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El hilo invisible entre el crimen y el poder

El día que Forza aportó 63 mil dólares para la campaña de Cristina Kirchner

Operación Crystal, el libro definitivo sobre el triple crimen, la SIDE y la DEA

Operación Crystal, el libro sobre el triple crimen, la SIDE y la DEA. Crédito: Encripdata.

Cuando le puso la firma a ese cheque, tocó el cielo con las manos: con 50 mil pesos a nombre de su farmacia, Seacamp SA, se sumó a la lista de empresarios del rubro que aportaron a la campaña del Frente para la Victoria que llevó a Cristina Fernández de Kirchner a la Casa Rosada. Desde aquel 2 de noviembre de 2007, Sebastián Pablo Forza sacó a relucir ante propios y extraños su llegada a lo que creía era el máximo nivel de la política. En total fueron cuatro cheques por 200 mil pesos, alrededor de 63 mil dólares para el tipo de cambio de aquella época. Nada mal para un visitador médico. Nada mal a sus 33 años.

Lo mejor de todo fue que no puso ni un centavo. Entre 2007 y 2008 acumuló 658 cheques sin fondos por más de 4,3 millones de pesos. Ni más ni menos que 1.409.830 dólares. Tanto que no tuvo más remedio que hacer una convocatoria de acreedores. A pesar de eso, mantenía un estilo de vida alto: casamiento con Solange Marina Bellone en el Hotel Hilton, casa en Pilar del Este, una cochera llena de autos y viajes a Eurodisney.

A cambio de firmarlos recibió el 10 por ciento como comisión. El superintendente de Servicios de Salud (SSN), Héctor Adrián Capaccioli, consiguió así que empresarios del sector “aportaran” 886 mil pesos para la campaña presidencial.

La idea de Sebastián, o tal vez la promesa que le habían hecho, era, con esos cheques, ganarse la confianza de funcionarios para que, como devolución de gentilezas, lo convirtieran en un proveedor de privilegio de remedios oncológicos del intervenido Hospital Francés.

Forza conocía el lado bueno del negocio y también el malo: la “mafia de los medicamentos”. Era parte. Pero siempre buscaba una salida hacia adelante.

Por eso, en febrero de 2008, le propuso a Abbott Laboratories información a cambio de inmunidad. En la primera reunión, explicó las maniobras de las droguerías Redimer, Unifarma, Atlántida, Bioweb, Nuevos Canales, Profarma, Bisol y Del Plata y de los empresarios Jorge Pistone y Juan Sinich.

Lo acompañaron su abogado Rubén Ramírez y un hombre que no se identificó. Por parte de Abbott los recibieron los letrados Eamon Gabriel Mullen y José Carlos Barbaccia, exfiscales del caso AMIA, Martín González del Solar, el comisario mayor retirado Jorge Alberto Palacios y Eduardo Sánchez, jefe de seguridad de producto regional.

En el segundo encuentro puso dos condiciones más: que lo asesoraran para no tener problemas judiciales y que le dieran exclusividad para distribuir uno de los remedios del laboratorio.

Quería ser un arrepentido extrajudicial.

Los de Abbott lo dejaron hablando solo.

La persona que no se identificó era Julio César Pose, un exagente orgánico de la disuelta Dirección de Terrorismo y Contraproliferación. Tras su salida de la Secretaría de Inteligencia (SIDE), se acercó a otras agencias de seguridad, sacó chapa de sus conocimientos sobre narcotráfico y consiguió hacer varios trabajos como informante. Además del caso Abbott, Pose ayudaba a Sebastián a resolver las deudas con otros empresarios a cambio, obviamente, de una retribución. A Pose le decían “Gitano”.

Pose, como Forza, veía negocios en todos lados.

Y también había puesto cheques para la campaña.

Algunos dicen que fue Mario Martín López Magallanes, su exsocio en la droguería, el que los presentó. Como sea, el joven farmacéutico contrató al experimentado espía para que lo asesorara frente a sus acreedores Marcelo Abasto, Carlos Loureiro, Carlos Ramos y un amigo del rubro que puso plata en su farmacia aunque por poco tiempo: Ibar Esteban Pérez Corradi.

Forza también tenía una deuda con Laboratorio Gador. En ese caso no hizo falta que intermediara nadie porque Francisco Forza, su papá, era el gerente de ventas y le dio el dinero para cancelarla. Pero Sebastián no lo hizo, la usó para otra cosa. Al final, Francisco tuvo que poner más plata para no tener problemas en su propio trabajo. Desde ese momento, padre e hijo no se hablaron más.

Operación Crystal, el libro que revela la trama que llevó al triple crimen
Operación Crystal, el libro que revela la trama del triple crimen. Crédito: Ceruse – Ferrón.

Sebastián, a esa altura, ya era otro: nunca llegó a un acuerdo con Abbott, los empresarios a los que había mandado al frente lo buscaban para vengarse, sus padres se alejaron y encima los funcionarios que le habían prometido el cielo a cambio de los cheques para la campaña, ahora le ofrecían pagar solo el 15 por ciento de la deuda.

Para intentar revertir la situación financiera, le vendió unos kilos de efedrina a Luis Marcelo Tarzia, pero estaba rebajada con sal.

La efedrina es un precursor químico utilizado en la elaboración de antigripales y descongestivos, pero el jefe de Tarzia, un mexicano, la necesitaba para producir drogas de diseño. Las metanfetaminas, llamadas éxtasis, cuando se venden como pastillas, crystal o ice, por su forma cristalina, eran las que estaban de moda en los Estados Unidos.

Así, Forza pasó de las drogas legales al negocio de las ilegales. Sin escalas. Y encima le salió mal. Por pasarse de vivo tuvo que entregar una farmacia a Tarzia para que el mexicano pudiera comprar efedrina ya sin intermediarios. Pero no estaba inscripta para tal fin en el Registro Nacional de Precursores Químicos (RNPQ).

Forza no sabía cómo arreglar las cosas. Trataba de salir a flote, pero solo se hundía más y más. A su lado solo quedaban su esposa y su hijo.

Pose daba vueltas a su alrededor, aprovechaba los desaciertos e intentaba sacarle plata.

Pero Forza, en solo ocho meses, pasó de tocar el cielo con las manos a descender al infierno.

El viaje a Eurodisney fue solo un paréntesis. Tal vez sus últimos días de felicidad. A la vuelta, sus problemas seguían estando ahí.

Y la cocaína. Solo conseguía evadirse de la realidad drogándose. Pero, así como parecía borrar sus preocupaciones, la cocaína también lo alejaba de su mujer y su pequeño, las únicas dos personas que lo seguían bancando aun temiendo lo peor.

Porque a principios del 2008, mientras sus vecinos del country festejaban el Año Nuevo, Sebastián amagó con ponerle punto final con forma de bala a todo esto. Afortunadamente, Solange estuvo allí para él y lo convenció para que se sacara de la boca la pistola Tanfoglio calibre.40.


* Extracto de Operación Crystal, el expediente secreto sobre el triple crimen (Ceruse, Agustín y Ferrón, Diego. 2023. Editorial Dunken).


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