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Un paso adelante

Una cita en la Embajada, la cuenta regresiva hacia el triple crimen

Operación Crystal, el libro definitivo sobre el triple crimen, la SIDE y la DEA

Operación Crystal, el libro sobre el triple crimen, la SIDE y la DEA. Crédito: Encripdata.

Tras la «explosión» de la quinta de Ingeniero Maschwitz, el ministro de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, Aníbal Fernández, llamó al embajador estadounidense Earl Anthony Wayne. Le pidió una reunión. Necesitaba que fuera pronto. Quedaron para el 30 de julio.

Acostumbrado a ir solo a la Embajada de los Estados Unidos, Fernández llevó aquella mañana a los jefes de la Policía Federal (PFA), Gendarmería (GNA) y Prefectura (PNA), Néstor Valleca, Héctor Schenone y Marcelo Valentini, respectivamente, y a César Eymuller, responsable de la sección Precursores Químicos de la PFA.

Wayne lo recibió secundado por el jefe de la DEA en Buenos Aires, Anthony Greco Jr, y un asistente para tomar notas.

El embajador fue directo: advirtió que los cárteles habían bajado a la Argentina a buscar la efedrina para las metanfetaminas que en México ya no conseguían tan fácil por la prohibición del gobierno.

El ministro tenía preparada la respuesta: adelantó que estaban trabajando en una reforma de la ley sobre drogas para, precisamente, aumentar las penas por el desvío de precursores químicos.

Uno de los uniformados explicó que existían 2 mil empresas en el sector. El ministro agregó que, hasta entonces, el mecanismo de control era inspeccionar una por una para determinar si existían diferencias entre las declaraciones juradas y los stocks reales. La supervisión administrativa era lenta e ineficiente.

Fue un tiro por elevación a José Ramón Granero, jefe de la Sedronar, de la que dependía el Registro Nacional de Precursores Químicos (RNPQ) y la consiguiente fiscalización de las compañías inscriptas para el comercio exterior. La secretaría antidrogas decía no contar con suficientes empleados para cumplir en tiempo y forma con la tarea y las fuerzas federales tenían prohibido colaborar con aquella.

El anterior embajador, Lino Gutiérrez, se enteró en junio del 2006 del cortocircuito entre los funcionarios argentinos. Dos años después nada había cambiado.

Como sea, Fernández le pidió ayuda a Wayne para implementar un sistema computarizado de monitoreo de la cadena de suministro, desde la importación hasta la venta minorista, para poder anticiparse a las posibles maniobras de desvío.

Aníbal, que deseaba a Granero fuera del Gobierno, incluso pretendía absorber las funciones de la Sedronar.

Luego, el embajador y el ministro conversaron un rato a solas. Después, Wayne envió un resumen de la reunión al Departamento de Estado en el cable 08BUENOSAIRES1054: «El enfoque de Fernández en mejorar el monitoreo de los precursores químicos es un indicador positivo de que la nueva legislación sobre medicamentos será una mejor herramienta para combatir la producción de precursores químicos. Es también alentador que, aunque inusual en él, vino a la reunión con jefes policiales, tanto como una forma de demostrar la seriedad del Gobierno como para recordarle a su propio equipo la importancia que le da al tema. El combate a los precursores químicos es una de las prioridades de nuestra misión para este año, se lo planteamos en varias ocasiones al ministro y otros funcionarios y seguiremos presionando por más castigos estrictos como parte de la nueva ley».

El cable conservaba cierta elegancia diplomática, matizando los intereses del embajador con las promesas del invitado.

Después estaban los datos duros. Porque a esa altura, el problema ya no era de kilos sino de toneladas: la Sedronar no sabía cuántos kilos de efedrina necesitaba la industria farmacéutica, pero el Registro Nacional de Precursores Químicos llevaba autorizadas, desde 2003 en adelante, importaciones por 47 toneladas y contando.

De eso, la Argentina solo incautó 1200 kilos, la mayor parte gracias a México y un «arrepentido» y Granero ni siquiera se enteraba de todos los operativos por el enfrentamiento con Aníbal.

Por eso, Wayne remarcó que la Embajada continuaría «presionando al Gobierno». Porque el combate a los precursores químicos era «una prioridad» de la misión para el 2008.

