Juicio por el crimen del espía de la SIDE: un proyectil y una vaina servida en el baño complican al Grupo Halcón
Una vaina servida 9 milímetros y un proyectil del mismo calibre en el interior del baño. La tercera audiencia del juicio por el crimen del agente de Contrainteligencia Pedro Tomás Viale, alias «Lauchón», se centró en la relevancia de esos elementos balísticos hallados en ese sector de la casa donde el espía de la Secretaría de Inteligencia (SIDE) encontró la muerte a manos del Grupo Halcón en las primeras horas del 9 de julio del 2013, hace casi diez años.
Los acusados, Gustavo Ernesto Martínez y Pedro Nelson Alegre, del Grupo Halcón, siguieron la audiencia vía Zoom. Tanto tiempo pasó que ningún medio estuvo presente salvo, claro, Encripdata.
El tribunal está presidido por la jueza Nada Flores Vega e integrado por Héctor Omar Sagretti y María Claudia Morgese Martín. El fiscal de juicio es Carlos Cearras, los abogados Santiago Blanco Bermúdez y Julián Subías representan a la familia de la víctima y dos letrados, a la Agencia Federal de Inteligencia (SIDE / AFI). Fabián Améndola defiende a los dos policías imputados.
El primer testigo en declarar fue el médico Eduardo Javier Armanasco, de la propia fuerza. Lo hizo por Zoom. Según las actas, aquel día fue con su compañero Carlos Goncalves hasta la casa allanada y constató la lesión del único halcón herido. Declarar es un decir: aseguró no recordar ningún detalle. Ni siquiera mostró saber de qué caso le estaban hablando.
-La falta de memoria impide la continuidad del interrogatorio -lamentó Blanco Bermúdez.
-¿Era habitual que un hecho terminara con un halcón herido y una persona fallecida? -preguntó el fiscal en un intento por no perder al testigo.
Haga un esfuerzo, Armanasco, la persona estaba fallecida dentro del baño y en ropa interior -agregó la presidenta del tribunal.
-No, no, no recuerdo.
-Habíamos desistido de Goncalves, pero ante el desmemoriado Armanasco, queremos convocarlo -se rindió Subías.
El tribunal hizo lugar, pero enseguida la secretaría informó que Goncalves, también médico de la Bonaerense, falleció por coronavirus en el 2020.
El segundo testigo fue el comisario retirado Javier Cortés. Aquel día estaba durmiendo en la comisaría de La Reja de la cual era titular cuando un llamado lo despertó: la DDI San Miguel necesitaba un patrullero identificable y una mujer policía.
-Fue por la madrugada, fue cuando tomé conocimiento, pregunté: ‘¿Qué pasó?’, me dijeron que habían hecho un allanamiento, que se produjo un enfrentamiento y que el imputado fue abatido; pregunté: ‘¿Para qué la femenino?’, me dijeron que la esposa de la víctima estaba muy mal. No me dejaron pasar, mi compañera Ponce pasó a contenerla. Le avisé al fiscal de turno, era mi obligación. Llegué antes que los peritos. Había un halcón herido, le vi el pie sobre una silla, lo tenía vendado, pero le sangraba mucho, estaba muy dolorido. Vi el cuerpo de la persona masculina ensangrentado, me informaron que era el imputado, y un arma de puño. No se encontró nada de estupefacientes, buscaban eso y papeles sobre negocios inmobiliarios. En la guardia me dijeron que era un narcotraficante. Después, en la casa, Ponce me dijo que la señora decía que su marido era de la SIDE y le informé a la superioridad.
-¿Le avisaron que iban a allanar? -quiso saber el fiscal.
-A mí no me avisaron que iban a allanar.
-¿Es frecuente que no avisen cuando van a realizar allanamientos en otra jurisdicción?
-Es común cuando es por casos de drogas para que no se filtren datos. Sí es común que avisen una vez que irrumpen, pero acá nos avisaron una vez que sucedió todo. Me dijo que tenían el dato de que era un narcotraficante y que le dieron la directiva de que tuvieran cuidado porque se podía resistir.
-¿Quién se lo dijo?
-No recuerdo si me lo dijo él o el entorno, él estaba muy dolorido.
-¿Para qué casos se solicita la intervención del Grupo Halcón?
-Se solicita para toma de rehenes, cualquier caso que se suponga que la persona a detener se puede resistir, tienen que justificar el pedido, se hace inteligencia, no puede ser por capricho, se los usa para casos especiales.
De traje impecable, el comisario mayor retirado Ramón Jorge Negretti se cruzó de piernas, apoyó sus manos encima y se recostó sobre el asiento. Pero no iba a durar mucho en esa pose. En aquella época era el jefe de la Departamental de Moreno. Como tal, aseguró, se constituyó en el lugar para saber de primera mano qué había pasado, pero al mismo tiempo aclaró que las circunstancias no las conoció porque no eran de su incumbencia. Tanta discordancia había entre una frase y la siguiente que la presidenta del tribunal le recordó dónde estaba sentado:
-Le voy a recordar que está declarando como testigo y que el falso testimonio tiene una pena de hasta 10 años de prisión.
-¿Usted sabía quién era la persona fallecida? -preguntó Subías.
-No.
-¿Por qué fue a constituirse al lugar?
-Para corroborar la información.
-¿Fue a corroborar lo que no corroboró?
-Tomé conocimiento a los dos días de lo que había ocurrido.
-¿A los dos días usted se enteró que en el lugar al que fue a corroborar todo falleció un agente de la SIDE? -explotó de indignación la presidenta del tribunal.
-Sí, sí. No entré a la casa, entré al jardín. No me acuerdo si me entrevisté con Cortés.
