Luz, cámara, Guastini: la explosiva confesión en video que disparó su final

Luz, cámara, Guastini: la explosiva confesión en video que disparó su final. Crédito: Encripdata.
Aquel día, se presentó en la entrada principal del edificio, le dio su nombre, apellido y documento al hombre de seguridad y atravesó el primer pasillo. Mientras subía por ascensor se dio cuenta de que, después de 18 años de carrera criminal y una sola mención en un diario de tirada nacional, había revelado sin más su identidad a un extraño. De puro nerviosismo. Entonces, el elevador se detuvo. El fiscal lo recibió, lo saludó con distancia y lo condujo hasta la oficina. Diego Xavier Guastini, 44 años, se definió como contador. En los papeles. A partir de ese día, 28 de septiembre de 2018, sería imputado colaborador, es decir, un arrepentido del narcotráfico nacional e internacional. Y como tal, declararía bajo reserva, con sus datos filiatorios tachados.
Vestía camisa a cuadros en diversos tonos de grises, que combinaba con su barba y su personalidad.
La ropa le apretaba el cuerpo, como sus secretos a su consciente.
Sentados, frente a frente, el fiscal prendía la cámara, pero él no reaccionaba. Después de varios intentos, por fin, Guastini comenzó a hablar. A contar lo que sabía. Porque había sido parte. En América Latina, también en Europa.
Sin levantar la mirada, con muecas que trababan sus palabras, empezó por detallar sus operaciones en la Argentina:
–Un día a la tarde, era muy tarde, en la semana, me viene a ver esta persona del grupo de los colombianos, Alberto Mejía, alias «Papo», necesitaba cambiar un millón de euros a dólares, era tarde, era como las cinco de la tarde, estaban apurados porque necesitaban comprar mercadería, necesitaban comprar droga, para una salida que la tenían sobre la fecha, y me comenta que le tenía que entregar los dólares a «Nené» y que no le aceptaba los euros o no se ponían de acuerdo en el tipo de cambio, entonces quería ir y pagarle con los dólares. Bueno, era tarde, pero le resolvimos el cambio, le conseguimos los dólares. Esto fue en diciembre del 2013.
A partir de entonces, ya no hubo vuelta atrás. No para él. Para muchos, pasaría a ser un traidor. Solo que ellos no lo sabían, no todavía.
Su actitud corporal cambió cuando comenzó a revelar su juego a dos puntas, entre organizaciones criminales y la Policía Bonaerense y la Secretaría de Inteligencia, acaso un goce por sentirse importante:
-En todo lo que fue mi colaboración con agencias o la SIDE, porque en ese momento estaba la SIDE, había fallecido Pedro Viale y, bueno, siempre había gente de algún otro organismo que se acercaba porque sabían que alrededor mío había información y había negocios, y tenía relación con gente de Drogas Ilícitas de la provincia de Buenos Aires, de Quilmes, que me venían pidiendo algún tipo de información, que querían trabajar.
Con el tiempo, Guastini llegó a conformar una especie de mini SIDE a su alrededor, con base en su cueva financiera, ubicada en la calle Florida 520, en pleno microcentro porteño. A siete cuadras de la verdadera SIDE.
Y, en el preciso instante que mencionó Quilmes, soltó una sonrisa:
–Y, bueno, justo coincidió que cuando vienen a hacer el cambio de dinero, gente de Drogas Ilícitas de Quilmes me estaba esperando para reunirse conmigo y, bueno, les comento, y ahí mismo terminan de hacer el cambio y los salen a seguir, llegan a avenida Córdoba y los estaba esperando otro colombiano, también era del grupo de Correa Calderón, que se hacía llamar Gabriel, pero no sé el apellido, arriba de una Zafira color champagne, que era uno de los autos que usaba «Nené» para mover droga. Bueno, los empiezan a seguir, la Zafira primero hace una escala en la calle Guardia Vieja, que ahí tenían domilicio esta persona Mejía y también Correa Calderón, un departamento, bueno, la Zafira duerme ahí. Yo, todo esto referido por los dichos de la gente de Narcotráfico, no. Bueno, la Zafira duerme ahí, el dinero duerme ahí, bueno, después los siguen caminando, la Zafira creo que en algún momento la pierden porque había agarrado rumbo para el Oeste y en un momento la pierden. Bueno, al otro día vienen a cambiar más dinero, y vienen con una Toyota blanca, que la estacionan en una cochera sobre la calle Tucumán, que es una cochera mía, bueno, y a partir de ahí se instalan y arrancan siguiendo la Toyota blanca y los llevan hasta una quinta en Moreno, ingresan ahí, lo empiezan a trabajar, se instalan, no sé cómo fue todo el tema, la cuestión es que a los pocos días intervienen la quinta y, bueno, decomisan mercadería…
-¿La quinta es…? -exigió precisión el fiscal-.
–La quinta de Leones Blancos, la famosa quinta de Moreno, ahí no conozco la parte interna y judicial, pero sé que hay un decomiso muy, muy importante de droga y sé que el destinatario de la plata era «Nené», que les estaba vendiendo la droga a los colombianos, bueno, tengo entendido que intervienen a la mujer de uno de los colombianos dentro de la quinta, hubo todo un manejo extraño.