El mismo 30 de julio, el informante de la DEA, Julio César Pose, consiguió un Nextel. La línea terminada en 1485 no estaba a su nombre sino de un vecino de Ingeniero Maschwitz, donde la agencia estadounidense había hecho «explotar» la quinta del narcotraficante mexicano Juan Jesús Martínez Espinoza, el primer «laboratorio» de crystal descubierto de la Argentina.

Dos días después, Martín Lanatta activó un Nextel a nombre de una mujer de Berazategui para hablar, desde el 2 de agosto, casi exclusivamente con Forza.

Pose y Lanatta se conocían desde marzo de 2008, cuando Forza los presentó en el bar Cinema para cerrar una compraventa de efedrina, pero que al final quedó en la nada porque el «Gitano» y un amigo de Lanatta apodado «Máximo», al reconocerse el uno al otro como espías al servicio de fuerzas distintas, casi se agarran a las trompadas.

Con el Nextel de Ingeniero Maschwitz, Pose llamó al narcotraficante escondido en Cancún. Sin saber que la DEA le había seguido los pasos hasta la quinta, el mexicano le contó sus nuevos planes: conseguir otro proveedor de efedrina para reanudar el negocio.

Era lo que el espía necesitaba escuchar, era la excusa perfecta para volver a acercarse a Forza.

Desde ese momento, el informante de la DEA hablaría todos los días con Martínez Espinoza.

Operación Crystal, el libro que revela la trama que llevó al triple crimen
Operación Crystal, el libro que revela la trama del triple crimen. Crédito: Ceruse – Ferrón.

Con Forza, sin embargo, no la tenía tan fácil: como se habían peleado, no le atendía el teléfono. Primero le pidió a un amigo de Sebastián que lo convenciera para reunirse. Como no funcionó, le dijo a la esposa que su marido tuviera cuidado porque se la iban «a poner». Al final, el 4 de agosto a las 18.53 aumentó la presión por mail:

Asunto: dignidad!!!
Espero que aceptes las formas más elementales de la vida, que son dignidad y otras (no tenés ninguna), lo lamentable en vos es que tiras la piedra y escondes la mano. Mirá, el día que nos encontremos, y llegará sin duda, no saldrá de mí palabra alguna en tu contra, sé lo que sos, por eso no vale la pena gastar pólvora en chimango. La traición que hiciste al hacer negocios solo con la gente que ya sabes, y que hoy están presos y otro aquí escondido, es una deslealtad increíble, para colmo vendiste tu alma al demonio al vender sal… aunque también trataste con ese gestor… vos sabes de quién hablo.
Entregaste la droguería en pago por los 100 mil dólares. Lo mejor habría sido consultarme cómo hacer las cosas. La quisiste jugar de vivo… mirá en dónde estás hoy, endeudado y con la ley que puede llegarte en cualquier momento!!! Así sos, un tremendo traidor. Todos tenían razón: te caga de entrada o te caga a la salida.
La realidad es está, y presta atención… ya que es mejor jugar limpio. No tenés más límite que pagar lo que debes… solo puedo parar las cosas un tiempo. Por eso te conviene hablar conmigo y arreglar lo que hiciste!!! (estoy en contacto directo con el hombre… confía en mí)
No digas boludeces, no hables de mí, ni vos ni tu esposa, como las que estás diciendo a todos… yo no soy Pérez Corradi, Abasto ni Pistone y muchos otros que cagaste, no jodas, no me canses.
Si crees que esto es una amenaza, estás equivocado, por eso te escribo y estoy muy asesorado. También tengo muchas grabaciones y videos tuyos hablando de muchas cosas… y de todos. Así las cosas, es mejor encontrarnos y arreglar.
Si tenés algo de dignidad y pelotas, responde y no mientas a tu amigo al decir que hablaste y arreglaste una reunión, no mientas más.

«El Gitano» primero le enrostró todos los problemas con los mexicanos, lo trató de traidor, de haberle vendido el alma al demonio y hasta de tenerlo grabado, pero después lo exculpó por la efedrina cortada con sal para Martínez Espinoza.

Si bien no tuvo reparos en mencionar a Pérez Corradi, Abasto y Pistone, no quiso dar más detalles sobre el «gestor» del cargamento. Como dijo, los dos sabían a quién se refería: Lanatta.