-Había un fiscal de la zona, ya era un homicidio en su jurisdicción, había un comisario suyo en el lugar, ¿le hicieron saber quién era el muerto? -remarcó Subías.
-No que yo recuerde en este momento.
Después, sí, fue el turno de dos peritos que estuvieron en la escena del crimen. La oficial principal de la Policía Científica Vanesa Verónica Battilocchi, técnica superior en Criminalística con especialización en Papiloscopía y Rastros, recordó que su labor ese día fue tomar fotografías y realizar la planimetría para poder ubicar cada evidencia en su sitio.
-Había muchísimas evidencias balísticas, muchos impactos en las paredes. Había bastante gente -y dejó escapar una risa-. Mucha gente en el patio. Había mucha jerarquía, había más gente que cuando llegamos. Siempre que hay hechos relevantes, bajan los de jerarquía. En el baño estaba el cuerpo de la víctima sin vida. Estaba decúbito lateral derecho, entre el inodoro y el bidet, la espalda daba al vanitory. El arma estaba arriba del vanitory, la vaina calibre 9 milímetros adentro del tacho de basura. El cuerpo del señor tenía bastante sangre, pero no había charco de sangre. No me dejaron entrar al cuarto donde estaba la esposa de la víctima, por eso no está dibujado en el plano. En todo el pasillo había muchas vainas, en el living, cerca del sillón, había varios impactos. La preservación de la escena estaba incompleta porque el personal policial estaba dentro haciendo el acta. Antes de nosotros hubo personas.
La oficial prinicipal de la Policía Científica Valeria Stingo, licenciada en Criminalística, hizo peritajes balísticos, es decir, observó los sitios de los impactos e incautó los elementos balísticos. Un cartucho tiene varios elementos: la vaina, el fulminante y la bala. Cuando se efectúa el disparo, la deflagración de la pólvora impulsa el proyectil por la boca de cañon y la vaina, ya vacía, es expulsada hacia el lateral y hacia atrás. En consecuencia, la vaina servida -si no se produce rebote- indica la posición del tirador y el proyectil -si la bala no ingresa- indica la proximidad del objetivo.
-Estaba oscuro, pero no recuerdo la hora exacta, era feriado. Se veía mucho personal policial, más de 10 seguro, mi delegada les pidió que se retiraran para no contaminar la escena. La persona fallecida estaba en el interior del baño. Era un baño chico. En la escena había calibres 9 y 40, tanto vainas como proyectiles. Secuestramos las armas de los policías, pistolas 9 milímetros, la pistola 40 que estaba en el baño y una vaina servida 9 milímetros en el cesto del baño, eso me llamó la atención.
-¿Cómo pudo llegar esa vaina al cesto de basura? -quiso saber Subías.
-Según mi experiencia, la persona que efectuó el disparo debió estar en el interior del baño y si estaba afuera, debió rebotar en una pared para caer en el cesto de basura, pero lo más probable es que el disparo se haya efectuado cerca del vanitory. La vaina siempre sale hacia la derecha. El proyectil en el baño estaba en el vértice de la bañera.
-¿Hay otra hipótesis respecto a que el proyectil quede ahí desde otra posición de disparo?
-No, el tirador tuvo que estar dentro.
-Me voy a oponer al interrogatorio, dijo que no es perito balístico, me opongo a todas las preguntas sobre balística -advirtió Améndola, defensor de los imputados.
-Usted es policía, tiene conocimientos sobre armas, con ese alcance le voy a tomar las respuestas -anunció la presidenta del tribunal.
-¿Ese proyectil puede ser compatible con esa vaina?
-Sí, puede ser compatible. El proyectil puede haber impactado en la víctima.
-Con los alcances de mi oposición, le pregunto: en su hipótesis de que el tirador estaba en el fondo del baño, ¿a qué distancia de la víctima estaría?
-No muy lejos.
-¿Sabe a qué distancia se forma el ahumamiento o tatuaje?
-No lo sé.
A corta distancia, el ingreso del proyectil en el cuerpo produce un ahumamiento o «tatuaje» alrededor del orificio de entrada. Es el llamado tiro a «quemarropa».
Los agentes del Grupo Halcón le acertaron once disparos: según la autopsia, el cuerpo del espía de la SIDE tenía un orificio de proyectil de arma de fuego en la cara, seis en el tórax, tres en el brazo izquierdo y uno en la cadera derecha. Once heridas en total.
El médico forense de la morgue judicial de Lomas de Zamora Héctor César Rosetti determinó que Viale falleció producto de un «mecanismo violento y a consecuencia final de un paro cardio-respiratorio traumático siendo la causa originaria hemorragia aguda secundaria a las lesiones cardiovasculares por el paso de proyectil de arma de fuego en el tórax«, según el resultado de la operación de autopsia a la que tuvo acceso Encripdata. Era de la ametralladora 9×19 mm número 62374837. Era la de Martínez.
En la jornada anterior, María del Fátima Denis, la esposa, declaró: «No lo pude ver a Pedro, lo vi recién en el velatorio. Tenía una cosa acá, que era la bala del remate«.
Esa marca era el orificio de entrada 9: «Una pérdida de sustancia redondeada de 0,3 cm de diámetro, con anillo excoriativo concéntrico de 0,1 cm de ancho, localizado en región facial media, por arriba de la raíz nasal y a 0,5 cm a la izquierda de la línea media craneal anterior, siendo compatible con orificio de entrada de proyectil de arma de fuego». A referencia de otras peritaciones, para el médico forense fue realizado a más de 50 centímetros y «no tuvo significancia en el fallecimiento».
Al cierre de la audiencia, una pregunta quedó flotando en el aire: ¿por qué los Halcones siguieron disparando cuando el espía de la SIDE ya estaba muriéndose en el baño?