Esta fue la primera declaración de Guastini bajo reserva de identidad. Encripdata accedió a la grabación.Este y otros medios ya habían sacado a la luz parte de sus secretos. Pero verlo en acción es ver a la persona por sobre el personaje. Su voz, su lenguaje no verbal, su humanidad. A lo largo de un año, se sentaría frente a cámara varias veces más. Así, se hizo cargo de la acusación en su contra: lavado de activos provenientes del narcotráfico.
Pero Encripdata completó su historia criminal. Guastini, sí, era contador y lavador, pero aunque dijera que solo tocaba plata y algunos lo llamaran «Dolarín», también era narcotraficante, con contactos en el puerto de Buenos Aires y en la Costa del Sol española. Había tenido bajas en su organización, como alias «Maradona» cerca de Marbella, pero también había dado bajas, como un financista sentado a su mesa de dinero. Y si antes era informante de la SIDE y la Bonaerense, desde 2018 sería colaborador judicial.
La Justicia, por cierto, le brindó protección de la Prefectura. Después de unos días, pidió que la custodia fuera para su familia. Con uniformados acompañándolo a sol y sombra, «Dolarín» no podía continuar atendiendo sus negocios.
La famosa quinta de Leones Blancos -esto es, policías de Quilmes operando en Moreno con autorización de un fiscal de San Isidro con información blanqueada con una denuncia anónima mal hecha por ellos mismos- provocó un escándalo judicial que aún no terminó: por el armado del expediente, un tribunal debió absolver a los narcotraficantes; el Jurado de Enjuiciamiento de Funcionarios y Magistrados bonarense destituyó a Claudio Scapolan de la fiscalía de San Isidro; otro tribunal, ahora mismo, juzga a los policías; y Scapolan, mientras se pasa a las páginas de espectáculos de la mano de Wanda Nara y L-Gante, espera que finalice ese juicio para que empiece el suyo.
Como arrepentido, Guastini habló de droga y de plata. Las autoridades decomisaron la mitad del cargamento y se robaron la otra mitad del cargamento, más de 500 kilos de cocaína. De los dólares ni siquiera dejaron un solo billete. Eso enfureció a «Dolarín», que pretendía su parte por haber aportado el dato preciso.
Pero para el 2 de julio de 2019, tenía problemas más urgentes: un hombre cubierto con pasamontañas rompió con la tranquilidad de Puerto Madero, irrumpió en el estudio jurídico de su abogado y quince segundos después volvió sobre sus pasos. En sus manos llevaba la primera declaración de Guastini como arrepentido. Pudo ser él, como sospecharon algunos. Pudo ser algún enemigo íntimo.
Como sea, gracias a su colaboración judicial, un tribunal lo sentenció el 20 de septiembre de 2019 como jefe de una asociación ilícita dedicada al contrabando de divisas. Sus «mulas» recibieron la misma pena por perder 1.524.715 euros y 1.443.030 dólares -más de 3 millones de dólares- entre 2013 y 2014 en los controles del aepuerto internacional de Ezeiza. Antes, además, aprovechó uno de los tantos blanqueos del gobierno de turno. Limpió propiedades por 2,5 millones de dólares más.
Como sea, recibió 3 años de prisión, pero en suspenso. Era lo que pretendía: pagar sus cuentas pendientes sin pisar la cárcel. Para eso, le pusieron dos condiciones: no cometer más delitos y seguir colaborando con la Justicia.
Así, ganó su libertad, tanto como una lista cada vez más larga de enemigos.
Él ya no hacía otra cosa más que escapar hacia adelante, hasta que alguien se pusiera delante.
El 18 de octubre de 2019, entonces, volvió a declarar como arrepentido. Esta vez, mencionó a Adrián Gonzalo Baeta, alias «Palermo», un subteniente de la Delegación Drogas Ilícitas de Quilmes. Era su amigo de la infancia. Y, como tal, fue a quien le dio el dato sobre la famosa quinta de Leones Blancos.
Diez días después, la mañana del 28 de octubre de 2019, a la vuelta de la Municipalidad de Quilmes, un grupo comando lo sorprendió, acorraló y asesinó. Guastini llegó a ver la cara del sicario: actuó a cara descubierta.
Por el crimen por encargo, la Policía Federal arrestó a la persona que ayudó a escapar al sicario. Sus abogados consiguieron que lo juzgara un jurado popular en Quilmes. Tal vez por desinterés, tal vez porque esta fue una de las siete muertes extrañas alrededor de Leones Blancos, aquellas doce personas comúnes y corrientes declararon inocente al confeso cómplice del asesino. Baeta fue de los primeros en llegar al lugar donde mataron a Guastini.
En su celular guardó fotos del cuerpo de su amigo. También de su lápida.
Nadie nunca entendió para qué.
Después, por los dichos de su amigo, cayó por Leones Blancos.
Algunos celebraron los disparos que silenciaron a Guastini. Uno llegó a festejar con un asado. La noticia voló hasta los Balcanes. De lealtades y traiciones está hecho el bajomundo del narcotráfico. Otros lo lloraron. Sí, hay espacio para los sentimientos.
Como sea, sus confesiones, inmortalizadas en video, aún resoplan.
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