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Un paso adelante

«Calavera» Pelozo, el narco con pista para avionetas y un reguero de cadáveres que va más allá de Ibarlucea

Pelozo, el narco detrás del triple crimen de Ibarlucea

Pelozo, el narco detrás del triple crimen de Ibarlucea. Crédito: Encripdata.

«Santos» regresaba del río y aunque era sábado, ese llamado le cortó la poca tranquilidad que le quedaba. Era de un número desconocido, pero a él lo conocían y bien: «Devolvé lo que encontraste, sabemos dónde vivís, vos y tu familia, son de El Remanso».

Cuando entró a su casa, volvió a sonar el teléfono: «Devolvé todo lo que encontraste, decile a tu hermano ‘El Perro’ que lo devuelva, pensalo bien, te vuelvo a llamar en diez minutos, sabemos dónde vivís, si no lo devolvés, vamos a ir a tu casa y vamos a matar a toda tu familia».

Para emboscarlo, al «Perro» le hicieron un cuento: «Buen día, ¿cómo andás? Sos una verga, todos encontraron ‘ladrillos’ y vos no encontraste nada, acá, por todos lados, en El Espinillo, El Remanso, todos andan con un ‘ladrillo’, ¿no encontraste nada? Andate para la costa, camina todo por la costa, capaz que encontras, está todo envuelta en cinta marrón, dicen que todos tienen, bolu».

Aquella tarde, 30 de octubre del 2021, en Puerto General San Martín, provincia de Santa Fe, dos pescadores rescataron 42 kilos de marihuana del río Paraná y para no tener problemas, se los entregaron a la Prefectura. Pero los narcotraficantes de la zona andaban preguntando por el resto del cargamento, 158 kilos más, y hacían responsable a Maximiliano Iván Giménez, alias «Maxi Rey».

Giménez no se hizo cargo de nada, todo lo contrario, cambió su número, no le atendió más el teléfono a su socio y dejó de frecuentar ciertos lugares.

Hizo algo más: buscó la protección de Ariel «Guille» Cantero y los Monos, los enemigos del hombre al que le acababa de hundir millones en marihuana.

Si la venganza es un plato que se sirve frío, a «Maxi Rey» lo agarraron con la guardia baja: a la salida de un casamiento en Ibarlucea, desde una camioneta abrieron fuego contra el Audi TT y aunque pegó un volantazo e intentó regresar al salón de fiestas, los asesinos cumplieron con el encargo: lo mataron a él, a su pareja Érica Romero y a la bebé de ambos, Elena, de un año.

El casamiento nunca debió celebrarse: los novios Esteban Rocha, alias «Pinky», y Brisa Leguizamón estaban con prisión domiciliaria y tobillera electrónica. Giménez también estaba bajo investigación por narcomenudeo: le vendía cocaína de máxima pureza a Leonardo Saravia, alias «Leo Rey», para sus puntos de venta en Villa Banana. A la fiesta fueron varios de los Monos.

El triple crimen del 29 de enero de 2022 en Ibarlucea aceleró todo: con Saravia procesado y Giménez asesinado, a los investigadores ahora tenían que reconstruir cómo llegaba la cocaína de 93 por ciento de pureza a uno de los barrios más pobres de Rosario. Origen peruano, calidad insuperable. La clave, entonces, era saber quién era el proveedor. Y hasta que se peleó con Esteban Lindor Alvarado y se pasó a las filas de los Monos, Giménez frecuentaba una casa en avenida Rosario 1539, Ibarlucea.

Esa dirección figuraba en otro expediente, pero ya no por actividades compatibles con narcomenudeo sino por operaciones de narcotráfico internacional.

En ese otro expediente, Adelaida Castillo, alias «Reina Titi», le pedía explicaciones a Jorge Adalid Granier Ruiz por un faltante. Había que animarse a reclamarle a ese hombre: el capo boliviano tenía contactos con Gilberto Aparecido Dos Santos, más conocido como «Fuminho», uno de los jefes del Primeiro Comando da Capital (PCC) de Brasil. Pero negocios son negocios y para que no hubiera dudas de lo que le había hecho llegar, le reenvió un audio de la persona que se había encargado de acondicionar la droga: «Hermano, decile que la gris es la que tiene todo el papel film, todo papel film esa era la gris, era gris clarito, no era cinta gris como la vez pasada esa plomo, era más clarito y tenía todo el film afuera», según documentos oficiales a los que accedió Encripdata.

