La larga sombra de Guastini llega al corazón del clan Sancho
Aunque cayó hace tres años acusado de ser el jefe de una banda narco en la zona oeste del conurbano bonaerense, eso no le habría impedido para seguir al frente del clan incluso desde su celda de la cárcel de Marcos Paz. Eso al menos es lo que investiga el juez federal de San Isidro Lino Mirabelli tras recibir una alerta de una fiscalía federal. El apuntado en cuestión es Gustavo Sancho, que espera el juicio en su contra justamente por triangular cocaína entre Bolivia, Paraguay y Argentina, aunque siempre juró ser un próspero empresario de San Martín.
Una persona que declaró como «imputado colaborador» en otra causa aseguró que Sancho «habría reanudado las actividades de narcotráfico» desde la prisión.
Encripdata pudo saber que el «arrepentido» era Diego Xavier Guastini. Este financista, traficante e informante de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y la Policía Bonaerense habló de los negocios de Sancho en 2018, pero el juez Mirabelli abrió el nuevo expediente dos años después porque la fiscalía federal en cuestión recién lo alertó en el 2020 una vez que detuvo a un narco aún más importante.
En el medio, un sicario, apoyado por una moto y dos autos, mató a Guastini de tres disparos el 28 de octubre de 2019 a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes.
Sancho y Guastini se conocían. Ahora, por primera vez, un juez y un fiscal lo dejaron asentado en un expediente. Siempre que Guastini aportó información en la Justicia, lo hizo sobre personas con las que había hecho negocios, pero que ya no les servían más: los policías bonaerenses de «Leones Blancos», el clan de los hermanos Loza y la banda de Carlos Sein «Iván» Atachahua Espinoza. Todos ellos cayeron en parte gracias a este «arrepentido».
Pero más interesante es el vínculo que Sancho y Guastini supieron tener con un financista que estuvo preso mientras el juez Mirabelli investigaba si era la voz detrás de la amenaza de muerte que otro magistrado recibió el 3 de abril de 2018 en su despacho.
La llamada partió de un celular de una persona que en ese preciso momento viajaba desde Campana hacia Rosario. En realidad eran dos: este financista y un traficante. Pero cuando los investigadores individualizaron al narco, que se llamaba Christian Quinteros, también confirmaron que lo habían matado el 6 de diciembre de 2018 en Navarro: como publicó Encripdata, por un faltante de cocaína, sicarios le tajearon el cuerpo para que «cantara», pero resistió. También le cortaron la oreja izquierda, pero se mantuvo callado. Le dispararon en las rodillas, pero sólo gritó de dolor. Le extirparon el ojo izquierdo, pero ni siquiera con eso lo pudieron aflojar. Al final, en un estado irreversible, lo ejecutaron.
Dos meses después, el 6 de febrero de 2019 en Francisco Álvarez, ese grupo acribilló a Anabella Blumetti, viuda de Quinteros y amante del financista.
Este financista declaró en la Justicia que dos traficantes le pidieron a Guastini que le adelantara 60 kilos de cocaína a Quinteros, pero como éste no se los quería pagar, les ordenó a los intermediarios que «solucionaran el problema». Alguien ejecutó esa orden, que no era más que la venganza, porque en este tipo de casos la traición se paga con la vida misma.
Como también sospechaban de la viuda, también fueron por ella.
El juicio a los Sancho debía empezar el 31 de marzo, pero el Tribunal Oral Federal (TOF) 2 San Martín lo pospuso para el 10 de mayo aunque las partes pidieron medidas complementarias antes del inicio.
Ahora, el jefe del clan sumó otro problema.