Los primos KV y «Pequeño J», la pista narco detrás del triple crimen de las chicas en Florencio Varela

Brenda, Morena y Lara, las víctimas del triple crimen de Florencio Varela
En la madrugada del miércoles, los detectives de Casos Especiales de la Policía Bonaerense irrumpieron en una casa de calle Chañar al 700, en Villa Vatteone, Florencio Varela. A pesar de la hora, Iara Daniela Ibarra, de 19 años, y Maximiliano Andrés Parra, de 18, estaban limpiando el interior con lavandina. En el fondo, los uniformados hallaron los cuerpos de Brenda del Castillo, de 20, Morena Verri, de 20, y Lara Gutiérrez, de 15. Estaban en bolsas y enterrados.
En simultáneo, detuvieron a quienes vivían en esa propiedad, Miguel Ángel Villanueva Silva, de 25, y su novia Celeste González Guerrero, de 28, a la salida de un hotel alojamiento de la zona.
Los familiares perdieron contacto con Brenda, Morena y Lara el viernes, a las 21.15 horas, cuando salieron de sus hogares en La Matanza. Lara había conseguido un cliente que les pagaría 300 dólares a cada una por participar de una fiesta sexual. Ese fue el anzuelo. Alguien las pasó a buscar por la rotonda de las avenidas Crovara y Bufano. A las 23.14, el celular de Lara impactó por última vez en una antena próxima a esa casa de Florencio Varela.
Los victimarios se ensañaron con Lara: le cortaron todos los dedos de la mano izquierda. El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, informó que el triple crimen estaba vinculado a una organización narcocriminal peruana asentada en la villa 1-11-14, de la zona del Bajo Flores, y que el jefe narco ordenó mostrar las torturas y los asesinatos en un vivo cerrado de una red social para 45 miembros de la banda. Durante la transmisión, el jefe narco advirtió: «Esto le pasa al que me roba droga».
Aunque los detenidos no hablaron, los policías pudieron llegar a un nombre, Julio Valverde, alias «J» o «Pequeño J». Algunos investigadores lo vincularon con Raúl Martín Maylli Rivera, alias «Dumbo», o, incluso, con el mítico Marco Antonio Estrada Gonzáles, alias «Marcos», un verdadero capo en la villa 1-11-14 a principios de siglo, pero preso desde 2023 en Perú.
Algo es seguro: los fiscales especializados en narcotráfico no tenían en el radar a «J». No habían escuchado sobre él, ni en el Bajo Flores ni en la Zavaleta. Era un espectro.
Pero los Valverde son dos: Julio y Kevin. Son primos. Encripdata pudo reconstruir que esta organización, hasta ahora invisible en el territorio, pagaba pasajes de micro a jóvenes de Perú para que se instalaran en la Argentina. Una vez aquí, les quitaba el documento, el celular y la plata para obligarlos a trabajar a su mando.
Este jueves, el fiscal Gastón Duplaá les tomó declaración indagatoria por el triple homicidio calificado por haber sido cometido con el concurso premeditado de dos o más personas, con alevosía, con ensañamiento y con violencia de género, pero los cuatro hicieron uso de su derecho de negarse a declarar.
Luego, la fiscal general de La Matanza, Patricia Ochoa, resolvió que el expediente pasara a manos del fiscal Adrián Arribas, de la UFI Homicidios, quien, en las próximas horas, definirá nuevas medidas de prueba.
Pero en el caso falta, al menos, una persona más. En estas horas, en las que han corrido versiones de todo tipo, un detective le expresó sus dudas a Encripdata: «Si es verdad que alguna de las chicas se quedó con 70 mil dólares de un narco o con 4 kilos de cocaína, no se va a exponer por 300 dólares, se guarda por un tiempo. Acá falta un muchacho, un «8.40», alguien que las reclutaba para prostituirlas, pero que esta vez no estuvo».
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