Lo que tampoco le dijo fue que desde el 23 de julio del 2008, la DEA tenía información que lo vinculaba al tráfico de efedrina.

Antes de que Pose le mandara el mail, Forza ya estaba a punto de arreglar las cosas con Martínez Espinoza. Esa misma tarde visitó a Francisco Chiarelli, abogado de este y los detenidos en la quinta. Fue con Damián Ferrón y Leopoldo Bina.

El estudio jurídico, en el centro porteño, estaba lleno de familiares de los mexicanos. A ellos poco les importó: si bien la idea original era juntar plata para excarcelar a Luis Tarzia, una vez a solas con Chiarelli, los tres se ofrecieron para reemplazarlo como proveedores. Explicaron: Forza o Ferrón se ocuparían de conseguir efedrina y Bina, con sus contactos en la Aduana, del contrabando a México.

El abogado no tenía poder de decisión, pero les prometió trasmitir lo más pronto posible la oferta a «don Jesús».

Ciertamente, Pose no era su única opción para hacer borrón y cuenta nueva con los mexicanos, pero para que no lo presionara más, ni a él ni a su esposa, Forza aflojó.

A los dos les costó el encuentro del 4 de agosto en el Open Bar de Pilar: al informante de la DEA porque para conseguirlo, se expuso demasiado con el mail. Y a Sebastián porque para afrontarlo, se drogó. Esa noche hicieron las paces.

A primera hora de la mañana siguiente, Lanatta llamó a Forza. Para cubrir sus pasos, lo hizo desde la línea terminada en 0830 a nombre de una mujer de Berazategui. De las 91 comunicaciones realizadas esa semana, 31 serían con el vendedor del aparato, dos con un empleado de este y 58 precisamente con él.

Ni bien tuvo el Nextel en su poder, Martín retomó el contacto con Sebastián. Muchas cosas habían pasados desde la efedrina rebajada con sal para Martínez Espinoza en el que los dos aparecían involucrados. Por lo que acabaría sucediendo, obviamente, los dos dejaron atrás ese episodio. El 5 de agosto, lo bombardeó con llamados durante todo el día.

Como Pose, Lanatta recuperó la confianza de Forza.

Y faltaban solo 48 horas.

El 5 de agosto, Forza, Ferrón y Bina almorzaron en Los Amigos, una parrilla de Villa Luro. En busca de otros posibles compradores, Leopoldo llevó a Rodrigo Pozas Iturbe, para el que trabajaba desde 2007 en el contrabando de efedrina en potes de suplementos dietarios hacia México y Guatemala.

Pose, invitado por Forza, almorzó con ellos.

La idea era retomar las negociaciones en pausa desde el 25 de julio en el Open Bar de Pilar. Aquella vez no llegaron a un acuerdo porque pedían 2 mil dólares por kilo y el mexicano solo estaba dispuesto a pagar 2 mil pesos. Pero, otra vez, nadie cedió. Con tres pesos por dólar, la diferencia era enorme.

A la salida, Forza habló a Lanatta. Quedaron en verse el jueves en el sur del conurbano bonaerense, su zona de confort, donde él y su gente jugaban de local, donde tenían cobertura de la Policía Bonaerense.

El 6 de agosto, Sebastián, Damián y Leopoldo almorzaron en el club Liniers. El pastel de papas lo compartieron con Cristian Heredia, profesor del gimnasio y amigo de Bina, y José Reboredo, empleado de José Luis Salerno en la farmacia y amigo de Ferrón.

Pose, invitado por Forza, volvió a estar con ellos.

Durante la comida, el informante de la DEA llamó a Martínez Espinoza, que seguía en México, e hizo que hablara con Sebastián y que intercambiara números de teléfono con Leopoldo.

A la noche, Bina cenó con la esposa, la pequeña hija, una prima y con Heredia en el bar Lisandro, cerca de la cancha de Vélez. En eso le sonó el teléfono. Era Martínez Espinoza. Estaba entusiasmado con hacer negocios. Y los invitó a ellos tres y las familias a viajar a Cancún. Después, Leopoldo contó muy por arriba lo que haría al día siguiente. A Heredia algo le hizo ruido:
–Leo, a mí no me gusta nada esto.
–Ah sos un maricón.
–Yo no voy a ir.
–Yo después te traigo la plata.

Eran 200 mil dólares para cada uno.

