Dos veleros hacia Marbella, tres toneladas de cocaína y un cuadro de «la última cena» de los capos mafia
Como si fuera la última cena de Jesús con sus doce apóstoles, pintura al temple y óleo sobre yeso de Leonardo da Vinci, un traficante de cocaína, que se creía el capo di tutti capi de Marbella, España, tenía un cuadro de «la última cena» de los capos mafia más conocidos de la historia y la ficción: Tony Montana, Al Capone, Vito Corleone, Pablo Escobar Gaviria, «Chapo» Guzmán, Wilber Varela, la Reina del Sur, Alonzo Harris y más, todos sentados a la misma mesa. Con esa escena retratada, según pudo reconstruir Encripdata, se toparon los agentes de la Guardia Civil en junio de 2021 cuando desarticularon una organización narcocriminal, integrada por españoles y argentinos, que había podido «coronar» en abril de 2020 un gran alijo de cocaína en San Pedro Alcántara.
Aquel día, «Yaki_Chan» y «Messias_Cuatro» celebraron a través de Encrochat:
– Coronamos q
– Seeeee
– Ahí los tiene jajajjajaj
Para que no quedaran dudas, Yaki Chan le mandó una foto de los 1460 kilos recién guardados en una casa de la zona. Messias Cuatro era Gustavo Diego Marano Fuentes, un argentino con restaurantes de lujo del estilo tango en Marbella y Madrid.
Pero ese viaje había empezado tres meses antes si no desde la Argentina, al menos sí desde Brasil. Cuatro argentinos llegaron el 3 de enero de 2020 a Salvador, Bahía. Serían los tripulantes del velero Thorben, de bandera holandesa. El 4 de febrero, para supervisar todo, Marano envió a dos hombres de su confianza. La operación estaba en marcha.
El 15 de febrero, finalmente, los cuatro tripulantes recibieron la orden de batirse en duelo con el mar. Y navegar. Hasta la playa de Bajadilla, donde bajaron precisamente, el 14 de abril en Marbella.
Pero cuatro días después lo perdieron todo por un descuido: los policías del Grupo de Respuesta Especializada contra el Crimen Organizado (Greco) de Costa del Sol siguieron de cerca una furgoneta con 80 kilos que los terminó por llevar hasta la casa de San Pedro Alcantara donde todavía estaban los otros 1380 kilos custodiados por cinco hombres. Así, 43,8 millones de euros en polvo de extrema pureza terminaron en la basura. A eso le sumaron el secuestro de otra camioneta con dos fusiles de asalto M16A1, modelo creado por los Estados Unidos y usado por primera vez en la guerra de Vietnam.
Lo peor para Marano estaba por suceder el 13 de junio de 2020: ese día, las autoridades de Francia y Países Bajos pudieron hackear Encrochat, el sistema de mensajería encriptada hasta entonces usada por 60 mil usuarios en 140 países. Así fue como el fiscal especalizado antidrogas de Marbella determinó que Messias Cuatro era el argentino y que su conversación con Yaki Chan lo involucraba de lleno con el alijo de cocaína de San Pedro Alcantara.
Un año después, entonces, el juez central de Instrucción 4 de la Audiencia Nacional ordenó el arresto de Marano, su socio Germán Mesa López y 13 personas más. Así los definió el magistrado al imputarlos: «Marano es una persona muy influyente en el tráfico de drogas a gran escala, se dedica a organizar la introducción de grandes cantidades de cocaína, destacando la introducción mediante embarcaciones recreativas, es el principal responsable de la introducción de los 1460 kilos junto a Mesa López, participa como gestante, inversor, controlador de la situación y la repartición a terceras personas en España».
