo con nafta.

En medio de los festejos por el triunfo de la Selección argentina frente a Países Bajos y la clasificación a la semifinal del Mundial Qatar 2022, las familias de Lucas y Lautaro salieron a buscarlos. Obviamente, fueron a las comisarías.

Ese mismo 10 de diciembre, horas después, alguien prendió fuego el BMW de Lucas sobre la ruta 6 a la altura de Abasto, partido de La Plata.

La noche del 15 de diciembre, un vecino halló el cuerpo de Lautaro. Estaba a la vera de una autopista en construcción, a la altura de Guernica. Los médicos forenses determinaron que la víctima murió por asxifia mecánica. Lo estrangularon hasta matarlo. La misma noche en la que su rastro se perdió en la casa de los Centurión. Después quemaron el cadáver.

El hallazgo de Lautaro sin vida se produjo horas después de la finalización del allanamiento en la casaquinta de los Centurión en La Capilla. Ese allanamiento fue sin igual: los detectives lo hicieron a la luz de la luna, sin prender las luces de la propiedad, lo suspendieron por falta de visión, no preservaron el lugar, les devolvieron las llaves a los Centurión y retomaron al día siguiente.

De Lucas, en cambio, nada.

Hasta hoy sigue desaparecido.

Pero un cuaderno con anotaciones podría ser clave para saber qué hicieron con él, según pudo reconstruir Encripdata con base a documentos oficiales.

En estos nueve meses, el expediente pasó por varias fiscalías. La primera fiscal del caso, Mariana Dongiovanni, arrestó el 16 de diciembre a Cristian y Maximiliano Centurión. Cristian es hijo del comisario mayor Francisco Centurión, alias «Coco», por ese entonces enlace de la Policía Bonaerense con la Policía Internacional (Interpol). A pesar de la conexión evidente, la fiscal demoró un mes en apartar a la Bonaerense de la investigación, centrada entonces en buscar con vida a Lucas.

Fue recién el cuarto fiscal del caso, Daniel Ichazo, el que avanzó sobre «Coco» Centurión: en julio solicitó la prisión preventiva del comisario mayor por los delitos de «sustracción de caudales públicos en concurso real con privación ilegal de la libertad agravada por haber durado más de un mes y por ser cometida con violencia». En otras palabras: si bien estaba de viaje aquel 9 de diciembre, enterado de lo que había ocurrido en su propia casa, Centurión regresó de inmediato y desde la noche del 10 de diciembre se «sumó al plan criminal» de su hijo y de su sobrino, «manteniendo privado de su libertad a Lucas por al menos un lapso mayor a un mes», pudiendo concluir, por el contexto en que se fueron sucediendo los hechos, que «a la fecha se presume su muerte violenta a manos del clan Centurión».

El juez de Garantías Julián Busteros confirmó la prisión preventiva de Centurión, pero solo por la sustracción de caudales públicos y no por el secuestro y asesinato de Lucas. Para sostener su decisión, dijo que el planteo del fiscal era una «mera suposición» que no alcanzaba el grado de «convicción asertiva» necesario. Por eso, las acciones ejecutadas por el acusado «podrían constituir claramente el delito de encubrimiento, que en la presente no resulta punible», por ser padre de uno de los detenidos.

La diferencia de criterio y de valoración de la prueba entre el juez y el fiscal, es decir, entre el encubrimiento y la coautoría, está en la data de muerte de Lucas, si es que finalmente lo mataron. Todos los indicios apuntan hacia ese final. El cuerpo podría hablar, los médicos forenses podrían determinar qué día lo asesinaron, pero su desaparición, obviamente, funciona como un obstáculo.

La cronología de los hechos, entonces, puede llenar ese vacío. Porque los primos Centurión esperaban encontrarse con Lucas solo. Y como llegó acompañado, cambiaron el plan, mataron a Lautaro esa misma noche, tuvieron que salir a comprar nafta y prendieron fuego el auto y el cuerpo. Pudiendo hacer lo mismo con los dos, solo lo hicieron con uno. Eso, al menos, es lo que dejaron ver. Y cuando los familiares quisieron abrir una puerta de una habitación de la casaquinta de los acusados, la Bonaerense frenó el allanamiento hasta el día siguiente.

El día que finalmente lo arrestaron, el comisario mayor Centurión intentó escapar. Los agentes de la División Homicidios de la Policía Federal (PFA) se lo impidieron de un disparo en el tobillo. En esas horas, el fiscal Ichazo llevó adelante varios allanamientos: en la casa de la novia, la PFA secuestró un bolso de Centurión. Dentro había ropa, dólares, una tablet, el pasaporte y un cuaderno.

Ese cuaderno hoy es clave. Como pudo reconstruir Encripdata con base a documentos oficiales, Centurión hizo un punteo con información de la vida privada de Lucas y la familia. De los padres tenía datos sobre el country en el que vivían y los autos en los que se movilizaban. De su puño y letra, el comisario mayor anotó: «16: evaluar un brote psicótico de Lucas y el desenlace fatal. Informe y testimonio al médico psiquiátra y/o psicólogo». En su poder también tenía un informe del psicólogo que atendía a Lucas. Todo esto lo escribió después del crimen de Lautaro.

En otro de los puntos, el acusado hizo un breve perfil de la víctima: remedios que supuestamente tomaba, relaciones sentimentales, problemas con el alcohol y su forma de manejar con el auto.

En el punto 14, «tener acceso a todos los nº de antenas abiertas en la zona Capilla entre las 22 hs y las 2 hs». En el 15, «pedir listado al Patronato de Liberados, listado de personas con libertad condicional que fueran y vivan por la zona».

En limpio: el comisario mayor Centurión trazó un perfil de Lucas y planteó diferentes alternativas sobre el desenlace fatal. Estas anotaciones bien podrían formar parte de la investigación judicial para descubrir qué le pasó, pero Centurión nunca intervino en el caso. Ni tenía que hacerlo. Porque no era su área. Pero, por si fuera poco, la noche que el vecino encontró el cuerpo de Lautaro, el comisario mayor estaba allí.

Estas anotaciones, entonces, podrían indicar otra cosa: que el comisario Centurión analizó diversos escenarios alternativos sobre el final de Lucas para, en algún momento, elegir el mejor y armar la escena del crimen y hasta buscar culpables entre exconvictos.


*Encripdata reconstruyó esta historia con base a documentos oficiales del expediente sobre el crimen de Lautaro Morello y la desaparición de Lucas Escalante.

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