Como Bina, Ferrón estaba contento. Aunque todavía no lo habían concretado, ya pensaba en qué usarla: quería comprar su primera casa después de años de alquilar en Samoré, un conjunto habitacional en Villa Lugano. Por eso le pidió a su concuñado, arquitecto de profesión, que lo ayudara a buscar una buena por Castelar.

Para Forza era el punto de partida para dejar atrás la convocatoria de acreedores, los cheques sin fondos por más de 4,3 millones de pesos, no esperar a que el Hospital Francés saldara la deuda. Era volver a ser.

Faltaban 24 horas o menos.

Ese mismo 6 de agosto, Pose se reportó por mail ante un agente especial de la DEA:

Asunto: México
Hola Russ,
Tenemos a tres grupos de traficantes de efedrina identificados. Unos están detenidos y otros, prófugos. A los prófugos los tenemos identificados. Uno está en México. Y tenemos los números de T.E. y me pide que lo visite para seguir con el negocio. El otro grupo es de México también y el nombre es Rodrigo, después te doy el radio. Este tipo saca por carga 300 kilos por semana. Lo hace en combinación con personal de la Aduana que está identificado. Fui a la reunión que la Policía cubrió. El otro grupo es un tal Fernando, mexicano, número de radio: 5627. Creo que es radio de México, está en BA. Las salidas son por Guatemala, Bélice y Panamá. Tengo las especificaciones de cómo tienen que hacer los paquetes y cómo se burla el escáner. También me comentaron que hay un grupo de policías mexicanos controlando todo y que en C. México se cambió gran parte de la Policía en el aeropuerto también, saben que en Cancún habrá un control estricto de las cosas que llegan de BA. Parece que habrá detenciones en Cancún. El mexicano me invita a viajar para que controle todo en BA. Y de paso podré ver el grupo de ellos y ustedes hacen el resto. Creo que es una buena oportunidad de dar un buen golpe, necesito ganar el premio.

Russell Baer, el destinatario del correo, acumulaba 17 años de servicio en la agencia estadounidense. Entre el 2000 y el 2002, la oficina de Florida realizó las operaciones Montaña Express I, II y III, que concluyeron con el arresto de 371 personas, el hallazgo de varios grandes «laboratorios» en México y el decomiso de 30 toneladas de pseudoefedrina, 122 kilos de metanfetaminas y 17,5 millones de dólares en efectivo. Tras el éxito, el jefe de la DEA, Asa Hutchinson, advirtió que las ganancias por la venta de crystal en Estados Unidos terminaban en manos de «organizaciones terroristas en Oriente Medio». Por estas y otras operaciones, los tribunales de la Florida declararon a Baer como experto en narcotráfico (SME).

Con esos pergaminos desembarcó a finales de 2007 en la Argentina. Sería su primer y único destino en el exterior. Antes, en septiembre, finalizó un curso intensivo de castellano de 551 horas.

Después, sí, Buenos Aires. Como la agencia estadounidense no tenía autorización para operar en territorio argentino, designó al agente especial como asesor del jefe de la oficina local de la DEA en todos los asuntos relacionados con el control del tráfico ilícito de sustancias y precursores químicos controlados.

Eso era en los papeles. Pero, como demuestra el mail del «Gitano», Baer estaba en contacto directo con informantes.

En vez de arriesgarse a viajar a México, donde podría haber detenciones, para reunirse con Martínez Espinoza, que estaba prófugo, Pose tenía una alternativa que ya venía trabajando: solo tenía que informar que Forza, Ferrón y Bina cerrarían al día siguiente un negocio en el que habría mucha efedrina, mucha plata o las dos cosas.

Para que la DEA diera un «buen golpe».

Para que él ganara «el premio».

Pero en el correo, el informante de la agencia estadounidense ni siquiera los mencionó. Como si no hubiera estado a su lado el 5 y 6 de agosto después de amigarse con Sebastián. Como si no los hubiera escuchado hablar sobre efedrina con Martínez Espinoza y Pozas Iturbe. Eran fantasmas.

Y entonces llegó el 7 de agosto.

Ya no hubo vuelta atrás.


* Extracto de Operación Crystal, el expediente secreto sobre el triple crimen (Ceruse, Agustín y Ferrón, Diego. 2023. Editorial Dunken).

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