Encripdata

El hilo invisible entre el crimen y el poder

Lucas González, el pibe que soñaba jugar en Primera

Lucas González, el pibe que soñaba jugar en Primera. Crédito: Facebook.

Por alevosía, por odio racial, por utilizar armas de fuego, por premeditación en grupo y por ser integrantes de una fuerza de seguridad, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 25 porteño condenó este martes al inspector Gabriel Alejandro Isassi, el oficial mayor Juan José López y el oficial Fabián Andrés Nieva a prisión perpetua por asesinar a Lucas González el 17 de noviembre del 2021 y por intentar matar a los amigos, Julián Salas, Joaquín Zúniga y Niven Huanca, todos de 17 años al momento de los hechos.

Aquella mañana, a las 9.35, tras la prueba de fútbol, los chicos se subieron a la Wolkswagen Suran de Julián. Estaba estacionada en el predio contiguo a la cancha de la calle Luna 1549, Barracas. En ese mismo momento, por orden del inspector Isassi, el oficial Nieva condujo el vehículo sin identificar por esa misma calle para observar un edificio de la vereda de enfrente. La excusa que darían después del desastre que hicieron, como publicó Encripdata, serían las tareas encubiertas en una investigación por venta de drogas, no contra ellos sino en la zona.

Aunque no existía ninguna conexión objetiva que los habilitara a seguir a los chicos, los policías de civil decidieron acercarse. A los 55 metros, Julián frenó y Lucas bajó a comprar los jugos. A las 9.37.46, con las botellas en mano, volvió al auto. Luego, reanudaron viaje: los chicos doblaron a la derecha y los policías los siguieron de cerca.

Julián dobló hacia Iriarte. Lucas lo acompañaba adelante. Atrás, Joaquín a la izquierda y Niven a la derecha. Compartían las bebidas, escuchaban música y comentaban cómo les había ido en la prueba de fútbol. Lucas ya jugaba en las inferiores.

Los policías estaban cada vez más cerca: el oficial Nieva manejaba, el inspector Isassi, jefe de la brigada, iba como copiloto y el oficial mayor López, atrás a la derecha. La persecución estaba en marcha.

En un momento, Julián les tocó bocina porque lo habían querido encerrar. Ya con el semáforo en rojo, Isassi dio la orden de actuar y Nieva cruzó el vehículo en 45 grados para impedirles el paso. Nieva salió del asiento del conductor y se puso frente a Julián y Lucas; Isassi, del lugar del copiloto, dio toda la vuelta y quedó próximo a Lucas y Niven; y López, que estaba atrás, se puso a espaldas de Niven y Joaquín.

Todo fue cuestión de segundos. Tal vez milésimas. En Iriarte y Luzuriaga. A las 9.40, uno de los tres policías le acertó una bala calíbre 9 milímetros a Lucas: el proyectil ingresó por la frente, levemente hacia la derecha, y llegó hasta la parte superior de la mandíbula. La trayectoria fue de adelante hacia atrás, de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo. Otra bala le rozó el pómulo derecho.

Isassi, López y Nieva dispararon once veces. «Para emprolijar esta cagada», como ordenaron los jefes, otros policías rasos plantaron una pistola de juguete en el auto de Julián.

Para los jueces, Lucas y los amigos fueron víctimas de «violencia institucional» por parte de la brigada de la Policía de la Ciudad.

Así lo resolvieron Ana Dieta de Herrero, Hugo Daniel Navarro y Marcelo Bartumeu Romero, en un fallo histórico aunque mal redactado: en el punto sobre los hechos contra los amigos de Lucas, los jueces les reprocharon el homicidio, pero debía decir «homicidio en grado de tentativa».

Isassi, López y Nieva también fueron encontrados penalmente responsables de las privaciones ilegítimas de la libertad de los cuatro chicos. Isassi, además, se llevó el delito de falsedad ideológica, es decir, intentar imponer en los papeles la versión del «enfrentamiento armado».

En el banquillo de los acusados hubo más policías: Sebastián Jorge Baidón fue sentenciado a 8 años de prisión e inhabilitación perpetua por torturar a los cuatro amigos.

El subcomisario Roberto Orlando Inca, el comisario Juan Romero, el comisario Rodolfo Ozán y el comisario Fabián Du Santos, a 6 años de prisión por encubrimiento al haber ayudado a Isassi al alterar las pruebas de un delito especialmente grave en concurso ideal por privación ilegítima de la libertad por abusos de sus funciones.

El principal Héctor Cuevas, 4 años de prisión y 10 años de inhabilitación por esos hechos.

En cambio, los jueces absolvieron a cinco policías: el comisario inspector Daniel Alberto Santana, el subcomisario Ramón Jesús Chocobar y los oficiales Jonathan Alexis Martínez, Ángel Darío Arévalos y Daniel Rubén Espinosa, y, en consecuencia, ordenaron liberarlos de imediato.

About Author