Ese audio reenviado, le aclaró Granier Ruiz a Castillo, era de «su muchacho».

Pero los investigadores no sabían cómo se llamaba el joven en cuestión.

Hasta que un expediente alimentó al otro y así descubrieron que el «muchacho» detrás del audio tenía la voz muy parecida a una «escucha» telefónica sobre la casa adonde Giménez iba a abastecerse. Una pericia de la División de Acústica Forense de la Policía Federal (PFA) hizo el resto: era la voz de Fabián Gustavo Pelozo.

Realmente era un muchacho, estaba por cumplir 33 años.

Pero en Ibarlucea ya todos conocían su verdadero rostro.

Su influencia se extendía hacia otras provincias: en Monte Maíz, Córdoba, tenía un campo con pista clandestina para avionetas, según las imagenes satelitales de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). La confirmación llegó del exterior: Paraguay informó que esas coordenadas figuraban en el tracker de una aeronave secuestrada con 425 kilos de cocaína en Toro Pampa durante el operativo Horizonte Boreal.

Así, entre los fiscales federales Carlos Amad, Eduardo Villalba (ambos de Salta), Adriana Saccone (Santa Fe), Diego Iglesias (Procunar) y los fiscales provinciales Matías Edery y Luis Schiappa Pietra (Santa Fe) reconstruyeron que Pelozo era la mano derecha del capo boliviano Granier Ruiz y como tal era el encargado de recibir entre 300 y 400 kilos «bombardeados» por avionetas en Monte Maíz y trasladarlos a Ibarlucea, donde los clientes pasaban a comprar, ya sea la «Reina Titi» para exportar a Europa o Giménez, para revender a «Leo Rey».

Por el servicio de «taxi aéreo», Granier Ruiz y Pelozo cobraban 300 mil dólares.

A Valdemar Loza le entregaron 1166 kilos el 17 de diciembre de 2017. Como la Policía Federal (PFA) lo dejó llegar hasta un galpón de Tapiales, La Matanza, el capo boliviano y su «muchacho» quedaron en las sombras.

A la «Reina Titi» le dieron 389 kilos el 24 de septiembre de 2020 y aunque a ella, su hija y su yerno los frenaron a poco de andar, en la ruta nacional 9 a la altura del paraje El Paraíso, Ramallo, la Gendarmería no pudo ubicar el centro de acopio, nunca pisó Ibarlucea.

Pero las condenas a Loza y Castillo, el cruce de información entre los investigadores y el triple crimen de Ibarlucea fue el principio del fin para Pelozo: lo arrestaron en febrero del 2022, lo procesaron un mes después y, finalmente, en agosto de este año, un tribunal de Salta lo sentenció a 9 años de prisión por el «taxi aéreo» narco para la «Reina Titi».

En el medio, a Oscar Alberto Godoy lo mataron el 19 de octubre del 2022 en la localidad de Luis Palacios, San Lorenzo. Como Giménez, Godoy iba a la casa de Pelozo en Ibarlucea a abastecerse: estaba procesado por venderle a clan Tripi, de Iván Tripi y Gustavo Álvarez, que dominaba el barrio FO.NA.VI.

Como describen los periodistas Germán De los Santos y Hernán Lascano en Rosario, la historia detrás de la mafia narco que se adueñó de la ciudad, ni la cárcel frena a los Monos, Alvarado y las segundas y terceras líneas.

Con un perfil más bajo, como el vuelo rasante de sus avionetas, Pelozo sigue escribiendo su propia historia, ahora desde una celda.

Desde allí trama cómo desembarcar en Buenos Aires.

O tal vez lo haya hecho ya y pocos lo sepan aún.

Podría ser cuestión de semanas, días.

A la altura de su apodo: «Calavera».

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