«Pedro tenía una cosa acá, que era la bala del remate»: declaró la viuda del espía de la SIDE asesinado por el Grupo Halcón
-Fuimos al centro a buscar a Alan, cenamos afuera, vino Leonardo, volvimos a casa a las 23.30, nos fuimos a dormir. No puedo precisar la hora, pero era de madrugada, escuchamos ruidos, vidrios, tiros. Los dos dijimos: ‘Alan’. Pensamos que lo habían agarrado para hacer una entradera.
A casi diez años del crimen del agente de Contrainteligencia Pedro Tomás Viale, alias «Lauchón», su esposa María del Fátima Denis recordó este martes ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 San Martín cómo fueron esos segundos que le cambiaron la vida para siempre. Los acusados, Gustavo Ernesto Martínez y Pedro Nelson Alegre, del Grupo Halcón, siguieron la audiencia vía Zoom. Tanto tiempo pasó que ningún medio estuvo presente salvo, claro, Encripdata.
Para que se entienda: en el contexto de un allanamiento por narcotráfico, el grupo de elite de la Policía Bonaerense mató a un agente de Contrainteligencia de la Secretaría de Inteligencia (SIDE).
El tribunal está presidido por la jueza Nada Flores Vega e integrado por Héctor Omar Sagretti y María Claudia Morgese Martín. El fiscal de juicio es Carlos Cearras, los abogados Santiago Blanco Bermúdez y Julián Subías representan a la familia de la víctima y dos letrados, a la Agencia Federal de Inteligencia (SIDE / AFI). Fabián Améndola defiende a los dos policías imputados.
-Los dos dijimos ‘Alan’. Pedro agarró la pistola, me empujó, me dijo: ‘Quedate acá’, y salió al pasillo. No sé cuánto tiempo pasó, en un momento terminaron los tiros. Un hombre de negro entró y me dijo: ‘Esto es un allanamiento’. ‘Mostrame el papel’, le pedí, ‘después se lo muestro’. ‘Callen a ese perro’, gritaba; ‘No se va a callar con el quilombo que hicieron’, le dije; ‘Lo voy a hacer callar yo’. A mí me pareció escuchar la voz de Pedro, pensé que estaba con algún policía. ‘Decile que tiene que tomar las pastillas’, le dije; ‘Dale las pastillas’, insistía, hasta que en un momento me dijeron: ‘Ya las tomó’.
Pero el «Lauchón» Viale yacía muerto en el baño. De varios disparos calíbre 9 milímetros. Después entraron tres personas a la habitación matrimonial para informarle a María que Pedro había fallecido. La oficial inspector María del Luján Ponce, ajena al operativo, acompañó por varias horas a la viuda para contenerla.
-Me dijeron: ‘Su marido falleció’. El médico me quería inyectar un calmante. Estaban contando los casquillos cagándose de risa. Después me llevaron a declarar.
-¿Los policías se identificaron como tal? -interrogó el fiscal.
-En el momento que entraron hicieron gritos, pero nunca se escuchó, eran onomatopeyas, no eran frases, por eso pensamos que habían agarrado a Alan. No sé por dónde entraron, no rompieron el portón. Primero se escucharon tiros, vidrios, gritos. No entiendo por qué mandaron al Grupo Halcón para agarrar a una sola persona, no había un ejército en casa, estábamos mi marido y yo. Del allanamiento me faltó un anillo, tenía valor sentimental porque era de mi mamá. Y también ropa. Mi hijo me contó que los señores estaban haciendo un asado.
-¿Notaron presencia policial en los días previos?
-No, no notamos presencia policial en esos días. Con Pedro habíamos hablado de que se retirara, pensaba hacerlo en agosto, por eso hicimos una reserva para viajar el 23 de septiembre a la Polinesia.
-¿Su marido tenía temor a que le quisieran hacer daño?
-Yo nunca supe lo que hacía en su trabajo. El 20 de julio de ese año me mudé, no podía seguir viviendo ahí, me fui al country del Banco Provincia. Ahí sí recibí amenazas. Una vez me llamaron y dijeron: ‘Soy Cristina’; ‘¿Qué Cristina?’; ¿Cómo no vas a saber qué Cristina? y le corté. En otros llamados me dijeron que tuviera cuidado con lo que decía por el bien de mis hijos y mis nietos, pero nunca hice la denuncia. Para qué. La mujer era siempre la misma, se me hacía la amiga, pero yo no la conocía.
-¿Qué más recuerda de ese día?
