«Señor J» pidió ser extraditado a Perú casi 96 horas antes del triple crimen de Florencio Varela
        "Señor J" pidió ser extraditado a Perú casi 96 horas antes del triple crimen. Crédito: MinSeg.
Una mujer se enteró por televisión que su marido la engañaba con otra joven. Despechada, se presentó para aportar información sobre el triple crimen de Florencio Varela. Puso una sola condición: hacerlo como testigo de identidad reservada, como pudo reconstruir Encripdata. Ante esa jugada sorpresiva, Celeste González pidió declarar una vez más para no perder la ventaja frente a los demás imputados ante la posibilidad de convertirse en «arrepentida» una vez que el expediente pase al fuero federal.
-¿Escuchó nombrar a otra persona apodada como ‘J’?
-Sí, escuché a Julio y a Miguel hablar por teléfono y hacer referencia a una persona a la que mencionaban como ‘J’.
-¿Sabe quién es ‘Papá’?
-‘Papá’ se encargaba de recibir la droga.
-Mire esta foto, ¿lo reconoce?
-Ese es el ‘Papá’. Esa foto la vi hace cuatro meses en una fiesta a la asistió ‘Papá’ y a la que también llevaron chicas. Todos decían que ‘Papá’ era re poronga. Todos le tenían miedo. Si alguien cometía un error, lo mandaba a torturar, lo filmaba y le enviaba el video al resto.
Así, entre las dos mujeres guiaron al fiscal Adrián Arribas hasta la alcaidía de la Policía Federal (PFA) de la calle Cavia donde se encontraba Joseph Freyser Cubas Zavaleta, un narcotraficante peruano a punto de ser extraditado a su país, de ahora en más «Señor J», el presunto autor intelectual del triple crimen de Florencio Varela. De su celda, los investigadores se llevaron un cuaderno de tapa verde, sobre el que había hablado la mujer despechada, pero no teléfonos.
Sin tiempo que perder, el fiscal Arribas ordenó un fuerte operativo de seguridad, lo tuvo cara a cara y le leyó los delitos reprochados: «Privación ilegal de la libertad coactiva agravada por la pluralidad de intervinientes y por ser una de las víctimas menor de edad en concurso real con homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, por haber sido cometido con alevosía y ensañamiento y por haber sido cometido por un hombre a una mujer mediante violencia de género y por ser criminis causa, en tres hechos».
Cubas Zavaleta lo sorprendió: a diferencia de la mayoría, que prefiere guardar silencio, decidió hablar y contestó preguntas. Así, soltó varios datos de interés: dijo haber nacido el 8 de octubre de 1994 en Trujillo, al igual que Tony Janzen Valverde Victoriano, alias «Pequeño J», dijo haber prestado servicios en la Policía Nacional en esa ciudad y dijo arrastrar un proceso en su país por narcotráfico, por el cual la Interpol lo arrestó el 27 de agosto en Lanús.
«Señor J» negó formar parte de Los Pulpos, pero el Ministerio de Seguridad, cuando anunció su captura, informó que se trataba del líder de esa organización narcocriminal. Aún no había sucedido el triple crimen. Y Celeste, al reconocer que vendía drogas para «Pequeño J», afirmó que existía un grupo de WhatsApp a través del cual controlaban la facturación. Ese chat se llamaba Pizzería Los Pulpos.
Pero el dato más importante, como pudo reconstruir Encripdata, fue la fecha en la que «Señor J» expresó su conformidad para ser extraditado sin vueltas a Perú: lo hizo el 15 de septiembre, es decir, casi 96 horas antes de los crímenes de Brenda del Castillo, de 20 años, Morena Verdi, de 20, y Lara Gutiérrez, de 15, en Florencio Varela.
Casualidad o causalidad, el momento de su aprobación fue llamativo en esta etapa de la investigación. La cuenta es simple: si hubiera llegado a Perú, allí habría afrontado un proceso con pena en expectativa de algunos años de prisión, pero por no haber salido a tiempo de Argentina, el fiscal lo imputó por el triple crimen, con un rol determinante, con una única pena posible, la perpetua, en el caso de que un tribunal lo diera por probado en un juicio oral.
Por su parte, Celeste, por haber identificado a Cubas Zavaleta como «Señor J» y por haber aportado otros datos de interés, solicitó que la consideren como «arrepentida» una vez que el expediente pase al fuero federal.
El fiscal, cuando dictaminó las prisiones preventivas -similar al procesamiento en el fuero federal-, detalló dos etapas del iter criminis: el primero, sucedido entre el 6 y el 19 de septiembre, el robo de un cargamento de drogas por parte de «allegados o conocidos» de Brenda, Morena y Lara a la organización de «Señor J» y «Pequeño J»; el segundo, el mismo 19 de septiembre, los secuestros, torturas y homicidios de las víctimas. En consecuencia, le solicitó al juez Fernando Pinos Guevara que declarara su incompetencia para continuar entiendo en el expediente en favor del juzgado federal de Morón que por turno correspondiera en razón de la materia, es decir, un triple homicidio en el contexto de narcotráfico.
Sin embargo, el expediente podría terminar en el juzgado federal de Quilmes porque tiene jurisdicción sobre Florencio Varela o en los Tribunales Federales de Comodoro Py porque existen indicios de que el robo -sean 3, 30 o 400 kilos- se produjo en la Ciudad de Buenos Aires.
Cuando eso finalmente suceda, quedará a criterio de la fiscalía federal realizar o no un acuerdo de colaboración con Celeste por lo aportado en el fuero ordinario. Encripdata consultó sobre la letra chica de la Ley 27.304 del Arrepentido a dos funcionarios judiciales: uno, de la zona noroeste, que supo investigar a una de las organizaciones más importantes del conurbano, expresó: «Si ya tengo la información, por qué le mejoraría su situación procesal, salvo que siga hablando»; otro, de Comodoro Py, que supo investigar un hecho que marcó al país, fue tajante: «Olvidate, es pollo».
La política atravesó el caso desde el principio: uno de los particulares damnificados ha sido representado por un estudio jurídico con candidatos en las elecciones de octubre; uno de los imputados ha sido defendido por un abogado que a «Pequeño J» lo llamaba «PJ» en televisión. En algún momento, quedará claro quiénes asumieron el desafío de esclarecer el triple crimen y quiénes, por el contrario, aterrizaron en el expediente para hacer control de daños. Es solo cuestión de tiempo.
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