Pero de alguna forma, según sospecharon los investigadores a uno y otro lado del océano Atlántico, Marano planificó dos operaciones más, una desde la cárcel y la otra en libertad. La última: la descubierta a tiempo por la Prefectura y la Gendarmería el 13 de junio en Escobar, a orillas del río Paraná, con una embarcación a punto de zarpar con parte de los 1548 kilos de cocaína que buscaban «coronar» nuevamente por algún puerto del mar Mediterráneo.
A bordo del velero Quo Vadis estaba el marroquí nacionalizado español Mohammed El Asri Klaloussi, alias «Moha». Su estela marroquí en el mundo del narcotráfico lo puede vincular, llegado el caso, con la Mocro Maffia, la organización narcocriminal de marroquíes de segunda o tercera generación con nacionalidad neerlandesa que controla los puertos de Róterdam y Amberes. Ridouan Taghi y sus Ángeles de la Muerte tienen en su haber la eliminación, uno tras otro, de sus rivales. El último, al menos del que se sabe, fue Ebrahim Buzhu, «el Carnicero», asentado en la Costa del Sol, pero ejecutado a traición en enero en Chiclana de la Frontera. Su error, como el de tantos otros, fue haberles contado sobre Taghi a los policías holandeses. Atrapado en 2019 en Dubai y extraditado en forma exprés a Ámsterdam, los detectives sospechan que, desde la cárcel de máxima seguridad de Vught, se las ingenió para seguir al frente de la Mocro Maffia. Aquel año, el periodista Peter de Vries, en contacto con un «arrepentido», advirtió que estaba en la «lista negra» del capo mafia. El 6 de julio de 2021 lo comprobó con su vida.
En la previa, «Moha» y los otros dos tripulantes del velero tenían miedo. No porque los pudieran descubrir sino por el peso del cargamento. Estaban acostumbrados a navegar con 400 kilos, pero no con el doble:
– Cuando me dijo el número ese casi me muero porque somos tres, boludo, olvidate, imposible
– Sí, sí, sí
– Que tenga consciencia de eso también porque, viste, los números hacia arriba, sí, más vale, más, más da un montón, pero…
– Sí, obvio que es lindo porque te rinde más, mejor para todos, pero tampoco para…
– Pero la práctica después no, si es laburar no pasa nada, pero si se complica algo de verdad, qué haces…
– Sí, sí, tenés un quilombito.
– Estamos todos, tenés que empezar a… no sé… nos quedamos atrancados con algo, cómo hacemos…
– Sí, sí, que puede pasar, obvio, obvio.
– Por eso mismo, porque es mucho, boludo, cuando dice este número… yo, cuando nos había dicho que eran cuatro nomás, cuatro, seis…
– Sí, una papa.
– Cuatro cien, viste… pero ochocientos… está loco este.
En el velero amarrado en Escobar, además, los investigadores encontraron una libreta con las coordenadas geográficas para que «Moha» y compañía pudieran hacer Maceió, Recife, João Pessoa y Natal, en el norte de Brasil, y de ahí, aguas abiertas hasta algún puerto del mar Mediterráneo. También 11 mil dólares y 300 mil pesos.
Por el último de los narcoveleros, el juez federal Luis Antonio Armella procesó y embargó este jueves al marroquí «Moha» y a cinco argentinos. Por pedido de los fiscales fiscales Cecilia Incardona, de Lomas de Zamora, y Diego Iglesias, de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), también ordenó indagar a quienes, según las pruebas, consideraron los jefes de la operación: Darío Daniel Pereyra Torres y el propio Marano.
Cuando lea las constancias de la causa, Marano se dará cuenta que un conocido suyo habló de él con las autoridades, sabrá, así, que tuvo su propio Buzhu: Diego Xavier Guastini, quien a su vez tuvo su Taghi, alguien que ordenó acallarlo para siempre el 28 de octubre de 2019, pero ese alguien, como Guastini fue el Buzhu de muchos Marano, todavía es un misterio. Como Guastini, algunos hicieron méritos para, si el pintor quisiera, tener su lugar en otra última narco cena al óleo.