Vendieron 15 toneladas de efedrina, pero fueron absueltos por el beneficio de la duda
A 15 años de la explosión de la «ruta de la efedrina», los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Federal 4 de San Martín absolvieron este 23 de agosto a varios intermediarios en la cadena de desvío de toneladas y toneladas hacia los cárteles mexicanos, que bajaban a la Argentina a comprar este precursor químico para luego fabricar metanfetaminas y venderlas en los Estados Unidos.
Tanto tiempo pasó desde el allanamiento a la quinta de Ingeniero Maschwitz y el triple crimen de General Rodríguez, que de los cinco imputados en este expediente, una falleció y otro fue sobreseído por cuestiones técnicas -primero le suspendieron el proceso por incapacidad mental sobreviniente y luego le aplicaron la garantía constitucional de ser juzgado en un plazo razonable; así, la demora de la Justicia, sumado a su estado de salud, le jugó a favor-, según pudo saber Encripdata.
El juicio empezó el 21 de junio de este año. En el banquillo de los acusados estuvieron Carlos Edelmiro González, con sus 83 años, Marcelo Lisanti y Marcial Crespi. En el requerimiento de elevación a juicio, el fiscal federal de Campana Orlando Bosca le imputó al primero la compraventa de 2626 kilos de efedrina y 706 kilos de pseudoefedrina entre 2006 y 2008; y a los otros dos, la comercialización de 13.036 kilos de efedrina en el mismo período.
Si bien en el debate quedó demostrado el aspecto objetivo de la acción, es decir, existían pruebas sobre las ventas de efedrina y la utilización de un cuñete del lote 196107 en la elaboración de metanfetaminas por parte de la organización del mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza en la quinta de Ingeniero Maschwitz, el fiscal de juicio Carlos Cearras consideró que no estaba probado el aspecto subjetivo de la acción, o sea, que los acusados supieran que los precursores químicos que vendieron se usarían para la producción de drogas sintéticas. Por eso, en la etapa de alegatos, le solicitó al tribunal la absolución de González, Lisanti y Crespi por el beneficio de la duda.
En el caso de González, el imputado recordó que comenzó su carrera como exportador para laboratorios de Paraguay en 1963, allá lejos y en el tiempo, y que ingresó en el negocio de la efedrina en el 2006 por recomendación de un empleado de Droguería Libertad porque, le aseguró, iba a ganar «mucha plata». Acto seguido, reconoció que actuó como intermediario entre esa droguería y los clientes, que una parte se pagaba en negro y obtenía como comisión 40 dólares por cada kilo. A pesar de su experiencia en el rubro, dijo no haber tenido sospecha de que estuviera haciendo algo ilegal porque la efedrina no estaba prohibida para la venta.
La sentencia no lo dice, pero sus 83 años tal vez le jugaron a favor.
Por su parte, Lisanti, como dueño, y Crespi, como director de ventas, administraron Famérica desde 2003. Declararon que no sabían cuánto eran las necesidades legítimas de sus clientes porque estaban en auge los remedios genéricos, que siempre cumplieron con las declaraciones juradas de compras, ventas y stocks ante la Sedronar, que su comercialización dejaba el mismo margen de ganancia que los otros productos del mercado y que nunca sospecharon de los compradores porque no era su función.
A pesar de semejante volumen en tan poco tiempo, el fiscal también les concedió el beneficio de la duda.
En consecuencia, los jueces Matías Alejandro Mancini -que lideró el fallo-, Esteban Carlos Rodríguez Eggers y María Claudia Morgese Martín, absolvieron a los tres imputados.
En el juicio no se incorporó como prueba la declaración del narcotraficante Ibar Esteban Pérez Corradi. En la indagatoria ante la jueza federal María Servini y el fiscal Juan Pedro Zoni, el imputado colaborador se refirió en 2016 a sus negocios con Famérica:
– ¿A quién conocía de Famérica?
– A Marcial y la recepcionista, yo trataba todo con Marcial, pero no sé si él tenía trato con la SIDE o si el que arregló todo con Famérica fue Faggionatto Márquez. Lo que sé es que la gente que arreglamos con los que teníamos que arreglar, no caímos, los que cayeron después fue por instancias judiciales.
Entre marzo y julio de 2008, Pérez Corradi compró 1300 kilos de efedrina en Famérica a través de Masterfarm, una droguería que creó con un albañil como testaferro. Por estas y otras confesiones, un tribunal lo condenó en 2018 a 7 años de prisión al tener en cuenta sus aportes como «arrepentido». No solo reconoció los hechos sino que también marcó a los argentinos y los mexicanos con los que hizo negocios por 13 toneladas. Lo hizo para demostrar que Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina no eran competencia ni le querían «cagar el negocio» y que, por lo tanto, no los mandó a matar. La jueza Servini le creyó: con falta de mérito por el triple crimen, desde agosto de 2021 camina en libertad.
Diego Ferrón, hermano de Damián, y el autor de esta nota revelarán en el libro Operación Crystal, el expediente secreto sobre el triple crimen la trama detrás de las ejecuciones de Forza, Ferrón y Bina y la íntima conexión con el tráfico de efedrina para que la sociedad sepa de una vez por todas quién pudo ser el autor intelectual.
De regreso a este tramo de la megacausa, Pablo Varas y su hijo Marcos Varas, de Droguería Libertad, fueron sobreseídos a pesar de haber importado 16.450 kilos y haber vendido 15.158 kilos. Ni siquiera llegaron a juicio. Primero, el juzgado federal de Campana los procesó por venderle 2450 kilos a González, pero la Cámara los sobreseyó. Después, cuando la jueza Servini descubrió que habían desviado otros 12.708 kilos, la Cámara prohibió avanzar al considerar que eso implicaría violar el principio del non bis in idem, es decir, no ser juzgado dos veces por el mismo hecho.
Al investigar a las autoridades de la Sedronar, la jueza Servini determinó que «de los 47.625 kilos de efedrina importados entre 2004 y 2008, 40.972 kilos fueron desviados a manos de condenados, procesados o denunciados por narcotráfico». Por las manos de Famérica, Droguería Libertad y González pasaron 28.194 kilos, es decir, el 68 por ciento de lo entregado a los cárteles mexicanos, pero aquellos terminaron libres de culpa y cargo.
En octubre, finalmente, otro tribunal dará inicio al último gran juicio por la «ruta de la efedrina». En el banquillo estarán el extitular de la Sedronar, José Ramón Granero, y otros funcionarios de la secretaría antidrogas. Ellos no podrán decir que no vieron ni escucharon: la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) y la Drug Enforcement Administration (DEA) lo advirtieron de todas las formas posibles.
Solo el triple crimen cortó para siempre el negocio de la efedrina.