Tres juicios abreviados después, le pusieron fin al «Narcogolf», la precuela del velero lleno de cocaína a España
Luego de varias idas y vueltas que demoraron todo más de un año, el «Narcogolf» llegó a su fin: el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2 La Plata sentenció a los acusados de querer «bombardear» 428 kilos de cocaína para vender en Buenos Aires y otros 300 kilos para «coronar» en Europa. Con penas que fueron entre los 5 años y 6 meses y los 6 años de prisión, acordadas en el tercer juicio abreviado propuesto, Encripdata pudo saber que todos recuperaron la libertad, todos menos uno porque aún tiene cuentas pendientes.
En mayo del año pasado, los integrantes de la organización narcocriminal habían llegado a un acuerdo con el fiscal Rodolfo Molina para firmar un juicio abreviado: a cambio de reconocer el delito imputado, recibirían 6 años de prisión, que dejaba a todos al borde de la libertad, pero como Elías «Turco» Exeni quería una pena menor porque tenía causas abiertas, todo se echó a perder.
Ya este año, a principios de junio, Sebastián Fargeta propuso aplicar el artículo 51 del nuevo Código Procesal Penal Federal (CPPF) para separar su situación de la del resto y celebrar así un juicio abreviado para él solo. Su defensor público remarcó la necesidad de evitar el retardo procesal: al igual que los otros acusados, Fargeta llevaba ya 4 años, 4 meses y 5 días bajo prisión preventiva -primero en la cárcel y luego en la casa para cuidar a su madre-, cuando la regla general es que la preventiva puede extenderse por dos años y en casos excepcionales, por tres, pero no más. Además, tenía miedo de ir a juicio con quienes había mencionado cuando declaró como imputado colaborador, como «arrepentido».
Pero antes de que el tribunal resolviera eso, los otros acusados también avanzaron en un acuerdo de otro juicio abreviado, esta vez con Exeni dentro. Este viernes, finalmente, el juez Enrique Méndez Signori, del tribunal integrado de manera unipersonal, firmó la sentencia: para Fargeta, por su colaboración, 5 años y 6 meses; para Exeni, 6 años; para los colombianos Héctor Alfonso Cabrera y Luis Alberto Quintero, también 6 años; y para Pablo Portas Dalmau, la misma pena, pero como tenía una condena vigente en suspenso, se la unificó por una de 6 años y 6 meses de prisión, que de todas maneras, al alcanzar los dos tercios, le permitó acceder a la libertad condicional.
Y es con Portas Dalmau y Fargeta que el caso se conecta con el velero que estaba por salir lleno de cocaína desde el río Paraná, a la altura de Belén de Escobar, hacia el sur de España.
Por un lado, Portas Dalmau trabajaba para Diego Xavier Guastini, alias «Dolarín», un traficante de drogas y divisas que se había «arrepentido» en el 2018 para no ir a la cárcel y que por eso mismo ya aportaba los datos que tenía en varios juzgados. Antes de que lo ejecutaran el 28 de octubre de 2019 en Quilmes, llegó a hablar de este caso ante Diego Iglesias, el jefe de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), la fiscalía federal antidrogas. Eso derivó en un desprendimiento, un nuevo expediente, con dos traficantes en el radar.
Cuatro años y una pandemia después, los investigadores confirmaron, una vez más, la información de Guastini: entre el 13 y 14 de junio, la Prefectura y la Gendarmería arrestaron a cinco argentinos y un español con ascendencia marroquí, Mohammed El Asri Klaloussi, que tenían planeado llevar 1548 kilos de cocaína en el velero Quo Vadis que acababan de comprar con 5 millones de pesos en efectivo.
Según el expediente llevado adelante por el juez federal Luis Antonio Armella, la fiscal Cecilia Incardona y el fiscal Iglesias, detrás de esa operación estaba Gustavo Marano, preso en España por otro caso. Marano era uno de los dos «marcados» por «Dolarín».
Por otro lado, cuando lo investigaron por el «Narcogolf», descubrieron que Fargeta tenía en su poder el plano de un barco con el que pretendía mandar la cocaína que había ido a comprar en agosto de 2017 a Bolivia con los colombianos Germán Augusto Correa Calderón y Hernán Guerly Raigoza Martínez. Correa Calderón, justamente, había hecho un negocio con Guastini, que terminó en diciembre de 2013 con el escándalo de «Leones Blancos» por el que el fiscal suspendido Claudio Scapolan recientemente fue procesado.
De regreso a Marano, si bien recién ahora saltó a la fama, Encripdata pudo reconstruir a partir de dos fuentes con acceso a la investigación que su nombre resuena hace rato en territorio bonaerense: según un financista que declaró bajo reserva de identidad, Guastini, Marano y un tercer socio habrían trabajado una ruta entre Buenos Aires, África y el sur de España para enviar cocaína. Algunos llamaban a Marano y al otro como «los Musculosos».
Y a través de este tercer socio –Encripdata no revelará su identidad para preservar la investigación- las conexiones se hacen interminables. La más importante: el doble crimen de Christian Quinteros y Anabella Blumetti en la zona oeste, cometidos en diciembre de 2018 y febrero de 2019.
Por el doble crimen no hay detenidos, pero si algunos en la mira. Esta historia continuará.