-Me acuerdo del ‘chapa, chapa, chapa’, fueron tres veces, me quedó grabado, fue lo último que dijo Pedro, pero siguieron los disparos. Por ahí se dijo que Stiuso iba a venir esa noche, pero es mentira. Nosotros teníamos una cámara que daba a la entrada de la casa. Los policías insistían con el visor: ‘¿Dónde está la grabación?’; ‘No tiene, no graba’. Esos ruidos no me los voy a olvidar jamás. No sé si llegó o no a disparar, si disparó primero o segundo, me dijeron que tenía once tiros, lo acribillaron. Tenía retratos de los chicos en el pasillo, quedaron hechos mierda. No sé ni cuánto tiempo me tuvieron en el cuarto. Para mí fue una eternidad. No lo pude ver a Pedro, lo vi recién en el velatorio. Tenía una cosa acá, que era la bala del remate. Me rompieron la vida, me quebraron todas las estructuras, siempre pensamos en llegar juntos a viejos, pero no pude conmigo, no pude con mis hijos, pensé en suicidarme, pero no lo hice por ellos y por mis nietos. No volví a esa casa, que había sido la de nuestros sueños. Mis hijos tuvieron que contenerme a mí, se me desviaron, me sentí culpable de un montón de cosas por las que pasaron ellos. Hasta el día de hoy no puedo dormir.
-¿Quién era Pedro Viale? -le preguntaron sus abogados-.
-Pedro era mi otro yo. Lo conocí cuando tenía 19 años, él tenía 22, la primera vez que nos abrazamos sentí que era mi lugar en el mundo; ‘Con este me caso’, dije. Después de lo que pasó, todo fue un desastre, el único que no se desvió fue Leonardo, el odontólogo; Luciano empezó con problemas de drogas, Alan también, se fue todo a la mierda, no pude sola.
Sobre el final, el defensor de los imputados le advirtió al tribunal que la declaración de la testigo no coincidía en un punto con la versión que había brindado durante la instrucción. La presidenta del tribunal le leyó parte del acta de declaración del 9 de julio del 2013 ante el secretario de la fiscalía: «…Escuché una voz que decía Policía».
-Yo recuerdo el ‘chapa, chapa, chapa’, me quedó grabado. Tiros, tiros.
-¿Cómo estaba emocionalmente en ese momento? -preguntaron sus abogados para matizar esa divergencia.
-Doctor, cómo me voy a acordar, me habían matado a mi marido, me preguntaron qué pasó, yo les conté, no sé si lo escribieron textual.
Sobre Rodolfo Ángel Carricaburo, el principal investigado por narcotráfico que derivó en el allanamiento con orden de detención para el «Lauchón» Viale, la viuda explicó que a «Carri» lo conocían porque tenía contactos en la Municipalidad de Moreno que podían facilitarles la compra de un terreno lindante para extender su casa quinta en La Reja.
Tanto tiempo pasó entre el hecho y el juicio que en los últimos años fallecieron tres personas que hubieran podido dar testimonio, entre ellos Carricaburo.
Después pasaron a la sala dos vecinas de la familia, que aunque no tenían mucho trato, sabían que Viale trabajaba en la SIDE.
A su turno, la comisario inspector retirada Myriam Mirta Escames, a cargo de la Policía Científica de General Rodríguez, recordó que era temprano cuando la convocaron, tardó una hora en llegar y cuando entró y vio unos platos conmemorativos de la SIDE, preguntó de quién era la casa y ante la novedad, puso en conocimiento a su jefe y a la fiscalía.
«Había muchos efectos balísticos, eso me llamó la atención, había impactos en paredes, puertas, proyectiles deformados, vainas servidas, había entre 70 y 100 elementos y efectos balísticos«, remarcó. «Había líneas de fuego opuestas, en una dirección y en otra, en el pasillo y en la puerta del fondo, contra la pared. Estaba el comisario Maldonado, le pregunté qué había pasado, me dijo que estaban haciendo un allanamiento y que el dueño de casa los recibió a los tiros«.
-¿Es compatible los dichos de Maldonado con las líneas de fuego opuestas? -profundizó el defensor de los imputados.
-Sí, era compatible. (Le mostraron el informe pericial). La mayoría estaba acá, en el pasillo.
-¿Se puede determinar a qué armas se corresponden esas trayectorias enfrentadas? -consultó el representante de la AFI.
-No recuerdo.
No recuerdo, no sabría decirle, ese tipo de respuestas fue una constante de la jornada. No en el caso de Escames, pero sí en otros testigos. El suboficial mayor Alejandro César Mena, por ejemplo, recurrió reiteradamente a esas palabras ante las preguntas de las partes. Curiosamente, casi lo único que recordó fue que el escalón del Grupo Halcón se identificó como Policía. Lo escuchó, aseguró, estando con la puerta del móvil entreabierta, con un pie en tierra atento por si le daban directivas, a una distancia de entre 15 y 20 metros del portón a la casa a allanar. Pero cuando le pidieron precisiones sobre la irrupción del grupo de elite, eso justo no lo alcanzó a ver:
-Usted nos tiene que responder, no tiene que dar nada por sentado, por ejemplo, el tipo de disparos, porque usted es un profesional -lo retó la presidenta del tribunal.
No hubo caso: su declaración no dejó conforme a las partes.